Masahisa Fukase, el fot¨®grafo que se reflejaba en su lente
Fue uno de los artistas m¨¢s innovadores de la escena japonesa. Sendas exposiciones re¨²nen dos de las series fundamentales de su trayectoria, donde cada imagen se convierte en un s¨ªmbolo de la existencia del autor
Primero lleg¨® el amor, luego el abandono y la desesperaci¨®n. Ella se llamaba Yoko Wanibe. Hab¨ªa llegado a Tokio procedente de Kanazawa en el verano de 1963, cuando el fot¨®grafo Masahisa Fukase (Bifuka, Hokkaido, 1934-2012) la retrat¨® por primera vez. Un a?o despu¨¦s se casaron. Durante los casi 12 a?os que dur¨® su vida en com¨²n, el artista japon¨¦s fotografiar¨ªa de forma obsesiva a su esposa. Una fijaci¨®n que ya hab¨ªa manifestado durante su primer matrimonio, durante el cual retrat¨® sin cesar a su primera mujer, Yukiyo Kawakami, quien ap...
Primero lleg¨® el amor, luego el abandono y la desesperaci¨®n. Ella se llamaba Yoko Wanibe. Hab¨ªa llegado a Tokio procedente de Kanazawa en el verano de 1963, cuando el fot¨®grafo Masahisa Fukase (Bifuka, Hokkaido, 1934-2012) la retrat¨® por primera vez. Un a?o despu¨¦s se casaron. Durante los casi 12 a?os que dur¨® su vida en com¨²n, el artista japon¨¦s fotografiar¨ªa de forma obsesiva a su esposa. Una fijaci¨®n que ya hab¨ªa manifestado durante su primer matrimonio, durante el cual retrat¨® sin cesar a su primera mujer, Yukiyo Kawakami, quien aparece retratada en Yugi (Homo Ludence), el primer fotolibro del artista, publicado en 1971.
En el verano de 1974, a pesar de que su segundo intento matrimonial ya hab¨ªa experimentado suficientes vaivenes, el fot¨®grafo encontr¨® una nueva f¨®rmula para dar rienda suelta a su irrefrenable compulsi¨®n. Cada ma?ana, en el instante en que Yoko abandonaba el edificio de su vivienda, camino a su trabajo en una galer¨ªa de arte de Tokio, Fukase disparaba su c¨¢mara haciendo uso de un teleobjetivo desde la ventana de su apartamento, en el cuarto piso de un complejo residencial suburbano. Un ritual que acabar¨ªa dando forma a Yoko, from Window. Son 20 los retratos pertenecientes a la serie que se exhiben este mes de junio dentro de la programaci¨®n de la nueva edici¨®n de Getxophoto. Si bien la anterior celebraci¨®n del festival hac¨ªa una llamada a la pausa, esta ultima anima a darle al PLAY, como lema, en una reivindicaci¨®n del juego como una actividad central en la historia de la humanidad, b¨¢sica en el aprendizaje, y en ese aspecto asociada a las artes. Cabe destacar que el festival siempre ha prestado una especial atenci¨®n a la escena de la fotograf¨ªa japonesa. De ah¨ª que, a lo largo de sus dieciocho ediciones se haya incluido la obra de artistas como Takashi Homma, Sohei Nishino, Toshinori Mizutani o Ken Kitano, entre otros.
Desde el interior del ascensor de Ereaga, durante el trayecto que une la zona de la playa con la ciudad, el espectador ir¨¢ transitando por la variedad de poses y actitudes que ofrece la protagonista ¡ªalgunas forzadas, otras naturales; a veces saluda, sonr¨ªe, juega, otras se manifiesta aburrida y contrariada¡ª. ¡°Si bien el juego se entiende como un espacio de libertad, es cierto que, en ocasiones, se caracteriza por todo lo contrario: la existencia de reglas precisas que las personas participantes deben aceptar¡±, apunta Mar¨ªa Ptqk, comisar¨ªa del festival. A¨²n as¨ª, en la serie queda reflejado un tira y afloja donde se aprecia que la experiencia de Yoko como actriz de formaci¨®n, sustenta un equilibrio que altera la tradicional din¨¢mica de poder entre el artista y su modelo.
Yoko, from Window se public¨® durante los a?os setenta en la revista japonesa Camera Mainichi. M¨¢s tarde, misteriosamente, desaparecer¨ªa durante d¨¦cadas, para volver a aparecer entre los archivos del fot¨®grafo en a?os recientes. Durante los setenta, fueron varios los fot¨®grafos que japoneses se lanzaron a publicar las fotos ¨ªntimas de sus mujeres y acompa?antes, entre ellos Nobuyoshi Araki, autor de Yoko my Love (1978). De igual forma Emmet Gowin registraba su mundo personal y afectivo en Estados Unidos. Sin embargo, el rol de Wanibe transcend¨ªa el estereotipo de musa. ¡°Fueron momentos de sofocante torpeza intercalados por destellos de excitaci¨®n violentos y casi suicidas¡±, aseguraba Yoko, despu¨¦s de su divorcio, en un art¨ªculo publicado en Camera Mainichi, titulado El ego¨ªsta incurable: ¡°Vivimos juntos 10 a?os, pero ¨¦l s¨®lo me ve¨ªa a trav¨¦s de una lente, creo que todas mis fotos son en realidad fotograf¨ªas de ¨¦l mismo¡±. Una especie de reflejo que permit¨ªa al autor ahondar con m¨¢s profundidad en s¨ª mismo. La publicaci¨®n de Yoko (Asahi Sonorama), en 1978, dos a?os despu¨¦s de su separaci¨®n, evidenciaba el tumulto de aquellos a?os vividos en pareja.
Tanto si se trataba de su esposa, de su familia, de otras personas, o de animales, los sujetos adquir¨ªan para Fukase el valor de un s¨ªmbolo de su propia existencia, de lo m¨¢s profundo de s¨ª mismo. De ah¨ª que, a lo largo de su trayectoria el autor ir¨¢ dando forma a su propia autobiograf¨ªa en forma de im¨¢genes, donde la frontera entre el arte y la vida se difumina, ayudada por el dominio exquisito de la t¨¦cnica y su capacidad para captar la esencia de la existencia m¨¢s all¨¢ de la mera representaci¨®n.
¡°Fotograf¨ªo para detenerlo todo¡±, dir¨ªa en una ocasi¨®n el autor. ¡°En ese sentido, mi obra podr¨ªa ser un tipo de venganza contra el drama de vivir¡±. El artista desarroll¨® una pr¨¢ctica importante dentro de un grupo de fot¨®grafos, entre ellos Issei Susa, Araki y Daido Moriyama asociados a lo que m¨¢s tarde se conocer¨ªa como Shi-shashin o fotograf¨ªa del Yo; una mezcla entre la ficci¨®n y la realidad que busca provocar una respuesta emocional o desconcierto. Fukase form¨® parte de los fundadores del Taller Escuela de Fotograf¨ªa (W¨¡kushoppu shashin gakk¨), influenciados por la contracultura japonesa y del innovador grupo de fot¨®grafos de posguerra reunido en la exposici¨®n New Japanese Photography, organizada por John Szarkowski en 1974 en el MoMA, con el fin de introducir la fotograf¨ªa japonesa en occidente. Sin embargo, fue un libro: Ravens, tan oscuro y melanc¨®lico como su propia vida, el que lo catapult¨® a la fama internacional. Publicado en 1986, ha sido reconocido como uno de los fotolibros m¨¢s influyentes de las ¨²ltimas d¨¦cadas. En Europa se public¨® bajo el t¨ªtulo de The Solitude of Ravens (la soledad de los cuervos)
PHotoEspa?a presenta en su ¨²ltima edici¨®n, 37 im¨¢genes, de las casi 90 que componen la serie, dentro de una exposici¨®n que puede verse en le sala Minerva del C¨ªrculo de Bellas Artes, Ravens, žõ. Se trata de la selecci¨®n m¨¢s completa que se ha expuesto a nivel mundial, en la que todas las impresiones digitales han sido extra¨ªdas de los negativos originales, y se muestra por primera vez en Espa?a, comisariada por Tomo Kosuga y Lorenzo Torres.
Cuando Yoko lo abandon¨®, en 1975, el fot¨®grafo cay¨® en una depresi¨®n que trat¨® de amortiguar con el alcohol. Durante aquellos d¨ªas comenzar¨ªa a fotografiar a esas oscuras criaturas que se posaban en los tendidos el¨¦ctricos cercanos a la estaci¨®n, donde cog¨ªa el tren de regreso a su residencia en Hokkaido. Aquellas aves, normalmente asociadas a significados cargados de superstici¨®n y mal ag¨¹ero, que dentro de la cultura japonesa presagian tiempos turbulentos, se transformaban en s¨ªmbolos del amor perdido bajo la mirada del autor. Im¨¢genes granulosas, oscuras e impresionistas, en cuyo desenfoque queda reflejado el vac¨ªo existencial. ¡°La oscuridad en su est¨¦tica no solo refleja su estado de ¨¢nimo sombr¨ªo, sino tambi¨¦n una querencia por la cultura tradicional japonesa, especialmente la cultura zen¡±, apunta el comisario. La dualidad entre la vida y la muerta queda reflejada en el sombr¨ªo vuelo de los cuervos y en el desolador graznido que el espectador cree escuchar. Pero no son solo aves los pobladores de este dram¨¢tico periplo. Encontraremos misteriosos paseantes, gatos, peces, tambi¨¦n ni?as de uniforme cuyos cabellos revolotean con el viento como el salvaje aleteo de un ave apresada por sus propios demonios
Como en El cuervo, el poema de Edgar Allan Poe, el cuervo ¡ª¡°vagabundo en la tiniebla¡±, como lo llamaba el autor norteamericano¡ª visita al amante afligido en su descenso hac¨ªa la locura para recordarle a su amada, y repetirle: ¡°Nunca m¨¢s¡±. Sin embargo, el fot¨®grafo continu¨® fotografiando cuervos, hasta que en 1982 contrajo nuevamente matrimonio. Al acabar la serie, llegar¨ªa incluso a asegurar que se hab¨ªa convertido en un cuervo. Parece que, justo antes del accidente que sufri¨® en 1992 ¡ªse cay¨® por escalera en un bar¡ª, existi¨® la intenci¨®n por parte del fot¨®grafo de combinar sus im¨¢genes con fragmentos de poema. No pudo ser. Fukase entr¨® en un coma durante veinte a?os, del cual nunca sali¨®. Muri¨® el 9 de junio de 2012.
¡®Yoko, from Window¡¯. Masahisa Fukase. Getxophoto. Ereaga Igogailua-Ascensor. Getxo. Bizkaia. Hasta el 30 de junio.
¡®Ravens, žõ'. Masahisa Fukase. Sala Minerva. C¨ªrculo de Bellas Artes. Madrid PHotoEspa?a. Hasta el 8 de septiembre.
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