Escuadrillas rojas en el castillo
Montju?c acoge una exposici¨®n que documenta y reivindica la memoria de la fuerza a¨¦rea republicana
Los ca?ones han salido por la puerta, pero los aviones se han colado por la ventana. El castillo de Montju?c (Barcelona), program¨¢ticamente desarmado y entregado a la causa de la paz, es desde ayer, sin embargo, escenario de una exposici¨®n sobre la fuerza a¨¦rea republicana durante la Guerra Civil. Como si hubiera dado un poco de yuyu dejar que aterrizaran en la fortaleza en proceso de desmilitarizaci¨®n cazas, bombarderos y pilotos (aunque fueran de los que lucharon por la libertad), la exhibici¨®n ha sido instalada en un lugar rec¨®ndito, en unas dependencias estrechas, fr¨ªas, de paredes h¨²medas y desconchadas (la sala del cuerpo de guardia). Ser¨¢ por el aire de hangar o de refugio. ¡°En cambio, la exhibici¨®n sobre la maternidad de Elna est¨¢ en una sala estupenda¡±, reflexion¨® un organizador de la itinerante exposici¨®n de aviaci¨®n, ¡°como si estos pilotos no hubieran luchado precisamente por las mismas mujeres republicanas embarazadas y sus beb¨¦s¡±.
En fin, Aviadores de la Rep¨²blica (hasta el 29 de enero) es una muestra modestita, y ayer en la inauguraci¨®n casi hab¨ªan m¨¢s canap¨¦s que objetos en exposici¨®n. Pero es muy digna, sintetiza bien lo que fue la fuerza a¨¦rea leal y presenta fotos y algunos elementos hist¨®ricos y arqueol¨®gicos emocionantes. Es el caso del diario in¨¦dito, mecanografiado, del aviador Juan Bautista Bad¨ªa Zorrilla, los guantes de vuelo del piloto de natachas Josep Masanes o las antiparras del de moscas Luciano Tabernero. Portamapas, pases, insignias, manuales de vuelo, munici¨®n de 7,62 mm de las ametralladoras a¨¦reas sovi¨¦ticas ShKAS (Shpitalny-Komaritski Aviatsionny Skorostrelnyy: ah¨ª queda eso).
En la vitrina a la entrada puede verse un maniqu¨ª vestido de piloto, todo cuero y audacia. El reverso de esa imagen solar, las plumas del ?caro estrellado, son los miserables restos de panel de instrumento de un caza mosca derribado por un Messerschmitt Bf-109 durante la batalla del Ebro. Pueden verse tambi¨¦n las hebillas del cintur¨®n del asiento de otro piloto abatido.
La directora de la fundaci¨®n AENA (coorganizadora de la exposici¨®n), Teresa D¨ªaz-Caneja, recalc¨® ayer que el objetivo de la exposici¨®n es ¡°divulgar sin acritud la singular epopeya de la aviaci¨®n republicana¡± y su ¡°sacrificio, honor y lealtad¡±. El presidente de la secci¨®n barcelonesa de la Adar (Asociaci¨®n de Aviadores de la Rep¨²blica), el nonagenario Antoni Vilella, exmec¨¢nico de chatos, calific¨® la exposici¨®n de ¡°gran regalo¡± y de recuerdo de la historia y las vicisitudes de aquellos aviadores. Menos solemne brome¨® luego ante su foto de entonces, jovencito de cabellos rizados que volver¨ªan ¡ªle apunt¨¦¡ª locas a las chicas. ¡°S¨ª, me iba bien¡±, ri¨® con un gui?o.
La exposici¨®n explica cosas como el l¨ªo de los primeros combates a¨¦reos cuando a¨²n no estaban establecidos los signos identificativos de los dos bandos o que solo 215 de los 500 pilotos de la fuerza a¨¦rea espa?ola se mantuvieron leales a la rep¨²blica. Cifra en 93 los aviadores rusos muertos (de 722), en 180.000 pesetas oro el coste por alumno en la escuela de vuelo de Kirovabad, donde se adiestr¨® a 800 pilotos espa?oles. Se pasa revista a las escuadrillas, los aparatos y las batallas, y a aspectos como la caza nocturna (Jos¨¦ Falc¨® y su chato tuneado). Y se recuerda el triste final: la c¨¢rcel, los fusilamientos, el exilio, la lucha en el maquis o en la URSS.
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