¡®Els criminals¡¯: libertad sexual antes de la tormenta
La adaptaci¨®n del texto de Ferdinand Bruckner en el TNC de Barcelona recuerda que el ideal de justicia sigue siendo un tema plenamente vigente
Los mecanismos que llevan a un director a elegir un texto son un misterio. Algunas obras escritas hace 100 a?os nos siguen interpelando, otras han envejecido mal y tienen que pasar por el sal¨®n de belleza. A veces, el cambio de imagen es tan radical que hay que preguntarse por qu¨¦ el director no ha escrito, directamente, otra obra. Con Els criminals, la nueva propuesta de Jordi Prat i Coll a partir del texto de Ferdinand Bruckner, pasa un poco esto ¨²ltimo. Es innegable que la justicia sigue siendo un tema de gran vigencia, y que algunas de las reflexiones de Bruckner sobre la criminalidad a¨²n dan en el clavo. Aun as¨ª, da la sensaci¨®n de que el director no acaba de confiar del todo en el texto, porque le a?ade un pr¨®logo, un ep¨ªlogo y todo tipo de morcillas textuales.
Jordi Prat i Coll no le tiene miedo a la Sala Gran del TNC, como ha demostrado en montajes como el tronchante Els jocs florals de Canprosa, de Rusi?ol, o el fin¨ªsimo La rambla de les floristes, de Sagarra. En esta ocasi¨®n, los hallazgos se encuentran especialmente en la puesta en escena. Laura Clos ha creado tres espacios que funcionan tanto en el ¨¢mbito est¨¦tico como en el dramat¨²rgico: el edificio del primer acto, puro 13, Rue del Percebe, el tribunal del segundo (sobrio minimalismo en negro) y el cabar¨¦ del tercero. Dani Espasa firma la banda sonora y dirige a Jordi Cornudella (piano y clarinete), Jordi Santanach (clarinete y saxo) y Dick Them (contrabajo), con melod¨ªas que gui?an el ojo al jazz de los a?os veinte y a Kurt Weill (gran momento donde se entremezclan ecos de Lili Marleen con Mackie el Navaja). Montse Colom¨¦ mueve y hace bailar a los int¨¦rpretes con su elegancia y gracia habituales, y la compa?¨ªa se entrega al juego con ganas. Es la dramaturgia, la adaptaci¨®n de Prat i Coll la que no acaba de funcionar, y que hace que Els criminals sea un espect¨¢culo extra?o, que no tiene claro en qu¨¦ direcci¨®n avanzar.
La compa?¨ªa se entrega al juego con ganas. Solo la dramaturgia no acaba de funcionar y lo convierte en un espect¨¢culo extra?o
Pasando al apartado interpretativo, se nota que Joan Carreras se lo pasa bomba en el papel de buscavidas encantador, con un ep¨ªlogo final donde sintetiza a Chaplin con Liza Minelli y The Rocky Horror Picture Show. Cristina (ojazos) Plazas brilla especialmente en el segundo acto, entreg¨¢ndose con gusto al juego que propone el director: expresionismo berlin¨¦s y homenaje a Carles Santos, antinaturalismo y Sprechgesang. Maria Rodr¨ªguez Soto es una Ernestina un tanto acelerada al inicio, que encuentra su equilibrio en el segundo y el tercer acto. La parte joven del elenco es la m¨¢s floja, exceptuando unos solventes Marc Tarrida Aribau, Eric Balb¨¤s o Carme Mil¨¢n. Nos quedamos con ganas de que Kathy Sey y Carles Roig tengan m¨¢s tela que cortar en este drama coral.
Como tan bien retrat¨® el Cabaret de Bob Fosse, la felicidad y la libertad sexual de la Rep¨²blica de Weimar se ver¨ªa truncada con la llegada de los nazis al poder. En el tercer acto, el edificio de los vecinos se ha convertido en un tugurio de mala vida, donde el antisemitismo y la desconfianza entre iguales ya ha hecho acto de presencia. Sabemos que hay que estar alerta: el fascismo siempre acecha, esperando pacientemente al otro lado de la puerta. La imagen final del espect¨¢culo, sin embargo, es tan bizarra que echa por tierra todo lo que se hab¨ªa construido hasta ese momento. El p¨²blico aplaude, extra?ado. Recordaremos este final durante mucho tiempo.
¡®Els criminals¡¯. Texto: Ferdinand Bruckner. Direcci¨®n: Jordi Prat i Coll. TNC. Barcelona. Hasta el 26 de mayo.
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