?ltima entrega de los diarios de Rafael Chirbes: la cr¨®nica de una demolici¨®n
¡®A ratos perdidos 5 y 6¡ä ofrece juicios acerados como un cuchillo, pero nunca malintencionados
¡°Soy el peor autor de diarios de la historia¡±, anota Rafael Chirbes el 28 de mayo de 2008, convencido de que, siendo un escritor de los que encuentra o descifra su pensamiento escribiendo y volviendo una y otra vez sobre lo escrito para darle forma, en el diario, dado que suele ser una pr¨¢ctica sobre la que no se vuelve, que no se corrige (porque carece de una estructura narrativa que lo haga necesario), la escritura resultante ¡ªrazona Chirbes pensando en su caso¡ª, es la de un parvulista, no merece atenci¨®n literaria. Sin embargo, nada m¨¢s lejos de lo que tenemos y a lo que nos enfrentamos, como lectores, en esta tercera y ¨²ltima entrega de sus diarios, sin duda la mejor, pero tambi¨¦n la m¨¢s lacerante no solo porque conocemos el final (muri¨® seis semanas despu¨¦s de la ¨²ltima anotaci¨®n publicada, a los 66 a?os) sino porque desde las primeras l¨ªneas de esta entrega (2007-2015) la muerte, y ya no solo la decrepitud presente en los vol¨²menes anteriores, ronda a su alrededor y ¨¦l lo sabe, o lo intuye o lo presiente.
Sea como sea, su sombr¨ªa atm¨®sfera constituye la espina dorsal de estos cuadernos, donde la preocupaci¨®n por su p¨¦sima salud es un crescendo que se cierra, precisamente, deseando que no ocurra lo que viene temi¨¦ndose desde un principio. Podr¨ªa decirse que la experiencia de la enfermedad es central en la escritura diar¨ªstica, porque cuando se sufre se est¨¢ solo y pendiente de la propia existencia: llevar un diario puede ser un modo de conjurar la quiebra con el mundo. En esta l¨ªnea, a medida que su estado de salud empeora, sin tener un diagn¨®stico de lo que le ocurre, Chirbes va dejando constancia de los problemas a los que se enfrenta (eczemas, apneas, v¨¦rtigos¡), aunque el problema mayor y sostenido sea la soledad existencial: ¡°Mi vida es eso que no tengo (nada: si except¨²o los libros y la m¨²sica)¡±. Es un pesar inconsolable que conmueve porque como lectores se nos ofrece la oportunidad de observar c¨®mo avanza la vida hacia su propio desastre.
El autor de Crematorio se ha destapado como un diarista excepcional y el conjunto de sus diarios, escritos m¨¢s o menos ininterrumpidamente entre 1984 y 2015, constituye ya una obra de referencia imprescindible en la historia del diarismo hisp¨¢nico. ?Y eso por qu¨¦? Porque m¨¢s all¨¢ del inter¨¦s por los temas que trata, el hecho de escribir a calz¨®n quitado, de balizar el tiempo conteniendo por pura desesperaci¨®n la p¨¦rdida incontenible de existencia, el diario se convierte para Chirbes en una manera de entender la vida y de dolerse por ella. Para nosotros, sus lectores, es el crudo testimonio de un escritor que aspir¨® a dejar constancia de su intimidad malherida.
A medida que crecen sus problemas personales se refugia en la lectura, muy presente ya en los diarios anteriores. Lee y lee de forma compulsiva: de Homero y Juvenal a las novelistas m¨¢s recientes, sus impresiones de lectura se suceden hasta formar, en conjunto, una especie de historia privada de la literatura universal. Hay toda una visi¨®n de la literatura concebida por alguien que no solo conoce el oficio y ha ascendido en ¨¦l desde muy abajo ¡ªes dif¨ªcil enga?arle con triqui?uelas narrativas¡ª, sino que tiene una forma de entenderla. Leemos juicios acerados como un cuchillo, pero nunca malintencionados, ni siquiera con Vila-Matas, al que dedica algunos comentarios ¨¢cidos en defensa de su propia est¨¦tica literaria, hecha de ca?as y barros. Sus diarios son la cr¨®nica de una demolici¨®n, si la identidad es interpretada como un edificio (auto)maltratado que ve venir en el aire una enorme bola de acero avanzando a toda velocidad contra sus fr¨¢giles muros. El edificio cae, pero hay que ver c¨®mo cae.
Diarios. A ratos perdidos 5 y 6
Anagrama, 2023
961 p¨¢ginas. 27,90 euros.
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