¡®Mar i cel¡¯: emoci¨®n, historia y patrimonio teatral
La obra, emblema de Dagoll Dagom, sigue triunfando con su propuesta popular a partir de un cl¨¢sico de la literatura catalana
Que Mar i cel es un fen¨®meno pop de la cultura catalana lo demuestra que muchas personas pueden cantar Les veles s¡¯inflaran sin haber visto nunca el espect¨¢culo. Desde su estreno en 1988, el musical m¨¢s emblem¨¢tico de Dagoll Dagom es el ejemplo perfecto de la filosof¨ªa de la compa?¨ªa: una propuesta popular y de creaci¨®n a partir de un cl¨¢sico de la literatura catalana. No es necesario imitar a los americanos para triunfar. La obra escrita por ?ngel Guimer¨¤ en 1888 es una historia de guerra religiosa y amor: la relaci¨®n imposible entre la cristiana Blanca y el musulm¨¢n Sa?d, ambientada en un barco de piratas. Dagoll Dagom apost¨® todas las cartas a la nave y triunf¨®: el imponente barco dise?ado por Isidre Prun¨¦s y Montse Amen¨®s sigue siendo la gran estrella del montaje, y domina el escenario con elegancia en madera y fluidez hidr¨¢ulica. Su entrada en escena, con el contraluz dise?ado por Albert Faura, pone los pelos de punta.
Otro gran triunfo de Mar i cel (esta es la cuarta y ¨²ltima versi¨®n) se encuentra, indudablemente, en la m¨²sica de Albert Guinovart y en el texto de Xavier Bru de Sala, que adapta el original de Guimer¨¤. La partitura sigue tocando la fibra: la sucesi¨®n de hits casi no deja tiempo de asimilaci¨®n, y la orquesta dirigida por Joan Vives o Sergi Cuenca suena de maravilla. El libreto de Bru de Sala es esquem¨¢tico y folletinesco, obligando a los personajes (sobre todo a Blanca) a cambiar de estados de ¨¢nimo con gran velocidad. Los aires t¨®picamente arabizantes de ciertos pasajes musicales nos pueden hacer sonrojar desde una mirada actual, pero ayudan a situar esta historia que no deja de ser un cuento, un Romeo y Julieta te?ido de religi¨®n y sal marina.
La producci¨®n es un derroche de belleza y precisi¨®n, que demuestra que las buenas ideas no hace falta cambiarlas: la bodega del barco se construye con un sencillo efecto de luz, y para indicar un flashback solo es necesario un tul que lo difumine todo. Las proyecciones dise?adas por Joan Rod¨®n (ya estaban en la versi¨®n de 2014) resultan innecesarias, por explicativas y grandilocuentes. Es precisamente cuando la escena queda m¨¢s desnuda que nos llega mejor la emoci¨®n. Entre el extenso reparto, destacan Al¨¨xia Pascual y Jordi Garreta como Blanca y Sa?d (ya se han convertido en una pareja ic¨®nica) y, especialmente, la parte femenina del reparto: Berta Luna es una Idriss luminosa, Clara Renom hace enmudecer a toda la platea con su madre y Candela D¨ªaz Sanz construye una Maria con mucho encanto. Se agradece la juventud del reparto, pero es entre los piratas m¨¢s j¨®venes donde se encuentran los mayores desajustes. Los m¨¢s veteranos Abel Garc¨ªa como Joanot y Albert Gr¨¤cia como Hass¨¨n demuestran que la experiencia sigue siendo un grado.
El estreno de Mar i cel se convirti¨® en todo un evento social, ya que supone la cuarta y ¨²ltima versi¨®n del montaje y, al mismo tiempo, la despedida de Dagoll Dagom de los escenarios tras 50 a?os de trayectoria. Varias generaciones de teatreros se han educado sentimentalmente con este espect¨¢culo, y es de justicia que est¨¦ en cartelera cuanto m¨¢s tiempo mejor. De momento, ya llevan m¨¢s de 150.000 entradas vendidas. No pasa cada d¨ªa que podamos volver a ver una pieza de nuestro patrimonio esc¨¦nico. Tras casi tres horas de emoci¨®n, aplaudimos hasta al barco cuando sale a saludar.
¡®Mar i cel¡¯. Texto: Xavier Bru de Sala, a partir de ?ngel Guimer¨¤. Direcci¨®n: Anna Rosa Cisquella y Miquel Periel. Teatre Vict¨°ria, Barcelona. Hasta el 2 de marzo.
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