Gozoso retorno en el TNC a ¡®La Rambla de les Floristes¡¯
Jordi Prat i Coll ofrece una versi¨®n de la obra de Sagarra que no hay que perderse
Sentimental, divertido y fervoroso militante en la reivindicaci¨®n de cl¨¢sicos tan geniales de la escena catalana como Josep Maria de Sagarra, Jordi Prat i Coll convierte el montaje de La Rambla de les Floristesque dirige en la Sala Gran del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) en una orgullosa declaraci¨®n de amor por un teatro popular catal¨¢n de calidad injustamente olvidado. ?Qu¨¦ gozada de texto! Prep¨¢ranse para disfrutarlo con un buen equipo de actores encabezado por una Rosa Boladeras en estado de gracia que llena de vida el fresco y luminoso catal¨¢n de este gran sainete en verso de Sagarra.
Mucho m¨¢s comedido que en su delirante y gamberro montaje de Els Jocs Florals de Camprosa, de Santiago de Rusi?ol, con el que triunf¨® la pasada temporada, Prat regresa al TNC para defender de nuevo, con respeto, pasi¨®n y convicci¨®n, el valor del mejor teatro popular catal¨¢n del pasado siglo. La obra de Sagarra es perfecta en su estructura porque ofrece lo que promete, que no es otra cosa que teatro popular de alta calidad que hay que disfrutar con sus aciertos y convencionalismos.
El peaje a la modernidad en algunas escenas del montaje ¡ªcon movimiento coreogr¨¢fico de Montset Colom¨¦¡ª marca una prudente distancia frente al universo costumbrista ¡ªatenci¨®n a las fechas¡ª de esa Rambla de 1867 (un a?o antes de la Revoluci¨®n del 68) que Sagarra perfila en 1935 (con la Guerra Civil a la vuelta de la esquina). Otro dato tremendo: desde su estreno, no se ha vuelto a representar profesionalmente en un teatro hasta la fecha.
La escenograf¨ªa de Laura Clos "Closca" evoca el paso del tiempo, de la explosi¨®n de color primaveral al invierno blanquecino. Prat i Coll a?ade, a modo de pinceladas visuales y sonoras, referencias a tiempos m¨¢s cercanos, desde los vendedores ambulantes y las estatuas humanas al horror del atentado terrorista.
Nada de ello afecta al vital retrato urbano de ¨¦poca, como retablo feroz de las miserias de la burgues¨ªa nostrada, que el genial escritor catal¨¢n pinta con un talento teatral fuera de serie. La Rambla es pura vida popular y Ant¨°nia, la protagonista de la pieza, encarna la esencia de una Rambla que es m¨¢s de las floristas que de las flores. La Ant¨°nia es una mujer curtida en amores y desenga?os, sin pelos en la lengua, que destila una iron¨ªa con un punto de amargura y no deja que los sue?os maquillen la dura realidad. Es una criatura teatral tan referencial como el Sr. Esteve de Rusi?ol. Y Boladeras est¨¢ que se sale.
Gran actriz, con una dicci¨®n clara que respira con naturalidad y desparpajo la musicalidad, frescura e ingenio que Sagarra destila con un catal¨¢n que fluye sin artificios, con cercan¨ªa y sabor popular: los personajes son tal como hablan en una galer¨ªa variopinta; pol¨ªticos sin escr¨²pulos, esposas y queridas ofendidas, j¨®venes muy pobres y muy enamorados, usureros, curas, burgueses y ga?anes...
Destacan en el reparto coral Xavier Ripoll (Don Ramon), Albert P¨¦rez (Sr. Puiggr¨®s), Jacob Torres (Sr. Ban¨²s), Albert Ausell¨¦ (Llu¨ªs), Marina Gatell (Leonor) y la pareja de jovencitos enamorados formada por Clara Altarriba (Carmeta) y David Anguera (Tonet); a su cargo corren las canciones y piezas para piano de Dani Espasa que, bien con elegante aroma de sal¨®n, bien con aires modernos, ilustran algunas escenas sin voluntad de musical al uso.
En 1986, TV3 estrenaba su primera producci¨®n de dram¨¢ticos con una versi¨®n de La Rambla de les Floristes, dirigida por Orestes Lara y protagonizada de forma genial por Rosa Mar¨ªa Sard¨¢, con la que Prat i Coll se enamor¨® de la obra. Ahora la lleva a escena contando con otra genial protagonista, y lo hace con una mezcla de amor, admiraci¨®n y talento que emociona y reconforta. No se la pierdan.
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