Las huellas de la represi¨®n franquista
Conocer, comprender, compartir a trav¨¦s de la lectura hechos tan terribles de nuestro pasado, ha mantenido viva la funci¨®n curativa, narrativa, de la historia. La aparici¨®n de una serie de estudios e investigaciones recientes sobre el fen¨®meno de la represi¨®n da buena fe de ello
La arqueolog¨ªa, la antropolog¨ªa y la investigaci¨®n en archivos han cambiado nuestra forma de comprender la represi¨®n franquista. Un conocimiento esclarecedor con el que vamos dejando atr¨¢s un interminable reguero de sombras, acusaciones y culpas. Oculta entre el fin de la guerra y sus consecuencias, fue silenciada por el miedo, la pobreza y la versi¨®n oficial. Qued¨® fuera de los 25 a?os de paz y del modelo de reconciliaci¨®n de la Transici¨®n. Nada, ni una sola menci¨®n en los libros de texto sobre aquella extra?a epidemia de muerte repentina que seg¨® nuestra infancia colectiva. El olvido, el paso del tiempo y la necesidad de saber. Conocer, comprender, compartir a trav¨¦s de la lectura hechos tan terribles de nuestro pasado, ha mantenido viva la funci¨®n curativa, narrativa, de la historia. La aparici¨®n de una serie de estudios e investigaciones recientes sobre el fen¨®meno de la represi¨®n da buena fe de ello.
El hallazgo de un cad¨¢ver de entre 10 y 14 a?os en el barranco de V¨ªznar (Granada) demuestra que los ni?os fueron tambi¨¦n objetivos de una violencia masiva. Una goma de borrar y un lapicero; dos orificios de bala en un peque?o cr¨¢neo, a¨²n por formar, a¨²n por identificar. Al menos el 30% de las v¨ªctimas de la represi¨®n franquista durante la guerra sigue sin registrar o en paradero desconocido. Ya no son simplemente ¡°desaparecidos¡±. La mayor¨ªa fueron maniatados y ejecutados por la espalda, sin ver nunca el frente, con un tiro en la nuca. Nada que ver con esa idea de un pelot¨®n de fusilamiento, tras un simulacro de juicio o consejo de guerra, que ha llegado a nosotros minuciosamente. Los cad¨¢veres, al principio, se dejaban como estaban, rematados en el suelo, en las cunetas o a la entrada de los pueblos. Para dar ejemplo. La mala imagen internacional forz¨® a enterrarlos, a ocultarlos en cientos de fosas comunes.
La violencia evolucion¨®, pronto se combin¨® con otros medios, desde la planificaci¨®n del golpe de Estado de 1936 a las distintas fases de la Guerra Civil. A fin de asegurar el control de la retaguardia, las autoridades militares sublevadas acordaron no hacer prisioneros entre sus l¨ªneas, tampoco entre sus colaboradores. Daba comienzo un conflicto irregular, con la Guardia Civil como actor principal, que se extendi¨® hasta 1952. Arnau Fern¨¢ndez Pasalodos documenta y conecta h¨¢bilmente este episodio con la historia europea y la Segunda Guerra Mundial en Hasta su total exterminio. La guerra antipartisana en Espa?a (Galaxia Gutenberg, 2024). El Cuartel General de Franco comenz¨® este tipo de guerra, que fue asegurada, en la larga posguerra, por el general Alonso Vega. Sin embargo, la direcci¨®n y el motor de la represi¨®n pol¨ªtica fueron siempre de naturaleza urbana. La Brigada Pol¨ªtico-Social fue el aparato preventivo fundamental de la dictadura contra cualquier forma de oposici¨®n. En los ¨²ltimos a?os del r¨¦gimen fue ampliando su radio de acci¨®n hacia todo tipo de protesta. Las detenciones se multiplicaron, sin importar la procedencia vecinal o estudiantil, sin distinci¨®n alguna entre las clases trabajadoras o medias. Su impacto aument¨® y diversific¨® el antifranquismo. Durante d¨¦cadas, la madrile?a sede de la Direcci¨®n General de Seguridad en la Puerta del Sol centraliz¨® esta labor, esencial en el mantenimiento y en la propia cohesi¨®n interna de la dictadura.
El hallazgo de un cad¨¢ver de entre 10 y 14 a?os en el barranco de V¨ªznar (Granada) demuestra que los ni?os fueron tambi¨¦n objetivos de una violencia masiva
Hoy sigue siendo misi¨®n imposible consultar su archivo, aunque se van abriendo grietas. Pablo Alc¨¢ntara, en La DGS. El palacio del terror franquista (Espasa, 2024), analiza su alcance y largo recorrido en la destrucci¨®n de toda disidencia, especialmente en su etapa final. Sus procedimientos de informaci¨®n e infiltraci¨®n, documentados por Fernando Hern¨¢ndez S¨¢nchez en Falsos camaradas (Cr¨ªtica, 2024), fueron letales en las sucesivas ca¨ªdas y desarticulaciones de todas las ramas y organizaciones clandestinas. Una labor a la que se consagraron, desde antes del final de la guerra, hombres como Roberto Conesa, maestro de Billy el Ni?o, o como los agentes Pav¨®n y Graci¨¢n con los que Jorge Marco compone El abecedario rojo (La Tormenta, 2024). Un recorrido por la formaci¨®n y especializaci¨®n de la polic¨ªa pol¨ªtica en los bajos fondos desde otra dictadura, la de Primo de Rivera.
El coste material de la prolongaci¨®n de esta guerra por todos los medios ampli¨® a¨²n m¨¢s la divisi¨®n entre vencedores y vencidos. Una enorme fractura social, de alcance masivo y generalizado, en la que las mujeres apenas figuraban como acompa?antes. Con participaci¨®n pol¨ªtica, sindical y cultural mucho antes de la guerra, sufrieron procedimientos particularmente humillantes como sujetos que hab¨ªa que marcar, doblegar y convertir. Una realidad muy alejada de la propaganda del r¨¦gimen, que tambi¨¦n fue variando en su versi¨®n falangista, tradicionalista o nacionalcat¨®lica. En Las rapadas. Memoria de la represi¨®n franquista contra las mujeres (Vizca, 2024), Mar¨ªa Ros¨®n, Lucas Platero, Ana Pol, Roc¨ªo Lanchares y Maite Garbayo muestran las marcas que dejaron esas pol¨ªticas sobre los cuerpos y las mentes de unas mujeres que sufrieron el m¨¢s duro de los castigos colectivos. Esther L¨®pez Barcel¨® reivindica su legado en El arte de invocar la memoria (Barlin Libros, 2024) abriendo portales en el tiempo que nos devuelven all¨ª, al instante en el que fueron creados sus objetos m¨¢s preciados. Como los cuadernos con los que Manolita del Arco comunicaba en clave con sus compa?eras de prisi¨®n. Un recuerdo que guard¨® y transmiti¨® su hijo Miguel Mart¨ªnez del Arco en Memoria del fr¨ªo.
Espa?a fue el pa¨ªs europeo que acogi¨® m¨¢s criminales de guerra desde 1945. As¨ª lo demuestra Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Jim¨¦nez, en Bajo el manto del Caudillo (Alianza, 2024), un ensayo con la figura de Le¨®n Degrelle como hilo conductor. Protegido durante toda la dictadura, muri¨® bien entrada ya la democracia. Un tiempo en el que se sucedieron varios intentos por llevar los cr¨ªmenes franquistas ante una Corte Penal. A finales de los a?os sesenta se intent¨® con un nuevo tipo de tribunal internacional establecido para juzgar los cr¨ªmenes de guerra cometidos en Vietnam. En Juger Franco? (La Decouverte, 2024), Sophie Baby aborda la crisis del final del franquismo y la suspensi¨®n de sus responsabilidades penales. El debate sobre sus consecuencias llega hasta la actualidad y empa?a la visi¨®n de nuestro pasado reciente. Vivimos un momento espectacular en la investigaci¨®n hist¨®rica que contrasta con la reproducci¨®n, mayor si cabe, de la misi¨®n que fijara en su d¨ªa Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n para la intelectualidad espa?ola: situar, frente a frente, el Bien contra el Mal.
Gutmaro G¨®mez Bravo es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Complutense de Madrid.
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