La (primera) movida madrile?a
El Madrid de principios de siglo es el escenario donde concurren las vanguardias art¨ªsticas que sacud¨ªan Europa En ese contexto surgen algunos de los mejores edificios del racionalismo ya desaparecidos
Madrid a principios del siglo XX es una ciudad plet¨®rica. Como centro cultural del pa¨ªs y con vocaci¨®n cosmopolita se convierte en un im¨¢n donde convergen todas las vanguardias art¨ªsticas que agitaban Europa. Aparecen la generaci¨®n del 27, el cine sonoro... Y paralelamente surgen los ejemplos m¨¢s luminosos de la nueva arquitectura o movimiento moderno, que transformaron el paisaje de una capital por primera vez en plena efervescencia cultural y urbana. De todo esto trata el libro Madrid y el arte nuevo (1925-1936). Vanguardia y Arquitectura (ediciones La Librer¨ªa), del historiador Fernando Castillo con ilustraciones del artista Dami¨¢n Flores.
El autor no pretende competir con las gu¨ªas de arquitectura. Consciente de que las hay muy estimables, como la del Colegio de Arquitectos (Coam), Castillo persigue cubrir un vac¨ªo al colocar ese conjunto de edificios y a sus autores en un contexto especialmente intenso, que arranca en plena dictadura de Primo de Rivera y acaba abruptamente con la Guerra Civil.
El recorrido de ese grupo de edificios que introdujeron el lenguaje racionalista en Madrid ha sido de lo m¨¢s dispar. Raz¨®n en la que ha abundado Castillo, lo que a veces le ha obligado a elegir un tono ¡°eleg¨ªaco, lo que sucede al recordar los desafueros que ha sufrido el patrimonio hist¨®rico arquitect¨®nico. Es el relato que se puede dividir en tres apartados: los edificios que ya no existen; los que sufrieron transformaciones a costa de traicionar su esp¨ªritu y los que permanecen, algunos ¡°milagrosamente¡±, como la fachada del antiguo cine Europa, en Bravo Murillo, cuyo interior es hoy una tienda de saneamientos, o con m¨¢s suerte, los famosos edificios Barcel¨® y Capitol.
? Los desaparecidos. A mediados de los a?os veinte irrumpe la llamada generaci¨®n del 25, eminentemente madrile?a, arquitectos j¨®venes con voluntad de romper con la est¨¦tica imperante. Un nuevo Madrid empieza a surgir transformando la vida urbana y las formas de relaci¨®n social. La ciudad iluminada por los neones de bares, salas de fiestas y cabar¨¦s donde los madrile?os encontraron nuevas formas de divertirse y relacionarse, de vivir en definitiva. Es el Madrid de los cines, que junto con los caf¨¦s y las tiendas fueron los espacios donde la nueva arquitectura materializ¨® su expresi¨®n m¨¢s depurada. Y pese a ello, o por eso mismo, fueron los grandes sacrificados. Por ejemplo, el cine Madrid-Par¨ªs, de Teodoro Anasagasti, en la manzana de Gran V¨ªa 32. Inicialmente fueron los famosos almacenes del mismo nombre que entonces necesitaba Madrid al modo de otras capitales europeas, con una c¨²pula similar a los Lafayette; pero fracasaron y pasaron a ser el Sepu y hoy una marca de ropa tambi¨¦n low cost. Otros muchos edificios destinados a distintos usos cayeron no sin pol¨¦mica: el mercado de Olavide, de Ferrero Llusi¨¢, construido durante la Segunda Rep¨²blica dentro del Plan General de Mercados se demoli¨® en 1974. Durante esos a?os, los edificios deportivos tuvieron un gran apogeo. De algunos m¨ªticos, hoy no queda ni rastro: el front¨®n Recoletos, de Secundino Zuazo y Eduardo Torroja, que levantaron en la calle Villanueva la mayor estructura de este tipo en Europa. Hoy ocupa el solar unas viviendas.
Una mina para curiosos
Ediciones La Librer¨ªa, fundada en 1986, es una mina para interesados en Madrid y la Comunidad. Adem¨¢s de los 1.000 t¨ªtulos del cat¨¢logo, en www.edicioneslalibreria.es cuenta peque?as historias del teatro Apolo o El capricho, por ejemplo.
¡°Espa?a no es un pa¨ªs muy cuidadoso en la conservaci¨®n de su patrimonio en general¡±, destaca Castillo. ¡°A la especulaci¨®n y cierta desidia se une el escaso inter¨¦s a las manifestaciones art¨ªsticas durante mucho tiempo. No se tomaban en serio obras de arquitectos como Guti¨¦rrez Soto, que a¨²n era joven cuando estall¨® la Guerra Civil. Tambi¨¦n hay que considerar el contexto pol¨ªtico, y gente vinculada a la Rep¨²blica como Luis Lacasa y S¨¢nchez Arcas tuvieron que exiliarse y nadie defend¨ªa su obra¡±.
? Los transformados. Acabada la Guerra Civil, el franquismo se ocup¨® de limar todo lo posible los c¨®digos racionalistas y la arquitectura de Le Corbusier considerada roja. En su lugar, buscaba en la tradici¨®n imperial de los Austrias (y El Escorial como paradigma) una identidad simb¨®lica para el nuevo r¨¦gimen. Y la primera v¨ªctima de esta reconversi¨®n fue parte de la Ciudad Universitaria. En otro contexto, la gasolinera art d¨¦co en Alberto Aguilera, del imaginativo Casto Fern¨¢ndez-Shaw vinculado al futurismo, una obra mod¨¦lica del racionalismo, que se derrib¨® impunemente. Luego, gracias al clamor popular se volvi¨® a construir, aunque con notables modificaciones. ¡°En l¨ªneas generales, los edificios de esta ¨¦poca muy pocos se conservan tal cual y algunas, como la Casa del Marqu¨¦s de Villora, de Rafael Bergam¨ªn, en Serrano, est¨¢n tan alteradas que ni se las reconoce¡±, critica Castillo.
? Los resistentes. Entre los privilegiados que siguen conservando el esp¨ªritu con el que se hicieron est¨¢ el conjunto de apartamentos, en Marqu¨¦s de Riscal, de Fern¨¢ndez-Shaw. Fue como traer Nueva York a Madrid. El primer edificio en la capital comme il faut, seg¨²n Castillo: con portero, calefacci¨®n central, servicio de plancha¡ Este cap¨ªtulo no puede concluir sin mencionar a la Residencia de Estudiantes. Aunque su conjunto es mud¨¦jar, no as¨ª su interior, y en su visita Gropius ya valor¨® unos dormitorios muy racionalistas.
En cualquier caso, fue por donde se col¨® la modernidad de la mano de una minor¨ªa que transform¨® para siempre el horizonte espa?ol. Y Madrid no volver¨ªa a ser la misma.
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