Anna Pacheco contra el turismo de lujo: la escritora que se infiltr¨® en el sector para impugnarlo
La autora de la novela ¡®Listas, guapas, limpias¡¯ se camufl¨® en comit¨¦s de empresa de hoteles de lujo para escribir una cr¨®nica sobre c¨®mo afecta a los trabajadores pobres la convivencia con la riqueza y reflexionar sobre la ciudad global y su modelo de turismo
Enfrente del Mandar¨ªn Oriental ¡ªantes un banco, hoy un hotel¡ª aparcan furgonetas de lujo. Ayer acab¨® el Mobile World Congress y no se han ido a¨²n todos los congresistas. En el m¨®vil, releo un art¨ªculo que Anna Pacheco public¨® en Playground hace seis a?os: era su primer ejercicio de periodismo de infiltraci¨®n. Intent¨® colarse en la feria del m¨®vil para observar a los directivos de las empresas, pero no obtuvo acreditaci¨®n. Lo que nadie pudo impedirle fue inmiscuirse en sus fiestas. ¡°Mentirles ha sido rid¨ªculamente f¨¢cil mientras ellos no dejaban de repetirme qu¨¦ hacen y lo que tienen. Las pocas relaciones que entablan estos d¨ªas con mujeres son as¨ª, para su uso y disfrute, para el baile y la fiesta. Cultura de empresa¡±. En 2018, las empresas no contrataban a mujeres para conducir esos coches de lujo. Ahora tampoco. La autora de la novela Listas, guapas, limpias llega puntual a la entrevista para hablar de Estuve aqu¨ª y me acord¨¦ de nosotros.
Para escribir esta cr¨®nica tuvo que infiltrarse de nuevo, en esta ocasi¨®n gracias a la complicidad sindical. Era la ¨²nica manera para conocer las condiciones laborales de los trabajadores de los hoteles de lujo y observar la relaci¨®n que la direcci¨®n y cargos intermedios establecen con ellos. Lo que Pacheco vio y anot¨® lo pens¨® con las herramientas de la antropolog¨ªa social. ¡°El hotel no es solo espacio de trabajo, se erige en una figura moral, de autoridad, de inspiraci¨®n: ostenta la hegemon¨ªa cultural de los que dominan¡±. As¨ª, la cr¨®nica se desdobla en ensayo para contemplar uno de los ¨¢ngulos oscuros de la industria del turismo ¡ªla corrosi¨®n del car¨¢cter por la precariedad¡ª y proponer una interpretaci¨®n sobre la sociedad del lujo y la metamorfosis de la ciudad global. Es el objetivo cl¨¢sico del periodismo de infiltraci¨®n: la cr¨ªtica social.
¡°Soy una escritora que viene de una clase trabajadora aspiracional. Como dice Emmanuel Rodr¨ªguez, v¨ªctima de una ideolog¨ªa clasemediana: la familia cre¨ªa que a partir del trabajo duro y los estudios universitarios uno tendr¨ªa necesariamente que progresar¡±. La conciencia del fin de esa promesa es el motor del an¨¢lisis de Pacheco sobre el presente. ¡°Reflexiono todo el rato en torno a eso¡±.
Vengo de una clase trabajadora aspiracional, me siento v¨ªctima de una ideolog¨ªa clasemediana. Reflexiono todo el rato sobre eso¡±
El libro empieza con la descripci¨®n de un espacio en la casa de sus padres. En el escritorio visible en una estanter¨ªa, junto a un ejemplar de la novela de la hija, la reproducci¨®n en miniatura del crucero que la familia hizo en su d¨ªa por el Mediterr¨¢neo. Durante un tiempo estuvo all¨ª la figurita que la empresa regal¨® a la madre, administrativa, cuando se jubil¨® tras 40 a?os trabajando en la misma categor¨ªa profesional. La figurita ahora est¨¢ guardada en una caja de zapatos. Permanece el orgullo por la profesionalizaci¨®n de la hija como escritora y el testimonio de la realizaci¨®n vital a trav¨¦s del turismo.
Es la concreci¨®n de la aspiraci¨®n. La que mostraba Para¨ªso, que se emiti¨® en verano entre 2000 y 2003. La aspiraci¨®n pod¨ªa ser pasar una semana de vacaciones en un hotel de lujo en Rep¨²blica Dominicana porque Espa?a iba bien. Pero aquella promesa hoy es mentira y desde esa posici¨®n Pacheco analiza la serie en unas p¨¢ginas espl¨¦ndidas de cr¨ªtica cultural. ¡°El para¨ªso de la serie Para¨ªso era, pues, la puesta en escena de un decorado tur¨ªstico que dejaba al descubierto una mirada eminentemente colonial, explotativa y aspiracional en esos a?os burbujeantes de pelotazo tur¨ªstico e inmobiliario¡±. El origen de la serie fue una propuesta de un empresario hotelero para grabar un spot publicitario. Al final fue serie en la televisi¨®n p¨²blica y obtuvo unas respetabil¨ªsimas cifras de audiencia. En su casa, la miraba. Anna Pacheco ten¨ªa nueve a?os, crec¨ªa en un barrio popular y flipaba con el taburete atornillado en la piscina de la serie y el camarero que serv¨ªa una copa mientras el protagonista estaba all¨ª sentado.
En 2008, cumpli¨® 17 a?os. Acaba bachillerato, empieza Periodismo, trabaja en el Starbucks del centro comercial La Maquinista. Tambi¨¦n ahora revisa aquella experiencia laboral. ¡°Fue un intento de glamurizar un centro comercial alejado del centro. Quer¨ªan atraer precisamente a un perfil de visitante guiri, que gastara m¨¢s dinero¡±, me explica. Podr¨ªa ser corista de la nueva canci¨®n Miracle a les Planes, de Guillem Gisbert. El cantante de Manel, que acaba de publicar disco en solitario, tambi¨¦n estudi¨® Periodismo y dos d¨¦cadas despu¨¦s piensa su experiencia. Habla de un plan malvado de la juventud en el pr¨®logo a la crisis: ¡°Quer¨ªamos encajar, como buenos ni?os de clase media y de Letras¡±. A principios de 2013, Pacheco fue tres meses becaria en la redacci¨®n de EL PA?S en Barcelona y durante un a?o largo El Peri¨®dico acoge el blog J¨®venes (sobre) salientes, que hasta principios de 2015 escrib¨ªa con su amiga y periodista Andrea G¨®mez. Exactamente lo que tocaba.
Lleg¨® la hora del bum de las revistas digitales. Pacheco fue editora en Vice, donde escrib¨ªa con mirada feminista, y redactora en Playground, una revista guay de cuya existencia los boomers ¡ªmon semblable, mon fr¨¨re¡ª ni nos enteramos. Sus v¨ªdeos, con millones de visitas, estaban pensados, elaborados y dirigidos a mileniales. La evoluci¨®n de la empresa, considerada un unicornio por inversores extranjeros, desvela c¨®mo se hinch¨® la burbuja digital, como narra Carlo Padial en la novela Contenido. Luna Miguel, redactora y editora de la revista, sintetiz¨® la aceleraci¨®n de aquella espiral. ¡°Pasamos de currar seis personas en el sal¨®n de un piso a tener una redacci¨®n de dos plantas, y de ah¨ª a un edificio enorme al que solo le faltaban las mesas de pimp¨®n para ser una parodia de Google¡±.
Para dise?ar la sede en el barrio del Poblenou se abri¨® un concurso en el que participaron varios estudios. Una de las propuestas fue del Estudio Brava. El proyecto est¨¢ colgado en la Red y el dise?o y su filosof¨ªa son la met¨¢fora de una ¨¦poca. ¡°El disfrute del trabajo: La ruptura de los l¨ªmites convencionales entre lo privado y lo p¨²blico de una empresa, entre representaci¨®n y producci¨®n, es uno de los puntos de partida de nuestra propuesta. El proyecto trata de reforzar esta ambig¨¹edad: lugares donde se trabaja, pero tambi¨¦n para el disfrute, la charla o el descanso¡±. Estudio Brava no gan¨® el concurso. No se construir¨ªa ninguna de las propuestas. Pero Playground continuaba. All¨ª curraron, entre muchos otros, Christian Flores, Alba Mu?oz, Pol Mallafr¨¦, Ignacio Pato, Anna Pazos, Antonio J. Rodr¨ªguez, Eudald Espluga. Tambi¨¦n Pacheco. All¨ª public¨® aquel art¨ªculo sobre el Mobile. Pero un cambio del algoritmo de Facebook acab¨® con el sue?o. El n¨²mero de visitas cay¨® en picado. En 2018, la burbuja explot¨®. Hoy el barrio est¨¢ cada vez m¨¢s gentrificado, m¨¢s ocupado por los expats.
Durante el ERE de Playground, Espluga recibi¨® el encargo de escribir No seas t¨² mismo. Apuntes sobre una generaci¨®n fatigada. En una entrevista sobre el libro, le habl¨® a Noelia Ram¨ªrez de la necesidad de ¡°organizarse colectivamente para cuestionar las condiciones de explotaci¨®n¡±. Fue en ese periodo, mientras arrancaba el podcast Ciberlocutorio con Andrea Gumes, cuando Pachecho escribi¨® Listas, guapas, limpias. La protagonista crece en un barrio popular, de donde es su novio, pero al entrar en la Universidad vive un proceso de desclasamiento que la desconcierta. Se l¨ªa con un pijo cultureta con piso en Gr¨¤cia y que no es consciente que es progre porque es privilegiado. Un d¨ªa, se atreve a cuestionarle sus certezas: ¡°?No me puedo creer que no te des cuenta de que eso que t¨² has hecho no puede hacerlo todo el mundo!¡±. Pacheco, sin moralina, mira la realidad para que nos demos cuenta. ¡°Ve, all¨ª donde todos miran, algo que no todos ven¡±, para decirlo con Mart¨ªn Caparr¨®s.
Pacheco ¡®ve, all¨ª donde todos miran, algo que no todos ven¡¯, para decirlo con Mart¨ªn Caparr¨®s¡±.
Mira a los directivos para tratar de construir una etnograf¨ªa de la ¨¦lite. No es f¨¢cil. ¡°Por qu¨¦ no contamos la riqueza¡± se preguntaba Leila Guerriero en Zona de obras. Sin su perfil, escrib¨ªa la autora de La llamada, ¡°seguiremos despejando solo una equis, una parte de la ecuaci¨®n¡±. Pacheco lo hizo en la feria inmobiliaria The District, infiltrada como emprendedora, para escribir una cr¨®nica memorable en el Quadern. Otro mirador privilegiado es el hotel de lujo. Pero la infiltraci¨®n a trav¨¦s de los sindicatos la llev¨® a contemplar otra realidad. Porque en este caso dif¨ªcilmente podr¨ªa ser aceptada por los altos cargos o por los clientes. Opt¨® por fijar su mirada en quienes hacen posible el lujo e indagar sobre c¨®mo les afecta el contacto con este tipo de clientes. Como le sucedi¨® desde el George Orwell de El camino a Wigan Pear hasta los recientes Por cuatro duros, de Barbara Ehrenreich, o La trinchera dom¨¦stica, de Cristina Barrial, el ejercicio de observaci¨®n la llev¨® a descubrir tanto la mec¨¢nica como las paradojas de la explotaci¨®n laboral contempor¨¢nea. Reflexiona sobre ello o, en ocasiones, simplemente transcribe discursos de directivos, mandos intermedios o mensajes que los trabajadores dejan en las redes. No hay paternalismo. Hay mirada y hay denuncia. ¡°Los trabajadores han sido despose¨ªdos de una de las informaciones m¨¢s b¨¢sicas sobre su labor: el tiempo que pasan realiz¨¢ndola¡±.
Durante meses se pase¨® por el hotel, habl¨® con los trabajadores, asisti¨® a reuniones sindicales, corporativas o fiestas de Navidad. ¡°El d¨ªa m¨¢s cr¨ªtico fue la segunda reuni¨®n con el director de Recursos Humanos de uno de los hoteles. La primera reuni¨®n hab¨ªa pasado inadvertida en calidad de asesora sindical. Me puse al fondo de la mesa y tomaba notas. Ese d¨ªa me fij¨¦ que en el acta del d¨ªa figuraba mi nombre y, por eso, tem¨ªa que para el segundo d¨ªa de reuni¨®n quiz¨¢s alguno de los gerentes me hab¨ªa buscado en internet¡±. No pas¨® nada, pero hizo lo posible para preservar el anonimato mientras tomaba notas o grababa las reuniones. No tard¨® en ver el lugar al que vamos y no vemos donde estamos. As¨ª lo categoriza en el ensayo: ¡°Un turismo que no se hace solo, sino que lo hacen trabajadores a cambio de miseria¡±.
Sobre ese turismo ¡ªsobre su modelo de ciudad y la utop¨ªa de la sociedad de la multinacional¡ª piensa Pacheco a medida que avanza el libro. Inevitablemente, esa reflexi¨®n la lleva a preguntarse qu¨¦ es hoy Barcelona. ¡°Me la imagino, como tantas otras ciudades globalizadas, como una gran tienda de carcasas, vac¨ªas y llenas a la vez, inquietantes¡±. Tan inquietantes como otra de las im¨¢genes que explora en Estuve aqu¨ª y me acord¨¦ de nosotros: el cementerio de los cruceros, ep¨ªlogo de una evoluci¨®n de la ciudad tur¨ªstica que mostr¨® el cortometraje View, de Odveig Klyve: cuatro minutos en los que simplemente se contempla la llegada de un macrocrucero en la ciudad noruega de Stavanger. ¡°Las calles se bloquean y se oscurecen hasta el punto de que parece que el crucero vaya a engullir las casas, del todo minimizadas en presencia del mamotreto¡±. Ese trauma, que engulle Venecia y asedia Barcelona, es el de la deshumanizaci¨®n de la ciudad porque el lobby del turismo manda donde el turismo se convierte en la principal actividad econ¨®mica.
Pido la cuenta: 14 euros por dos bebidas. No me atrever¨¦ a pasarla a administraci¨®n del peri¨®dico. Al volver al paseo de Gr¨¤cia, miro la fachada del hotel. Son varias columnas con frisos del escultor Frederic Mar¨¨s. Visibilizan el progreso. Desde trabajadores del sector primario hasta obreros industriales. Un barco, un ferrocarril, un avi¨®n. Al llegar a casa enciendo el ordenador y leo un mensaje de Pacheco. ¡°Hace una semana me ha llamado una de las personas con las que trat¨¦ para contarme que acaba de ser despedida del hotel. Es un trabajador que llevaba m¨¢s de 10 a?os trabajando ah¨ª. En su carta de despedido, pone, entre otras cosas, que es violencia decirle a un superior ¡®estoy hasta la polla¡±.
Estuve aqu¨ª y me acord¨¦ de nosotros. Una historia sobre turismo, trabajo y clase
Anagrama, 2024
152 p¨¢ginas. 11,90 euros
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