Regreso al origen de Al Andalus
Una exposici¨®n en Alcal¨¢ evoca, trece siglos despu¨¦s, la ca¨ªda del reino visigodo
Han transcurrido trece siglos. Pero muchos enigmas de entonces permanecen a¨²n en la penumbra de lo ignorado. Una exposici¨®n instalada en el Museo Arqueol¨®gico Regional de Alcal¨¢ de Henares, inaugurada el viernes por Esperanza Aguirre, trata de proyectar luz sobre aquellos misterios todav¨ªa presentes. Inscripciones y l¨¢pidas; coronas y cruces; monedas y enseres dom¨¦sticos; m¨¢s proyecciones y videos narrativos sobre aquel tiempo oscuro, permiten al visitante regresar a un pasado que no ha dejado de trepidar en aulas y gabinetes, academias y universidades. Su complejidad lo convierte, tambi¨¦n hoy, en foco de pol¨¦mica.
Es el a?o 711 de nuestra era. Una dinast¨ªa de reyes visigodos reina en la pen¨ªnsula ib¨¦rica. Tambi¨¦n allende los Pirineos, en la legendaria Septimania. Gobierna Witiza, hijo de Egica, del linaje de Chindasvinto. A su espalda, una corte de ambiciosos nobles urde sordas conjuras. Reyes y duques se enzarzan en feroces guerras din¨¢sticas, intestinas. Corre lasangre.
Extramuros de los palacios, la peste cercena miles de vidas j¨®venes. El hambre vaga por los campos dejando su estela de muerte y desolaci¨®n. Por si faltaba alg¨²n peligro, el juvenil y lujurioso rey acecha a una hija del conde Don Juli¨¢n: ese altivo gobernador visigodo de Ceuta, la perla litoral enclavada al otro lado del Estrecho.
El honor visigodo, de estirpe germ¨¢nica, entra en juego. Tierra africana adentro,el conde airado escucha el resonar de los cascos de centenares de corceles de guerreros. Traen hacia Europa, desde el Sur y el Este, un mensaje custodiado por afilados alfanjes, envuelto en estandartes verdes y negros: es el Islam. Aquel tropel de jinetes viene empujando desde los desiertos de Arabia. En apenas sesenta a?os ha conquistado Yemen, Siria, Palestina, Persia, Irak, Egipto, Libia, T¨²nez y casi todo Marruecos. Hablan de un profeta que escuch¨® el mensaje divino en una cueva del desierto: Muhamad. Con su nombre en los labios se aprestan a saltar a la pen¨ªnsula. El conde Juli¨¢n, ultrajado por Witiza y rival de Rodrigo, se dispone a colaborar con los reci¨¦n llegados. Sabe muy poco de la nueva fe que llevan consigo. Cree que la oferta de un bot¨ªn ping¨¹e y unos cuantos saqueos calmar¨¢ el apetito de los fogosos jinetes y que pronto regresar¨¢n a sus lares. Craso error.
Una primera intentona lleva a 400 musulmanes de Ceuta a las playas de C¨¢diz. Les sale al encuentro Rodrigo, duque de la B¨¦tica, una de las siete provincias del reino visigodo. El duque, aspirante a suceder al reci¨¦n fallecido Witiza, los contiene y expulsa. Pero debe acudir raudo al noreste peninsular, donde supar, Agila, le disputa el cetro en Catalu?a ¨Cgotha-land, tambi¨¦n tierra de godos.
711 Arqueolog¨ªa e Historia entre dos mundos
Martes a s¨¢bados de 11.00 a 19.00. Domingos hasta las 15.00. Lunes cerrado. Acceso libre. Hasta el 1 de abril. Museo Arqueol¨®gico Regional. Plaza de las Bernardas s/n. Alcal¨¢ de Henares
Pero los sarracenos han aprendido la lecci¨®n. Saben que cuentan con el conde Juli¨¢n, con el obispo Oppas, hermano de Witiza, y muchos otros nobles que no quieren a Rodrigo como rey. El Profeta necesita m¨¢s hombres. Y se reclutan entre los bereberes reci¨¦n convertidos a la nueva fe. Ya son 12.000 combatientes. Al grito de Bishmillah e Rahmani e Rahim, ¡°En el Nombre del Dios Clemente y Misericordioso¡±, Tarik cruza el Estrecho de Gibraltar ¨CGebel Tarik- y sus hombres se despliegan en torno a la laguna gaditana de La Janda, entre Alegeciras y Tarifa. Rodrigo les sale al paso revestido de sus joyas, blandiendo espada curtida en cien combates. El choque es atroz.
Grupos de nobles abandonan atropelladamente a Rodrigo. Es cercado, alanceado y perece en las marismas; su cuerpo nunca fue hallado. Tariq ibn Zayid, comandante de los sarracenos, prosigue su avance hacia Sevilla, C¨®rdoba y luego hacia Granada y Murcia. Tan solo unos meses despu¨¦s, las tropas de Al¨¢ cercanToledo.
?C¨®mo fue posible que un destacamento de no m¨¢s de 12.000 guerreros musulmanes lograra en apenas unos meses adentrarse desde Gibraltar hasta Toledo, subir luego hasta Galicia, Arag¨®n y Catalu?a, incluso adentrarse en pirenaica Septimania y someter por completo un reino trabado y asentado como el de la Hispania visig¨®tica.
A muchas de estas preguntas da respuesta la exposici¨®n alcala¨ªna, que explica la bisagra epocal que desde el declinar del imperio visigodo, en los albores del sigloVIII, asisti¨® a la impetuosa y duradera entrada al Islam en Espa?a, para imponer y mantener aqu¨ª, en su Al Andalus, su visi¨®n del mundo y ocho siglos de poder. A diferencia de todos los otros pa¨ªses conquistados por el Islam, escribe el comisario de la exposici¨®n Luis Garc¨ªa Moreno, Espa?a pudo, 800 a?os despu¨¦s de aquellos hechos, rehacer su identidad y lanzarse a encontrar otro mundo en la Am¨¦rica de allende el oc¨¦ano.
El fascinante argumento de la exposici¨®n 711, Arqueolog¨ªa e historia entre dos mundos, se despliega hasta el pr¨®ximo mes de abril en el museo que algunos llaman ya la Casa de los Arque¨®logos, que dirige el paleont¨®logo Enrique Baquedano. Para mostrarla, pocos escenarios hay mejores que la villa alcala¨ªna, con su paisaje presidido por la vieja ciudadela, Al Qalat, encaramada todav¨ªa sobre la prominente loma que domina la ciudad complutense y cuya etimolog¨ªa revela all¨ª la presencia de un importante feudo militar musulm¨¢n del siglo IX.
Llama la atenci¨®n una inscripci¨®n lapidaria sobre m¨¢rmol, de grandes dimensiones, que data del siglo IX, a?o 835, la primera relativa a una instituci¨®n civil, procedente de la alcazaba de M¨¦rida y escrita en misteriosos caracteres c¨²ficos.
Deslumbra la magnificente orfebrer¨ªa de las coronas votivas visig¨®ticas, semejantes a las del tesoro de Guarrazar, con sus joyas engastadas, sus cruces, macollas y anillas, que no coronaban las testas de los reyes sino que se colgaban entre columnas y frente a altares de los templos como ofrendas regias. Cer¨¢mica, pilas, l¨¢pidas, moldes, campanas, porta-candiles, cruces, epigraf¨ªas, numerosos otros objetos de gran valorarqueol¨®gico procedentes de m¨¢s de veinte entidades prestatarias y de cientos de excavaciones, completan la exposici¨®n, que culmina con un cuidadoso cat¨¢logo dirigido por el comisario de la muestra, catedr¨¢tico en Alcal¨¢ de Henares Luis A. Garc¨ªa Moreno, y con dos tomos monogr¨¢ficos de Zona Arqueol¨®gica. Esta publicaci¨®n que la acompa?a, que da fe de las numerosas investigaciones, excavaciones y trabajos acometidos por decenas de estudiosos, desde Jos¨¦ y Rodrigo Amador de los R¨ªos, en el siglo XIX, a Manuel G¨®mez Moreno o Juan Zozaya Stabel-Hansen, en el XX y sin olvidar al gaditano Rafael Manzano, ni a la jovenc¨ªsima generaci¨®n de arque¨®logos que mantiene hoy sin pausa el compomiso de su legado, a la intemperie,bajo la siempre f¨¦rtil cota de un suelo cargado de tesoros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.