Garry Winogrand, una perspicaz mirada a lo cotidiano
Se publica la primera monograf¨ªa dedicada a la obra en color del c¨¦lebre y prol¨ªfico maestro de la fotograf¨ªa callejera, donde el agudo ingenio del creador late al mismo ritmo que en su poderosa obra en blanco y negro
En 1967, tuvo lugar una relevante exposici¨®n en el MoMA: New Documents, una modesta muestra, organizada por John Szarkowski, destinada a dar un giro definitivo a la fotograf¨ªa. En la planta baja del museo, Garry Winogrand (1928-1984), junto a Diane Arbus y Lee Friedlander, ofrec¨ªa una distintiva forma de mirar al mundo; una mirada aparentemente despreocupada y aleatoria que ven¨ªa a consolidar un cambio en la percepci¨®n de la fotograf¨ªa como documento, en la cual la c¨¢mara no solo serv¨ªa como una herramienta para describir el entorno, sino tambi¨¦n para examinar las interacciones personales que el fot¨®grafo establec¨ªa con este. En una de las salas se proyectaba un carrusel de 80 diapositivas realizadas por el autor. D¨ªas m¨¢s tarde, el proyector sufri¨® una aver¨ªa, varias de las filminas quedaron destruidas. Ser¨ªa la primera y la ¨²ltima vez que el fot¨®grafo mostrar¨ªa sus im¨¢genes a color.
A pesar de que lo que conocemos de Winogrand es fundamentalmente su obra en blanco y negro, entre comienzos de los a?os cincuenta y final de los sesenta el fot¨®grafo tom¨® m¨¢s de 45.000 diapositivas. Algo que no resulta llamativo dado el creciente ritmo compulsivo de producci¨®n que experiment¨® el autor con el paso de los a?os, m¨¢s interesado ¡°en fotografiar para ver c¨®mo se muestran las cosas fotografiadas¡±, por citar una de sus frases m¨¢s c¨¦lebres, que en editar e imprimir las copias. Tras su repentina y prematura muerte, a los 56 a?os, dejar¨ªa tras de s¨ª una magn¨ªfica cifra de im¨¢genes por desvelar: aproximadamente 2.500 carretes sin revelar, 6.500 carretes revelados pero no impresos, y unos 3.000 revelados e impresos solo en hojas de contactos. Una m¨¢s que generosa cantidad que traer¨¢ consigo diversas lecturas, que lejos de amenazar con desequilibrar su s¨®lida reputaci¨®n, seguir¨¢n desbrozando in¨¦ditos caminos dentro de las elusivas im¨¢genes de quien sol¨ªa asegurar que ¡°no hay nada m¨¢s misterioso que un hecho claramente descrito¡±.
Tal es el caso de Winogrand Color (Twin Palms), la primera monograf¨ªa dedicada a la poco difundida obra en color de este hijo de inmigrantes europeos, criado en el Bronx. 150 im¨¢genes editadas por el cineasta y escritor Michael Almereyda y la ex curadora del departamento de fotograf¨ªa del MoMA, Susan Kismaric, quienes pasaron en total cuatro semanas entre miles de fotograf¨ªas que se conservan en Centro para la Fotograf¨ªa Creativa de Tucson, Arizona. Im¨¢genes centradas en su mayor¨ªa en el ser humano, donde el agudo ingenio del creador late al mismo ritmo que en su poderosa obra en blanco y negro.
Nunca imprimi¨®, exhibi¨® o public¨® sus im¨¢genes en color y su producci¨®n fue disminuyendo a partir de finales de los sesenta, probablemente por el alto precio del revelado
En su mayor¨ªa se trata de im¨¢genes que el artista tomaba una vez liberado de los encargos que recib¨ªa de las publicaciones como Colliers o Sports Illustrated. Nunca imprimi¨®, exhibi¨® o public¨® sus im¨¢genes en color y su producci¨®n fue disminuyendo a partir de finales de los sesenta, probablemente por el alto precio del revelado. Cargado con dos c¨¢maras, una con pel¨ªcula en blanco y negro y otra en color, el autor consumaba su rebeli¨®n contra el estilo funcional e ilustrativo que se impon¨ªa en las revistas, mientras afinaba su mirada alcanzando una dosis de libertad dif¨ªcil de equiparar. Si bien el periodismo ha demandado im¨¢genes que expliquen el mundo ¡°claramente¡±, las fotograf¨ªas, tal y como apuntaba Szarkowski, pr¨¢cticamente no explican nada, pero su ambig¨¹edad lejos de ser un defecto es una virtud, algo de lo que era plenamente consciente Winogrand, cuya mirada nos descubre la esclarecedora belleza de escenas en las que uno podr¨ªa decir que no est¨¢ pasando nada; como aquella en la que una mujer, de la que no vemos el rostro, posa un guante de encaje en un poste rodeada de figuras descabezadas, Nueva York, 1961.
La idea de este libro parte de las 30 poderosas im¨¢genes en color que fueron incluidas en Winogrand 64. Publicado en 2002, y descatalogado, enfrentaba la obra a color del creador con otras en blanco y negro realizadas durante sus desplazamientos en coche por los Estados Unidos financiados por la beca Guggenheim. Hubo que esperar a la exposici¨®n celebrada en el Brooklyn Museum en 2019, Garry Winogrand: Color ¡ªde la que pudo verse en 2021 una adaptaci¨®n en el KBr de Barcelona¡ª para poder disfrutar de una amplia exhibici¨®n de m¨¢s de 400 diapositivas.
¡°Winogrand nunca desarroll¨® o trabaj¨® partiendo de una teor¨ªa del color¡±, advierte Almereyda. ¡°Aceptaba el color como una parte natural del mundo y de sus fotograf¨ªas, y en las mejores el color es org¨¢nico y sin forzar¡±. La exposici¨®n m¨¢s lenta requerida por el color demandaba un ritmo m¨¢s pausado al fot¨®grafo y templaba su prodigalidad, de ah¨ª que los personajes adquieran un tono m¨¢s dulce y delicado que agudiza su ya instintiva habilidad para descubrir los dramas m¨¢s ¨ªntimos, tal y como se aprecia en Sin t¨ªtulo (Coney Island). Sin embargo, en la toma a color de la archiconocida Zoo de Central Park, la imagen pierde fuerza y significado. En cada imagen uno tiene la impresi¨®n de que Winogrand, al contrario de lo que ocurr¨ªa con Robert Frank, nunca se sinti¨® un outsider, describe un mundo al que ¨¦l mismo se adhiere. As¨ª, el color sirve como un reclamo m¨¢s inmediato para arrastrar al espectador dentro de escenas estratificadas, que ofrecen mucha informaci¨®n y que solo el ojo adiestrado de un maestro es capaz de lograr que su ordenaci¨®n parezca tan simple y liviana.
Escrib¨ªa Szarkowski sobre Winogrand, que su misi¨®n ¡°no ha sido reformar la vida, sino conocerla¡±, algo que vienen a reconfirmar este conjunto de im¨¢genes que hablan por s¨ª mismas, mientras nos envuelven en un halo de nostalgia a trav¨¦s de perspicaces vislumbres de lo cotidiano. Si con el tiempo la obra del fot¨®grafo ha sido comparada a la de Phillip Roth y Norman Mailer, como posibles hom¨®logos literarios, tal vez se deba a que Winogrand siempre tuvo presente la imposibilidad de traducir una fotograf¨ªa en palabras. Como escribe el cr¨ªtico Vince Aletti: ¡°Naveg¨® por el mundo, no se perdi¨® nada, y nos lo dej¨® todo para que escarb¨¢ramos, redescubri¨¦ramos y descifr¨¢ramos¡±.
Winogrand Color. Editado por Michael Almereyda y Susan Kismaric. Twin Palms 176 p¨¢ginas. 79 euros.
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