Un nuevo golpe a la Segunda Rep¨²blica
Una gu¨ªa para orientarse en los debates sobre un r¨¦gimen democr¨¢tico en discusi¨®n: de una transici¨®n incompleta a la violencia pol¨ªtica como argumento deslegitimador
¡°Imaginemos que el 14 de abril, cuando los republicanos espa?oles entraron en Gobernaci¨®n y unas docenas de ellos dijeron que se hab¨ªan puesto a gobernar, se hubiesen planteado este problema que Hitler ha visto con tanta lucidez y, no contentos con que los guardias hubiesen hecho acto de acatamiento a la Rep¨²blica, a cada guardia le hubiesen puesto un guardi¨¢n: un joven republicano sin trabajo¡±. Quien lo escribi¨® en mayo de 1933 no era ning¨²n exaltado ni socialista radicalizado, sino ...
¡°Imaginemos que el 14 de abril, cuando los republicanos espa?oles entraron en Gobernaci¨®n y unas docenas de ellos dijeron que se hab¨ªan puesto a gobernar, se hubiesen planteado este problema que Hitler ha visto con tanta lucidez y, no contentos con que los guardias hubiesen hecho acto de acatamiento a la Rep¨²blica, a cada guardia le hubiesen puesto un guardi¨¢n: un joven republicano sin trabajo¡±. Quien lo escribi¨® en mayo de 1933 no era ning¨²n exaltado ni socialista radicalizado, sino Manuel Chaves Nogales, de gira en la Alemania que se encontraba Bajo el signo de la esv¨¢stica. Sol¨ªa identificarse como ¡°un intelectual liberal al servicio del pueblo¡±, una definici¨®n que pr¨¢cticamente se superpone con el autorretrato de Manuel Aza?a: ¡°Un intelectual, un liberal y un burgu¨¦s¡±. Chaves termin¨® convertido en subdirector del diario Ahora, muy cercano a la izquierda republicana. No es casualidad.
Junto al pueblo en armas es una colecci¨®n de los editoriales que se publicaron en ese peri¨®dico durante los meses iniciales de la Guerra Civil, en edici¨®n de Espuela de Plata, y complementa el acercamiento a Chaves, frecuentemente invocado y bastante menos le¨ªdo. El problema al que alud¨ªa el periodista sevillano ten¨ªa que ver con el dilema que debe afrontar toda transici¨®n a un nuevo r¨¦gimen: ?qu¨¦ hacer con las estructuras y el personal del aparato del Estado anterior? En especial dado que, en esta ¨¦poca, los agentes p¨²blicos eran b¨¢sicamente seleccionados en funci¨®n de su afinidad y formados en la lealtad al sistema de turno.
Chaves se lamentaba de que, al contrario que Hitler, la Rep¨²blica hubiera apostado por la continuidad. Con la sola excepci¨®n de la reforma militar, se renunci¨® a cualquier forma de reemplazo generalizado por ¡°parados republicanos¡± del personal del periodo mon¨¢rquico, que, en lugar de mantener el nuevo orden, ¡°acaso sea de los que se dedican a perturbarlo¡±. ¡°Si hubi¨¦ramos hecho lo que Hitler [¡] no existir¨ªa nunca el temor de que el guardia no fuese bastante republicano¡±, conclu¨ªa Chaves poniendo el acento en las fuerzas y cuerpos de seguridad, cuya importancia pol¨ªtica ha sido objeto de reciente atenci¨®n en Una historia de la polic¨ªa espa?ola de David Ballester Mu?oz.
Sangrante fue el caso del general Sanjurjo. Inicialmente ratificado como director de la Guardia Civil, fue protagonista del intento de golpe de Estado de 1932. Su plantilla, como recog¨ªa Aza?a en sus diarios, ¡°no se aviene con las nuevas autoridades¡±, puesto que ¡°son alcaldes y concejales muchos que sol¨ªan ser las v¨ªctimas y los perseguidos habituales¡±. La creaci¨®n de la Guardia de Asalto y el plan de jubilaciones de jueces y fiscales fueron insuficientes, como ha estudiado Miguel Pino y demostr¨® la matanza de Casas Viejas. A esas alturas, el entonces presidente del gobierno ya hab¨ªa comprobado que el viejo mundo mon¨¢rquico se resist¨ªa a ceder posiciones de poder, y as¨ª no podr¨ªa nacer el nuevo mundo prometido por la legislaci¨®n reformista del primer bienio, que penaba para imponerse sobre el terreno agrario y laboral, y no era respetada ni aplicada por los tribunales, como acaba de demostrar Rub¨¦n P¨¦rez Trujillano.
Estudiadas de manera pionera por Shlomo Ben-Amin en Los or¨ªgenes de la Segunda Rep¨²blica: anatom¨ªa de una transici¨®n, las l¨®gicas y desaf¨ªos de esta transici¨®n, muy celebrada en su d¨ªa por su car¨¢cter conciliador, han quedado bastante olvidadas por la historiograf¨ªa. Y eso que podr¨ªa considerarse un antecedente y una piedra de toque a la hora de analizar la siguiente transici¨®n hacia un r¨¦gimen democr¨¢tico, la que dio lugar a nuestro sistema pol¨ªtico. Probablemente porque resulta un ejercicio que incomoda tanto a quienes han criticado la excesiva continuidad en la transici¨®n hacia la monarqu¨ªa parlamentaria como, especialmente, a quienes siguen dedic¨¢ndose a cuestionar la naturaleza democr¨¢tica de la Segunda Rep¨²blica.
En los ¨²ltimos a?os, por el contrario, han proliferado los libros negando cualquier legitimidad y aspecto positivo en la experiencia republicana, desde su propia proclamaci¨®n hasta las elecciones de febrero de 1936, pasando por el voto femenino. Estos libros los han escrito Manuel ?lvarez Tard¨ªo y Roberto Villa, Jos¨¦ Ignacio Nicol¨¢s-Correa o Inger Enkvist. Algunos de ellos est¨¢n empe?ados en convencernos de que la Restauraci¨®n, con todas y cada una de sus elecciones ama?adas, era en realidad m¨¢s democr¨¢tica y que Alfonso XIII iba camino de convertirse en un mod¨¦lico monarca constitucional, algo que impidieron, oh sorpresa, la izquierda socialcomunista y el nacionalismo catal¨¢n. Adem¨¢s en sus entrevistas de promoci¨®n claman ser v¨ªctimas de la cultura de la cancelaci¨®n y del malvado proceso de la memoria democr¨¢tica.
Algunos historiadores est¨¢n empe?ados en convencernos de que la Restauraci¨®n, con todas y cada una de sus elecciones ama?adas, era en realidad m¨¢s democr¨¢tica y que Alfonso XIII iba camino de convertirse en un mod¨¦lico monarca
Resulta bastante incierto. Hace ya muchos a?os que las visiones de postal sobre la Rep¨²blica dieron paso a los an¨¢lisis que, desde interpretaciones contrapuestas, han abordado el periodo en su complejidad. Pero, el objetivo de estas obras es evidente: establecer en el imaginario colectivo que el antecedente v¨¢lido de la democracia actual es el sistema mon¨¢rquico de la Restauraci¨®n, mientras que la Rep¨²blica se reduce a una ¨¦poca oscura marcada por el sectarismo, el desorden y la conflictividad.
Queda en manos de los lectores formarse su opini¨®n y decidir si debe despreciarse completamente a un r¨¦gimen constitucional sin duda imperfecto, como todas las j¨®venes democracias de entreguerras. Imperfecto pero nacido de un proceso electoral y con alternancia en el poder, portador de un modelo territorial descentralizado, que represent¨® uno de los momentos culminantes de la ciencia espa?ola, y que hizo posible que Clara Campoamor aprobara el sufragio femenino, con la vergonzante ausencia en la votaci¨®n de Aza?a y de Indalecio Prieto, pero gracias a los votos favorables del PSOE y de la Acci¨®n Popular de Gil Robles. Pueden comprobarlo ustedes mismos acudiendo al Diario de Sesiones de las Cortes. Al contrario de lo que circula por las redes, podr¨¢n verificarlo: Largo Caballero voto s¨ª.
La violencia pol¨ªtica es el pen¨²ltimo recurso de los que afirman que criticar cualquier aspecto de la Rep¨²blica es hacer historia objetiva y reivindicar alguna de sus medidas y reformas hacer historia ideol¨®gica.
La nueva entrega de esta saga es Fuego cruzado. La primavera de 1936. Sus autores son Manuel ?lvarez Tard¨ªo, catedr¨¢tico de la Universidad Rey Juan Carlos (y al que no acompa?a en esta ocasi¨®n Roberto Villa, centrado en instituciones tan escasamente politizadas como la FAES), y el catedr¨¢tico de la Universidad Complutense Fernando del Rey, autor de Retaguardia roja, que mereci¨® el Premio Nacional de Historia por su notable aportaci¨®n al conocimiento de la violencia en el campo republicano durante la guerra civil.
Continuaci¨®n de la labor que iniciaron como directores del volumen Vidas truncadas. Historias de violencia en la Espa?a de 1936, ?lvarez Tard¨ªo y Del Rey presentan un ambicioso trabajo, de casi setecientas p¨¢ginas, muy bien estructurado y repleto de informaci¨®n sobre las instituciones, las situaciones y los protagonistas de ¡°cinco meses de la vida pol¨ªtica espa?ola¡±, reflejo de una voluntad de exhaustividad que hace la lectura algo repetitiva aunque apasionante y con unas conclusiones claras: las ¡°fuerzas de izquierda¡± fueron responsables ¡°de forma abrumadora¡± del inicio de ¡°las acciones y movilizaciones con derivaciones violentas¡± y los gobiernos de Aza?a y de Casares Quiroga no supieron gestionar con garant¨ªas y equidad el orden p¨²blico.
Existen tres grandes problemas que ponen en cuesti¨®n el conjunto del estudio y que lastran sus conclusiones. En primer lugar, los sesgos. Queda reflejado en el lenguaje para referirse tanto a los compa?eros como a los propios protagonistas. As¨ª, aquellos investigadores que ofrecen interpretaciones discrepantes son tachados de ¡°historiadores obsesionados con rebajar los n¨²meros de la conflictividad¡± o de ¡°historiadores propagandistas ejercientes de tales¡±, mientras los coincidentes se agrupan bajo la etiqueta de ¡°pluma cualificada¡±. Y qu¨¦ decir de esos pobres peque?os y medianos campesinos que se ¡°vieron empujados a una mayor intransigencia¡± o de aquel ambiente peligroso por ¡°el solo hecho de ser fascista, o parecerlo¡±. Es l¨®gico, porque enfrente se encontraban los ¡°comunistas y socialistas exaltados¡± con sus dirigentes, que adem¨¢s se procuraban entre s¨ª un ¡°odio africano¡±, sin que figure definici¨®n alguna de tan geogr¨¢fico sentimiento.
En segundo lugar, lo err¨¢tico de su metodolog¨ªa. Afirman haber aplicado un m¨¦todo que les garantiza la m¨¢xima objetividad. Esto es, el an¨¢lisis de la primavera de 1936 como ¡°una entidad diferenciada¡±, sin justificar lo sucedido en los a?os anteriores y ¡°como si la Guerra Civil nunca se hubiera producido¡±, ¡°sin etiquetar a los personajes en funci¨®n de sus comportamientos despu¨¦s del 17 de julio¡± y atendiendo, por lo tanto, ¡°a las fuentes emitidas en el momento¡±, entre las que destacan ¡°un centenar de ¨®rganos de prensa¡±.
Deben identificarse al menos dos importantes objeciones. Por una parte, los autores se reservan la potestad de determinar cu¨¢les son ¡°los peri¨®dicos m¨¢s moderados y profesionales del momento¡± y cu¨¢les no, lo que a?ade una dificultad m¨¢s a la ya discutible utilidad de la prensa como fuente totalmente fiable. De la misma manera, cuando se trabaja la correspondencia y las memorias de personalidades conservadoras se habla de ¡°percepciones construidas a partir de experiencias sufridas en carne propia¡±, sin importar las menciones a los ¡°instintos de hiena¡± y al ¡°crecimiento animal¡± que se aplican a los adversarios, o que el hijo de Sanjurjo pinte un panorama desolador del pa¨ªs para luego reconocer que Barcelona, su lugar de residencia, ¡°est¨¢ tranquil¨ªsimo¡±. Por el contrario, en fuentes similares, ante percepciones de normalidad tras la victoria electoral de la izquierda, se puntualiza inmediatamente que ¡°la realidad era bien distinta¡±.
Segunda objeci¨®n. Si resulta acertado eliminar de la ecuaci¨®n anal¨ªtica la guerra civil ¡ªaunque el lector sabe bien que tuvo lugar¡ª, dicha premisa no se aplica cuando los autores utilizan las memorias de posguerra de los dirigentes republicanos y socialistas, en las que se despedazan alegre y africanamente entre s¨ª. En el mismo sentido, difuminar en el an¨¢lisis la frustraci¨®n acumulada ante el bloqueo de sus reformas iniciales y la desproporcionada represi¨®n por la insurrecci¨®n en Catalu?a y en Asturias ¡ªmerecedora en cualquier caso de condena, al no haber respetado el resultado electoral y la alternancia de poder¡ª es lo que permite explicar el proceso de sustituci¨®n de las corporaciones municipales de 1936 casi exclusivamente en t¨¦rminos de revanchismo. Algo que resulta adem¨¢s insatisfactorio para explicar la nula conflictividad en Catalu?a ¡ªlo que permiti¨® al nacionalismo catal¨¢n acu?ar la teor¨ªa del oasis por contraposici¨®n a una Espa?a conflictiva por naturaleza¡ª, a la que apenas se dedica atenci¨®n.
A modo de ejercicio, ser¨ªa interesante que los autores aplicaran su metodolog¨ªa a los a?os de la transici¨®n a la monarqu¨ªa parlamentaria. En vista del notable grado de violencia pol¨ªtica ¡ªatribuible en exclusiva a izquierda o derecha si nos permitimos seleccionar la prensa a la que otorgamos cr¨¦dito¡ª, y en vista de que no debemos guiarnos por el resultado posterior, la conclusi¨®n ser¨ªa que el Gobierno Arias, pero tambi¨¦n los de Adolfo Su¨¢rez, no supieron gestionar correctamente el orden p¨²blico y que sus fuerzas y cuerpos de seguridad actuaron conforme a criterios ideol¨®gicos y no profesionales.
En tercer lugar, la mayor laguna del libro: la casi completa ausencia de cualquier perspectiva comparada. En este sentido, y en relaci¨®n con el esfuerzo dedicado a integrar la trayectoria hist¨®rica espa?ola en un marco continental, el libro supone un cierto regreso al discurso de la excepcionalidad. As¨ª, ¡°todo tipo de paralelismos [¡] entre la situaci¨®n espa?ola y lo que acababa de suceder en Alemania con la subida de Hitler¡± y ¡°en Austria, en plena deriva autoritaria¡± se rechazan como ¡°forzados a conveniencia¡±. Y tambi¨¦n se descarta ¡°una supuesta fascistizaci¨®n de la CEDA¡± sin m¨¢s apoyatura que las propias declaraciones de Gil Robles, y aunque su propaganda electoral de febrero de 1936 hablara ya de una dial¨¦ctica de ¡°Espa?a o anti-Espa?a¡± que remit¨ªa peligrosamente a conocidos te¨®ricos del nazismo. La Francia del Frente Popular (1936-1938), que presenta unas cifras de violencia pol¨ªtica durante este periodo bastante equiparables, es la otra gran ausencia comparativa.
Todo este debate se observa con atenci¨®n desde el pa¨ªs vecino. Hasta el punto de que la Segunda Rep¨²blica constituye el tema de historia de este a?o para las prestigiosas pruebas de la Agr¨¦gation de espa?ol: el examen que da acceso a la ense?anza en el ¨¢mbito superior y cuyo enunciado y bibliograf¨ªa suelen marcar tendencia, como sucedi¨® con Robert. O. Paxton y el r¨¦gimen de Vichy. Tampoco es una casualidad.
Los historiadores galos se han dado cuenta de que la imagen de Espa?a y de su historia, y no es la primera vez, est¨¢n siendo utilizadas por el revisionismo franc¨¦s como globo sonda de cara a sus propias posibilidades. Si la cr¨ªtica a la Rep¨²blica espa?ola y la consiguiente justificaci¨®n del golpe y la dictadura franquista calan en la opini¨®n, la onda expansiva podr¨ªa llegar hasta el Frente Popular franc¨¦s. As¨ª se lo podr¨¢ culpar ¡ªcomo ya intent¨® el mariscal P¨¦tain con el Proceso de Riom (1942-1943)¡ª de la derrota de junio de 1940, la que cont¨® Chaves Nogales en La agon¨ªa de Francia. As¨ª se explica la extra?a atenci¨®n que el diario Le Figaro, el mismo que en mayo de 1937 negaba el bombardeo de Guernica, prestaba hace un par de a?os a la traducci¨®n de la obra de un conocido revisionista. Como para fiarse ciegamente de la prensa moderada y responsable.
Lista de lecturas
Junto al pueblo en armas. Los editoriales del diario 'Ahora' bajo la dirección de Manuel Chaves Nogales
Edición de Juan Carlos Mateos Fernández
Espuela de Plata, 2024
304 páginas . 21,76 euros
Fuego cruzado. La primavera de 1936
Fernando del Rey y Manuel Álvarez Tardío
Galaxia Gutenberg, 2024
696 páginas. 28 euros
Una historia de la policía española. De los grises y Conesa a los azules y Villarejo
David Ballester Muñoz
Pasado y Presente, 2024
752 páginas. 30,16 euros
El naufragio de la Segunda República. Una democracia sin demócratas
Inger Enkvist
La Esfera de los Libros, 2024
224 páginas. 19,90 euros
Ruido de togas. Justicia política y polarización social durante la República (1931-1936)
Ruben Pérez Trujillano
Tirant lo Blanch, 2024
722 páginas. 56,91 euros
Jueces contra la República. El poder judicial frente a las reformas republicanas
Ruben Pérez Trujillano
Dykinson, 2024
331 páginas. 9,91 euros (ebook)
La depuración de funcionarios de la Administración de Justicia durante la Segunda República
Miguel Pino Abad
Dykinson, 2024
236 páginas. 21,85 euros
La Segunda República, origen de la Guerra Civil
José Ignacio Nicolás-Correa
Almuzara, 2024
472 páginas. 24,95 euros
1923. El golpe de Estado que cambió la Historia de España
Roberto Villa García
Espasa, 2023
768 páginas. 23,90 euros
Grandes esperanzas. Los logros de la II República española
Ana María Cervera
Tébar, 2023
202 páginas. 9,27 euros
Las elecciones que acabaron con la monarquía. El 12 de abril de 1931
Carmelo Romero Salvador
Los Libros de la Catarata, 2023
208 páginas. 17,50 euros
El Germinal español. Las elecciones que trajeron la Segunda República
Francisco Sánchez
Akal, 2023
504 páginas. 29 euros
El cénit de la ciencia republicana
Leoncio López-Ocón Cabrera
Sílex, 2023
622 páginas. 27 euros
Clara Victoria. La crónica del debate que cambió la historia de las mujeres
Isaías Lafuente
Booket, 2023
288 páginas. 18,90 euros
El PSOE y el sufragio femenino
Jagoba Álvarez Ereño
Libros.com, 2023
200 páginas. 22 euros
La tierra es vuestra. La reforma agraria. Un problema no resuelto. España, 1900-1950
Ricardo Robledo
Pasado y Presente, 2022
616 páginas. 35 euros
Vidas truncadas. Historias de violencia en la España de 1936
Fernando del Rey y Manuel Álvarez Tardío
Galaxia Gutenberg, 2021
592 páginas. 24,50 euros
La Segunda República española
Eduardo González Calleja, Francisco Cobo Romero, Ana Martínez Rus y Francisco Sánchez Pérez
Pasado y Presente, 2021
1.375 páginas. 39 euros
El gran error de la República. Entre el ruido de sables y la ineficiencia del Gobierno
Ángel Viñas
Crítica, 2021
576 páginas. 21,90 euros
Una mujer, un voto
Alicia Palmer y Montse Mazorriaga
Garbuix, 2021
168 páginas. 18 euros
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