¡®La naturaleza secreta de las cosas de este mundo¡¯: una soberbia novela para demostrar que lo esencial nunca est¨¢ a la vista
Patricio Pron demuestra no tener miedo al mal de altura literario con una historia sobre un padre desaparecido y una hija a punto de sufrir un accidente que incide en el car¨¢cter ilusorio de una realidad que creemos estable
Desde la primera frase de esta novela, la prosa de Patricio Pron lo delata como un escritor sin temor al mal de altura, de altura literaria en el estilo y en los temas que lo mueven. El lector queda advertido: ni el lenguaje va a deslizarse con la laxitud de una dicci¨®n estereotipada ni, mucho menos, va a dar cabida a asuntos, tramas y caracteres balad¨ªes o manidos. Su terreno no es el de las acciones narrativas en s¨ª mismas, sino el de los desajustes y las grietas que denuncian el car¨¢cter ilusorio ¡ªel de mero simulacro aceptado t¨¢citamente¡ª de lo que creemos una realidad estable y consistente. Y ah¨ª se instala como un zahor¨ª pertrechado de extra?os instrumentos de detecci¨®n, para identificar bajo la dura c¨¢scara del mundo su entra?a movediza, su pulpa en constante amenaza de transformarse en otra cosa, una entra?a que descabala y a menudo resulta terrible. Esa es la naturaleza secreta a la que alude el t¨ªtulo, porque las cosas de este mundo (enti¨¦ndanse las cosas humanas) nunca se dejan descifrar desde su apariencia, que es la geometr¨ªa ¨²nica que captan nuestros ojos abiertos.
Por eso nos los cierra la formidable frase inicial para conferirnos la perspectiva omnisciente de un dios (o del autor): conocer el futuro de Olivia (est¨¢ a punto de tener un accidente de autom¨®vil) y su contenido mental mientras conduce. ¡®Olivia Byrne¡¯, el primer cap¨ªtulo, de los dos de la novela, est¨¢ resuelto con un prodigioso ejercicio de dilataci¨®n de los instantes anteriores a la p¨¦rdida de control del coche y como una justificaci¨®n, mediante diversas retrospecciones, del recuerdo perturbador que va a provocar el desastre. Esa t¨¦cnica determina la intensidad con que el lector procesa lo que se evoca, que tiene como punto de fuga una situaci¨®n sobrecogedora: la desaparici¨®n inexplicable de un ser querido (aqu¨ª el padre). Olivia lleva 20 a?os traumatizada desde que Edward se esfum¨® sin dejar rastro, abandon¨¢ndola junto a su madre, Emma. No es extra?o que Emma, artista performativa, haya trabajado obsesivamente en torno a la idea de que todo sigue ocurriendo sin cesar en los espacios donde sucedi¨®.
La diversidad y riqueza de las reflexiones que se suceden en esta primera mitad de la novela aconsejar¨ªa, por s¨ª sola, la lectura. Si la huida del padre, indiferente al duelo inconsolable que iba a producir, pone en cuesti¨®n la racionalidad de ciertos comportamientos, el mon¨®logo que Olivia, como actriz, ha preparado sobre la ni?a feral de Songy ¡ªuno de tantos c¨¦lebres casos de ni?os salvajes¡ª da pie a considerar las dificultades y estrategias de adaptaci¨®n social en t¨¦rminos generales. Asimismo, un polic¨ªa incisivo puede traer a colaci¨®n la ¨ªndole cambiante de la noci¨®n de verdad a lo largo de la historia, o un profesor de arte dram¨¢tico es la percha para alg¨²n juicio sobre la literatura actual, dominada por ¡°las sentimentalidades previsibles y vacuas¡± o, en fin, un viejo docente da sin ¨ªnfulas una lecci¨®n sobre la interpretaci¨®n (de Nostromo, de Conrad) y sobre la vida (no abstenerse de nada salvo de hacer da?o a sabiendas).
La diversidad y riqueza de las reflexiones que se suceden en la primera mitad de la novela aconsejar¨ªa, por s¨ª sola, la lectura
La segunda parte de la novela, ¡®Edward Byrne¡¯, se centra en el padre y, entre reminiscencias literarias diversas (es importante Al faro, de Virginia Woolf), recorre los 20 a?os de ausencia con la certera decisi¨®n de no aclarar la causa de su fuga. Ni siquiera para el propio personaje, lo que parece una deuda intertextual con el c¨¦lebre relato Wakefield, de Nathaniel Hawthorne, con el que el desenlace tambi¨¦n guarda relaci¨®n. Pero de nuevo Patricio Pron trasciende la reelaboraci¨®n de un topos o una f¨¢bula conocida por el procedimiento de aumentar la indeterminaci¨®n y las elipsis. Frente al car¨¢cter introspectivo del cap¨ªtulo sobre Olivia, este se vuelve enumerativo, m¨¢s volcado a la dimensi¨®n material: se inventar¨ªan acciones, objetos, percepciones, sensaciones. El efecto de estas listas no es otro que encubrir el enigma de Edward, el porqu¨¦ de su renuncia a la antigua vida, a su familia y a la pintura. El descenso a una existencia elemental, de rutinario trabajo f¨ªsico, y el impulso de alejarse de todo (por ejemplo, en una caba?a en medio del bosque, a la manera del Wittgenstein, que en 1914 se aisl¨® en una a orillas del lago Eidsvatnet en Noruega) no le impide al personaje entablar una relaci¨®n con dos inmigrantes nigerianos (el opaco Paul y el ni?o Tobiah), con los que forma un ir¨®nico simulacro de familia con la que se repiten roles y experiencias (incluida la de la desaparici¨®n).
La trabaz¨®n entre las dos partes es sutil y un tanto problem¨¢tica en su congruencia cronol¨®gica, aunque su plausibilidad, que est¨¢, deber¨¢ buscarla el lector, al que Pron no le permite una recepci¨®n pasiva. De hecho, esta novela traslada al lector buena parte de la responsabilidad en la construcci¨®n de su sentido, incluido el de las razones por las que Edward se exili¨® de su vida sin previo aviso. En el ep¨ªlogo, Pron comparte sus fuentes bibliogr¨¢ficas y literarias, pero de todos los datos que proporciona ¡ªsuperfluos en una ficci¨®n, a mi entender¡ª hay uno que tiene un valor singular y que consiste en remitir a su web para acceder al ep¨ªlogo de la historia, titulado Sallie Ellen Ionesco (la primera mujer a la que se practic¨® una lobotom¨ªa transorbital). La sorpresa subsiguiente, que ocurre fuera del libro, tambi¨¦n forma parte de esta soberbia novela.
La naturaleza secreta de las cosas de este mundo
Anagrama, 2023
232 p¨¢ginas. 18,90 euros
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