Adam Thirlwell, el autor que reescribe el pasado: ¡°El monoling¨¹ismo me parece una idea terrible y totalitaria¡±
El escritor fue una de las promesas de la literatura brit¨¢nica cuando debut¨® con ¡®Pol¨ªtica¡¯ a los 24 a?os. Convertido a la prosa experimental, vuelve con ¡®El futuro futuro¡¯, una novela hist¨®rica que habla del presente y busca las ra¨ªces del Me Too, la erosi¨®n del patriarcado y la cultura de la celebridad
Veinte a?os despu¨¦s de debutar con un peque?o fen¨®meno como Pol¨ªtica, Adam Thirlwell (Londres, 1978) ha escrito cuatro novelas asombrosas, volubles y exigentes, siempre en la frontera con la literatura experimental. La ¨²ltima, El futuro futuro (Anagrama), se sit¨²a en el Par¨ªs revolucionario del siglo XVIII, donde Celine, dama en la corte del delf¨ªn, es v¨ªctima de escarnio en un panfleto pornogr¨¢fico, hasta que decide recuperar el control sobre el relato de su vida. Algo parecido a lo que hizo Kim Kardashian, que se hizo famosa por una sex tape y que, sin duda, ahora r¨ªe la ¨²ltima. Thirlwell firma una novela hist¨®rica que, en realidad, habla del presente (y del futuro, viaje a la Luna incluido), del Me Too, de la erosi¨®n del patriarcado o de la cultura de la celebridad. El autor, que estos d¨ªas escribe un libro sobre el reciente divorcio de sus padres, nos recibi¨® en su casa del barrio londinense de Camden.
Pregunta. Zadie Smith, contraria durante a?os a una literatura desconectada del presente, dice que ¡°los ingleses est¨¢n constitucionalmente cautivados por el pasado¡±, lo que no quita que ella misma acabe de publicar su primera novela hist¨®rica, The Fraud.
Respuesta. Es gracioso, porque tanto Zadie como yo nos hemos pasado media vida burl¨¢ndonos de esa obsesi¨®n brit¨¢nica por la novela hist¨®rica, de la reverencia ante la realeza y ante nuestro pasado, y los dos hemos acabado escribiendo una. Yo intent¨¦ firmar una novela hist¨®rica distinta, influida por la tradici¨®n latinoamericana. Por ejemplo, por Ricardo Piglia o Alejo Carpentier, quienes me ense?aron que un escritor puede cambiar el pasado y ser jugueton con ¨¦l. O Zama, de Antonio di Benedetto, que es una novela contempor¨¢nea sobre los a?os sesenta, solo que ambientada en el siglo XVIII. Tuve la idea antes del Brexit, pero obviamente qued¨® muy influida por todo lo que ha sucedido desde entonces. El libro se opone a la idea del Reino Unido como una isla incomunicada.
P. Es inevitable pensar, pese a todo, en el Orlando de Virginia Woolf.
R. Es el modelo que ten¨ªa en el fondo de la mente, sin ser consciente de ello. Lo le¨ª de adolescente y me impresion¨® mucho. Tal vez sea la novela hist¨®rica m¨¢s libre de todas. Al darme cuenta de que estaba siguiendo los pasos de Woolf, lo rele¨ª durante la escritura de mi libro y fue como si me autorizara a volverme tan loco como quisiera. Es un libro que se mueve libremente en el tiempo y el espacio y que est¨¢ protagonizado por un personaje cambiante. Es una novela sensual, deliciosa e interesada, de una manera casi extravagante, en la ropa, la comida, el sexo y el cuerpo. Orlando es como un abuelo o abuela de mi libro.
P. En Dysphoria Mundi, Paul B. Preciado, otro fan de Orlando, analiza los tres negacionismos modernos que nos gobiernan: el del cambio clim¨¢tico, el de la colonizaci¨®n y el del g¨¦nero. ?Refleja su novela esa misma teor¨ªa?
R. Es curioso que lo mencione, porque lo le¨ª al terminar la novela. Cuando Preciado escribe que la sociedad moderna se construye sobre esas negaciones, sent¨ª que compart¨ªamos algo fundamental. Quise escribir sobre un personaje que se opone al control de los dem¨¢s y sobre la dificultad que eso supone, sobre todo para una mujer. En el fondo, este es un libro sobre la emancipaci¨®n de la mujer, sobre la reconciliaci¨®n con la naturaleza y sobre el origen filos¨®fico del momento actual.
P. Al llegar a la Luna, Celine se encuentra con una sociedad liberada e igualitaria, en la que el g¨¦nero es fluido, la monogamia est¨¢ prohibida y el conocimiento se adquiere por ¨®smosis. Parece sugerir es que el progreso, si es que todav¨ªa creemos en esa palabra, comportar¨¢ un cambio de paradigma que ya empezamos a presenciar.
R. De forma general, probablemente sea cierto. Ese viaje a la Luna es un homenaje al siglo XVIII. En las novelas de ese tiempo, el narrador usaba las sociedades lunares como alegor¨ªas ocultas de una civilizaci¨®n mejor, como Julio Verne o, antes, Cyrano de Bergerac. Pero la diferencia entre un ensayo y una novela es que la segunda siempre es m¨¢s ambigua. Sus valores suelen entrar en conflicto y no deben permitir las lecturas binarias. Quise que mi libro fuera un poco m¨¢s contradictorio: esos hombres tan ilustrados que rodean a Celine permiten que las mujeres participen en sus elevados debates y, a la vez, son extremadamente mis¨®ginos.
¡°Autores como Ricardo Piglia o Alejo Carpentier me ense?aron que un escritor puede cambiar el pasado y ser jugueton. Quise escribir una novela hist¨®rica que fuera un libro contempor¨¢neo y no solo un ejercicio de nostalgia¡±
P. Esta es su primera novela en ocho a?os. Antes, solo ha escrito tres m¨¢s desde que debut¨® con Pol¨ªtica a los 24 a?os. ?Se considera un escritor lento?
R. Suelo escribir un libro cada cinco a?os, pero esta vez he tenido algunos obst¨¢culos: tuve una hija a la que quise cuidar activamente y escrib¨ª un guion basado en mi novela Estridente y dulce, que al final no se rod¨®, adem¨¢s de otros proyectos en el mundo del arte. En 2019 me sent¨¦ a escribir, pero entonces lleg¨® la pandemia. En los ¨²ltimos a?os han pasado muchas cosas y necesitaba encontrar una forma de incluirlas que no fuera directa o grosera. Por ejemplo, lo que ha pasado con esos hombres que se definen a s¨ª mismos como progresistas, pero que lo son muy poco en su comportamiento sexual, en su manera de tratar a las mujeres. Podr¨ªa haber escrito con m¨¢s rapidez, pero me tom¨¦ mi tiempo. Alejandro Zambra me mand¨® una cita de Juan Ram¨®n Ribeyro: ¡°Una novela no es como una flor que crece sino como un cipr¨¦s que se talla¡±. As¨ª me siento con este libro: fue como un bosque salvaje al que ten¨ªa que poner orden.
P. Charles P¨¦guy dec¨ªa que el mundo cambi¨® m¨¢s entre 1880 y 1914 que desde el Imperio Romano. ?Vivimos algo parecido? ?El mundo ha cambiado m¨¢s desde 2016 que en el ¨²ltimo siglo?
R. No puedo pensar en ning¨²n otro periodo de nuestras vidas en el que haya habido tantos cambios sustanciales. Pero tambi¨¦n creo que existe una gran necesidad humana de creer que uno vive en el momento m¨¢s importante de la historia de la humanidad. En todas las ¨¦pocas hist¨®ricas se ha pensado lo mismo. Uno de los asuntos que trata el libro es si realmente se produce un cambio real. ?Hasta qu¨¦ punto el antiguo patr¨®n pervive? Dicho lo cual, en Europa se han producido muchas transformaciones en este tiempo. Nos hemos vuelto m¨¢s conscientes de que todo tiene una implicaci¨®n pol¨ªtica y de que el poder est¨¢ p¨¦simamente distribuido. Si lo hubiera terminado en 2015, ser¨ªa un libro muy diferente.
P. Usa anacronismos con abundancia: en su libro hay gasolineras y autopistas, utiliza palabras como ¡°fascismo¡± avant la lettre y nombres de locales en el Nueva York actual. ?Por qu¨¦ motivo?
R. Para escribir una novela hist¨®rica que fuera un libro contempor¨¢neo y no solo un ejercicio de nostalgia. Por otra parte, a los libros hist¨®ricos no se les perdona el m¨¢s m¨ªnimo anacronismo. Se consideran fracasos del autor. Yo decid¨ª multiplicarlos para que nadie pudiera criticarme. Se han identificado como anacronismos cosas que no lo eran: por ejemplo, las protestas contra la pol¨ªtica de deforestaci¨®n del Gobierno franc¨¦s en 1790, que fueron reales, o la presencia en el libro de un diplom¨¢tico transg¨¦nero, Chevalier d¡¯Eon, que en realidad existi¨®. O muchas de las cosas que cuento sobre Beaumarchais como agente secreto de Luis XV, que es a lo que se dedic¨® antes de hacerse famoso con Las bodas de Figaro.
P. En el libro, hay otro supuesto anacronismo que no lo es: la cultura de la celebridad, los influencers y los antepasados de las redes sociales. ?Todo eso se invent¨® en el siglo XVIII?
R. Lo que le ha pasado a Kate Middleton ya lo vivi¨® Mar¨ªa Antonieta: la visibilidad del monarca era tal que, cuando desaparec¨ªa, los rumores se multiplicaban. Hace unos a?os me propusieron escribir una cr¨ªtica de un libro de Kim Kardashian, Me, que recog¨ªa todos sus selfis. Para mi sorpresa, encontr¨¦ algo muy conmovedor en ¨¦l: la trasformaci¨®n gradual de una persona en una imagen, y de una privacidad que se va volviendo p¨²blica, que no es privada en absoluto. Escrib¨ª esa cr¨ªtica en 2017, as¨ª que debi¨® de tener alguna influencia en este proyecto. La celebridad siempre es la transformaci¨®n de una persona, especialmente una mujer, en imagen. ?C¨®mo se aleja uno, sobre todo si es mujer, de esa cosificaci¨®n? ?Y c¨®mo la utiliza, a veces, para sus propios fines? Tambi¨¦n me fascinaba el funcionamiento de la Revoluci¨®n Francesa: quien hab¨ªa sido plenamente liberal de repente era visto por alguien m¨¢s radical como insufriblemente conservador. Y, por lo tanto, brutalmente atacado y guillotinado.
P. ?Es eso lo que vemos hoy, la ejecuci¨®n simb¨®lica de los valedores del antiguo paradigma?
R. S¨ª, y de ah¨ª la sensaci¨®n de angustia que experimentan quienes en otro tiempo fueron, por as¨ª decirlo, liberales, y que ahora se despiertan y descubren que el mundo los considera reaccionarios. Es una nueva versi¨®n de la lucha generacional, que se ha desviado hacia lo ¨¦tico y lo pol¨ªtico. En la novela todo puede cambiar: un personaje cree ser bueno, hasta que se da cuenta de que todos somos el villano de alguien.
¡°Los no jud¨ªos me defin¨ªan como jud¨ªo y, al rev¨¦s, los jud¨ªos me dec¨ªan que yo no era un jud¨ªo de verdad. Vivir en esa frontera siempre es dif¨ªcil, crea un antagonismo permanente¡±
P. Tambi¨¦n hay en el libro un discurso bastante moderno sobre la identidad, entendida como algo elegido y no algo impuesto por la genealog¨ªa.
R. Psicoanal¨ªticamente, debe de estar relacionado con el hecho de ser medio jud¨ªo. Siempre he estado entre dos culturas diferentes, sin ser ni de una ni de la otra. Para m¨ª, el juda¨ªsmo representaba a los escritores que amaba, a esos novelistas centroeuropeos que viv¨ªan en el exilio y que hablaban varios idiomas. La cuesti¨®n de la identidad no la tengo del todo resuelta...
P. ?Tiene una relaci¨®n conflictiva con su juda¨ªsmo?
R. Eso dar¨ªa para otra entrevista¡ [risas]. El juda¨ªsmo es algo muy espec¨ªfico de cada uno. Crec¨ª en una zona jud¨ªa del norte de Londres ¡ªlejos del centro, lo que produjo en mi un horror respecto a las periferias urbanas¡ª, la mayor¨ªa de mis amigos fueron jud¨ªos y me sent¨ª mucho m¨¢s cercano a la mitad jud¨ªa de mi familia. Y, al mismo tiempo, no fuimos religiosos ni hice mi bar mitzv¨¢. Est¨¢bamos profundamente asimilados. Los no jud¨ªos me defin¨ªan como jud¨ªo y, al rev¨¦s, los jud¨ªos me dec¨ªan que yo no era un jud¨ªo de verdad. Vivir en esa frontera siempre es dif¨ªcil, crea un antagonismo permanente. Y luego est¨¢ la cuesti¨®n de Israel, que le a?ade a¨²n m¨¢s complejidad, a¨²n m¨¢s en este momento. Pero el juda¨ªsmo es un aspecto fundamental en mi manera de pensar. Tiene relaci¨®n con ese espacio intermedio, con la idea de traducci¨®n.
P. El libro tambi¨¦n habla del fracaso del lenguaje. Al llegar a la Luna, Celine descubre que la traducci¨®n ya no es necesaria: todo el mundo habla todas las lenguas.
R. Podemos verlo como algo bueno o malo. Soy optimista sobre el lenguaje y la idea de la traducci¨®n como un fracaso inherente me parece un clich¨¦. Es obviamente falso, nuestra vida cotidiana lo desmiente. En realidad, el monoling¨¹ismo me parece una idea terrible y totalitaria. La utop¨ªa ser¨ªa que todo el mundo hablara 456 idiomas. Incluso si es de manera imperfecta: el simple esfuerzo de tender un puente hacia los dem¨¢s es suficiente. Cuantas m¨¢s lenguas hablas, m¨¢s se abre tu mente. Hablar una sola, en cambio, la cierra.
El futuro futuro
Anagrama, 2024. 400 p¨¢ginas. 20,90 euros.
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