C¨ªrculo vicioso
El debate p¨²blico-pol¨ªtico tendr¨ªa que estar ocupado en una pluralidad de an¨¢lisis e interrogaciones fundamentales, y sin embargo solo se habla de los derechos de los presos
¡°Coja un c¨ªrculo ¡ªescribi¨® Ionesco¡ª, acar¨ªcielo, y se convertir¨¢ en un c¨ªrculo vicioso¡±. Creo que la imagen de un c¨ªrculo girando siempre alrededor del mismo eje o tema representa muy bien la realidad y/o las inclinaciones de nuestro debate p¨²blico. Y por eso me parece tan oportuno aqu¨ª Ionesco, cuyo corrosivo humor pone el dedo en la llaga de las ¡°caricias¡± de cada cual, esto eso, de c¨®mo se contribuye a la instalaci¨®n de circularidades viciadas.
Despu¨¦s de cincuenta a?os de terrorismo ¡ª que se escribe pronto pero significan innumerables tragedias o p¨¦rdidas: personales y sociales, materiales y morales, econ¨®micas y creativas¡ª despu¨¦s de cincuenta a?os de terrorismo ?no tendr¨ªa que ser nuestro debate p¨²blico ambicioso y ancho?, ?que orientarse en m¨²ltiples v¨ªas y sentidos; que componer una imagen lo m¨¢s contraria posible a la de un c¨ªrculo encerrado en s¨ª mismo? ?No tendr¨ªa que reflejar por la libertad de sus planteamientos, la libertad por fin recuperada? Yo creo que s¨ª, que en este momento excepcional nuestro debate p¨²blico-pol¨ªtico tendr¨ªa que estar ocupado en una pluralidad de an¨¢lisis e interrogaciones fundamentales: c¨®mo ha afectado, por ejemplo, el terrorismo al tejido social y de convivencia; o a nociones tan b¨¢sicas del ejercicio democr¨¢tico como la libertad y/o naturalidad de expresi¨®n o la ocupaci¨®n del espacio p¨²blico. O c¨®mo se deshace una sociedad del miedo y sus retraimientos; c¨®mo recupera espacios de desenvoltura y confianza.
O en c¨®mo devolver al respeto por las reglas del juego democr¨¢tico a quienes las han desafiado durante tanto tiempo (basta con ver la colocaci¨®n extralimitada de la propaganda en apoyo de Amaiur durante las pasadas elecciones para medir la tarea de democratizaci¨®n a¨²n pendiente). Tendr¨ªamos que estar debatiendo tambi¨¦n sobre c¨®mo transmitir a las generaciones futuras lo sucedido, y elaborando para ello, abiertamente, materiales did¨¢cticos. Y buscando mecanismos para recuperar todo el talento perdido o deslocalizado en estos a?os. Y para alentar la investigaci¨®n hist¨®rica y la creaci¨®n art¨ªstica. Y naturalmente tendr¨ªa que estar ocupado nuestro debate p¨²blico en determinar cu¨¢les son las formas que debe adoptar el reconocimiento a las v¨ªctimas del terrorismo: el de la sociedad vasca como conjunto; pero tambi¨¦n y sobre todo el que deben asumir los victimarios y quienes les han apoyado durante decenios.
Y sin embargo de todo lo anterior se habla poco o nada. De lo que s¨ª se habla y en extenso es de los derechos de los presos. Tras cincuenta a?os de terrorismo, la situaci¨®n penitenciara de los terroristas es lo que centra ahora el discurso p¨²blico, mientras otras muchas cuestiones esenciales no se abordan. No puedo dejar de lamentarlo; y que este debate monotem¨¢tico reciba caricias de casi todas partes y se est¨¦ convirtiendo as¨ª, en un momento en que lo que se necesitan son aperturas intelectuales y refundaciones morales, en un cerrado c¨ªrculo vicioso.
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