Este art¨ªculo es genial
Si aplicamos a una obra de arte el mismo adjetivo que a la hora de una cita, su devaluaci¨®n se vuelve inevitable
Dos turistas salen del Museo Arqueol¨®gico y una de ellas pregunta: ¡°?Qu¨¦ me dices de La dama de Elche?¡±. Y su compa?era exclama: ¡°?Genial!¡±.
Le cuenta una alumna a otra por WhatsApp: ¡°Ma?ana es viernes¡±. Y su amiga le contesta: ¡°?Genial!¡±.
Tres aficionados observan por dentro el nuevo Bernab¨¦u, y se le oye a uno: ¡°Menuda obra. Es genial¡±.
El adjetivo ¡°genial¡± aumenta exponencialmente en el uso y baja por tanto en su cotizaci¨®n.
¡°?Qu¨¦ te parece vernos ma?ana a las cinco?¡±. ¡°Genial¡±.
¡°?Qu¨¦ opinas del Guernica?¡±. ¡°Genial¡±.
Si aplicamos a una obra de arte el mismo adjetivo que a la hora de una cita, su devaluaci¨®n se vuelve inevitable.
Poco a poco, todos nos convertimos en geniales, a la altura de los grandes artistas. Compartimos con ellos un mismo adjetivo, todo un lujo. Un lujo genial. Incluso este art¨ªculo es genial. Es genial que se publique, es genial que usted tenga tiempo para leerlo, ser¨ªa genial que le gustase. Y usted tambi¨¦n es genial. Pero lamento desencantarle: hoy en d¨ªa, ser genial ya no significa gran cosa.
Ahora bien, la persona genial que lea estas l¨ªneas no habr¨¢ de entender que el t¨¦rmino se aplic¨® mal en los ejemplos aportados. El Diccionario los ampara, porque incluye las equivalencias ¡°placentero, que causa deleite o alegr¨ªa¡± y ¡°magn¨ªfico, estupendo¡±, adem¨¢s de su m¨¢s arraigado sentido: ¡°Que revela genio creador¡±. Este ¡°genio¡± deriva a su vez del lat¨ªn Genius, la divinidad particu?lar de cada persona, que nac¨ªa y mor¨ªa con ella.
El problema, como en tantas ocasiones, no se halla en el uso, sino en el abuso. Se trata de un asunto de estilo; no de correcci¨®n o incorrecci¨®n.
El Diccionario de las academias acaba de incorporar a cada palabra definida unos cuantos sin¨®nimos. A ¡°genial¡± le corresponden ¡°ingenioso¡±, ¡°ocurrente¡±, ¡°agudo¡±, ¡°perspicaz¡±, ¡°gracioso¡±, ¡°divertido¡±, ¡°magistral¡±, ¡°sobresaliente¡±, ¡°talentoso¡±, ¡°magn¨ªfico¡±, ¡°estupendo¡±, ¡°excelente¡±, ¡°espl¨¦ndido¡±, ¡°formidable¡±, ¡°extraordinario¡±, ¡°maravilloso¡±, ¡°macanudo¡±, ¡°ch¨¦vere¡±, ¡°bac¨¢n¡±, ¡°bacano¡±, ¡°guay¡± y ¡°chachi¡±. Como se ve, en la lista se despliegan todos los registros de la lengua ¡ªm¨¢s cultos o m¨¢s coloquiales o jergales¡ª y sus diferentes variedades geogr¨¢ficas. Y hay donde elegir.
En teor¨ªa, con eso queda resuelto el problema, ?no?: voy al Diccionario y encuentro c¨®mo sustituir ¡°genial¡± por otra palabra m¨¢s estilosa. ?No necesito leer tantos libros¡! Pero, ay, apenas existen sin¨®nimos absolutos. Ni siquiera ¡°comenzar¡± y ¡°empezar¡± lo son: no se entiende lo mismo en ¡°no empieces otra vez con eso¡± que en ¡°no comiences otra vez con eso¡±. Lo primero se le puede decir a un pesado, y lo segundo a un alumno de Periodismo.
Del mismo modo, el equivalente ¡°perspicaz¡± servir¨ªa como alternativa para ¡°es una observaci¨®n genial¡±. Pero ser¨ªa raro contestar que el pescado de un restaurante nos ha parecido perspicaz.
No pretendemos reconvenir a nadie por su lenguaje coloquial ¡ªs¨ª a los periodistas que copian la tendencia¡ª, siempre que sepa cambiar de registro cuando la situaci¨®n lo requiere. Intentamos interpretar los fen¨®menos sociales. La riqueza al elegir adjetivos muestra el inter¨¦s hacia la lengua y sus matices. Por el contrario, la pobreza de vocabulario nos suele hablar de escasez de lecturas o pereza mental, todo lo cual provoca dificultades para argumentar y para convencer o seducir con la palabra.
Ahora, si al personal no le apetece aumentar su l¨¦xico y repetirse a cada rato¡ pues nada: genial.
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