Hasta la alcald¨ªa en volandas
Ana Botella hereda el martes el Gobierno de la capital tras un curso acelerado para subsanar su falta de experiencia. Gallard¨®n le ha consultado las grandes decisiones desde mayo: ahora las tomar¨¢ ella
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El aterrizaje de Ana Botella en la alcald¨ªa de Madrid parece a ratos s¨²bito y destemplado, como si Alberto Ruiz-Gallard¨®n hubiese lanzado una bomba de humo para tomar las de Villadiego, dejando a su concejal de Medio Ambiente y Movilidad, Ana Botella, con la papeleta de terminar un mandato que apenas llevaba siete meses en marcha, y a los madrile?os con la misma cara que a Paco Mart¨ªnez Soria cuando le cambiaban dinero por estampitas.
Gallard¨®n, escaldado por el chasco de 2008 (cuando proclamar sus ambiciones solo le sirvi¨® para que la presidenta regional, Esperanza Aguirre, se las segase bajo los pies), ha perpetrado equilibrios dial¨¦cticos circenses para hacer convivir en la mente de los madrile?os la idea de que su ambici¨®n terminaba en el Palacio de Cibeles, junto a la certeza de que en privado so?aba con un Ministerio (y probablemente incluso tej¨ªa y destej¨ªa un esquema pormenorizado de c¨®mo habr¨ªa organizado ¨¦l el nuevo Gobierno presidido por Mariano Rajoy). Y entre tanto, Botella, su sucesora por ley (como n¨²mero dos en la lista del PP en las elecciones municipales de mayo) y por deseo de su jefe, ensayaba subterfugios para no tener que responder a los periodistas, de los que parece desconfiar. Tan discreta que convierte al propio Rajoy en un aficionado a las ruedas de prensa, Botella insist¨ªa cuando no le quedaba otro remedio que pronunciarse en que la vida es aquello que pasa mientras uno hace planes.
Desde que en 2003 se incorpor¨® al Ayuntamiento de la mano del tambi¨¦n reci¨¦n llegado Gallard¨®n, transmite la sensaci¨®n de ser llevada en volandas sobre una ola muy superior en importancia a su experiencia pol¨ªtica. Pero hace meses ya que sabe que esa ola ahora es suya. Gallard¨®n le ha consultado todas las decisiones de largo recorrido que ha tenido que tomar en este mandato, sabedor aunque no lo reconociera de que ten¨ªa m¨¢s que sobradas papeletas para saltar de ese coche en marcha. De ello se colige que desde la parlamentarizaci¨®n del pleno municipal (que implica someterse a una sesi¨®n de control por parte de la oposici¨®n cada mes) hasta la oportunidad de optar por tercera vez a los Juegos Ol¨ªmpicos han sido validados por Botella. El hecho de que el peso de la candidatura de Madrid 2020 haya reca¨ªdo sobre el presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Espa?ol, Alejandro Blanco, en lugar de, como en veces anteriores, en el alcalde, resulta tambi¨¦n significativo.
Botella lleva tiempo recibiendo adem¨¢s un curso acelerado sobre relaciones con los medios, quiz¨¢ la rutina en la que m¨¢s insegura se muestra. Afable en el trato personal, se pierde en comparaciones imposibles y frases atormentadas cuando debe o quiere saltarse el guion. Su imagen p¨²blica deriva as¨ª hacia la caricatura, algo que Gallard¨®n conf¨ªa en que se subsanar¨¢ cuando tom¨¦ el bast¨®n de mando. Eclipsada por el fulgor medi¨¢tico del alcalde y de su marido, el expresidente del Gobierno Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, pero al mismo tiempo propulsada por ambos, la nueva alcaldesa ha sido juzgada estos a?os por asuntos que, como la limpieza o la contaminaci¨®n, no depend¨ªan solo (a veces, ni siquiera principalmente) de ella. "Cada uno debe cometer sus propios errores", dec¨ªa en 2001. Ahora tiene la oportunidad. De eso, y de ganarse el puesto.
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