Jos¨¦ Luis Guti¨¦rrez, a coraz¨®n abierto
Los vieneses tienen los valses, nosotros tenemos a Jos¨¦ Luis Guti¨¦rrez inaugurando el a?o en el Caf¨¦ Central (hasta el domingo). Con la ventaja de que Jos¨¦ Luis no nos pone en el dudoso trance de acompa?ar la Marcha Radetzky dando palmas. Aqu¨ª, lo que se le pide al personal, es que agite el llavero al ritmo de D¨®nde est¨¢n las llaves, en versi¨®n calipso: la sombra del Sonny Rollins es alargada y para algo Jos¨¦ Luis toca el saxo. No es esta la ¨²nica sorpresa de un recital en el que puede escucharse el coraz¨®n del artista latiendo apresurado, al ritmo de Carros de fuego (!). A tal efecto, el interfecto se aplica un fonendoscopio a su cuerpo, el cual se halla conectado a un artefacto que amplifica la gama de sonidos inauditos que producen sus entresijos, los cuales utiliza a modo de tel¨®n de fondo para su improvisaci¨®n. Habr¨¢ a quien esto le suene a esperpento, boutade... Lo que verdaderamente causa asombro es la capacidad de J. L. para integrar cuanto encuentra a su paso en un discurso coherente y personal. Con esto que el tiempo nos ha dado la raz¨®n a quienes apostamos por el vallisoletano contra la opini¨®n de la cr¨ªtica bienpensante.
Jos¨¦ Luis es, hoy, un m¨²sico maduro, valiente, capaz de asumir los plenos poderes protagonistas cuando, como es el caso, estrena cuarteto; y, todo ello, sin dejar de hacer una m¨²sica perfectamente inteligible. Jazz con ra¨ªces: del pasodoble-jazz a lo que podr¨ªa definirse como una aproximaci¨®n al afro-universalismo de Art Ensemble of Chicago, en versi¨®n castellano-leonesa; lo que su autor define como la perfecta "ensalada de frutas". La m¨²sica de J. L. tiene la cualidad de hipnotizar al oyente. Ser¨¢ por eso que a ¨¦l se le consienten cosas que a nadie m¨¢s se le consienten
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