El Callej¨®n del Gato
No parece que vivamos algo real sino el reflejo grotesco de una realidad dif¨ªcil de comprender
Es como si la sociedad espa?ola hubiera decidido mirarse en los espejos deformantes del Callej¨®n del Gato. Ese juego de espejos c¨®ncavos y conversos que utiliz¨® Valle-Incl¨¢n para analizar el esperpento de una realidad cargada de comportamientos absurdos. Si Max Estrella viviera no saldr¨ªa de su asombro y cambiar¨ªa los escenarios dominantes en sus paseos nocturnos, esos antiguos burdeles, antros de juegos y calles inseguras, por los actuales palacios de justicia, los parqu¨¦s de la bolsa, las instituciones p¨²blicas y las sedes de las grandes corporaciones bancarias. Por eso, no parece que estemos viviendo algo real sino el reflejo grotesco de una realidad que resulta cada d¨ªa m¨¢s dif¨ªcil de comprender.
En el Callej¨®n del Gato, esquina con la primera puerta a la derecha de la sede del Tribunal Superior de Justicia de Valencia, se reflej¨® el otro d¨ªa la imagen de un ex presidente que bland¨ªa una mano con el signo de la victoria. ?Era esta la realidad o la imagen grotesca de la realidad vista desde un espejo c¨®ncavo? El Camps del signo de la victoria no era compatible con el Camps que qued¨® reflejado en las conversaciones telef¨®nicas que todo el mundo pudo escuchar en el juicio. Por lo tanto, ?A qui¨¦n absolvi¨® el jurado, al honorable Camps o al ¡°amiguito del alma¡± de El Bigotes?
Frente a la sede del Tribunal Supremo, en Madrid, hay otro Callej¨®n del Gato. De ah¨ª que nos est¨¦ pasando lo mismo con la realidad de los dos juicios a Garz¨®n. Tanto el de su imputaci¨®n por las escuchas telef¨®nicas a los abogados defensores del caso G¨¹rtel, como el de su supuesta prevaricaci¨®n por la investigaci¨®n de los cr¨ªmenes del franquismo. ?Cu¨¢les estamos viendo, los juicios reales o la imagen deformada de ambos juicios? En la investigaci¨®n del franquismo es Falange quien acusa y el juez que investiga el acusado. Se trata de un sumario donde el instructor es quien le dice a la acusaci¨®n c¨®mo tiene que realizar su trabajo, ya que no existe causa para el ministerio fiscal, que es el que tiene que acusar.
En Luces de Bohemia, Valle-Incl¨¢n intent¨® reflejar a los h¨¦roes cl¨¢sicos en los espejos c¨®ncavos para que surgiera el esperpento, que no era m¨¢s que una deformaci¨®n grotesca de la realidad. Se trataba de degradar los personajes, con la intenci¨®n de caricaturizar una sociedad que se estaba despe?ando hacia el ocaso. Algo similar est¨¢ ocurriendo ahora. Todo es grotesco y degradado: un esperpento. Las agencias de calificaci¨®n, que fueron las que llevaron la econom¨ªa a este desastre, son las encargadas de fijar c¨®mo salimos del desastre; los bancos, que fueron determinantes en llevarnos a la ruina, reciben ayudas p¨²blicas para salir ellos de la ruina; los banqueros ruinosos, en vez de ir a la c¨¢rcel, se van a sus casas con indemnizaciones millonarias. El Gobierno gobierna a medias, ya que hay elecciones andaluzas pronto. La oposici¨®n se opone poco, ocupada en buscar un l¨ªder desesperadamente. En las comunidades aut¨®nomas con m¨¢s imputados en sus gobiernos, es donde estos gobiernos logran m¨¢s mayor¨ªas absolutas; mientras en la comunidad aut¨®noma donde hay m¨¢s paro, es donde el que fuera director general de Trabajo robaba el dinero del paro. Disfrutamos de aeropuertos sin aviones, bibliotecas sin libros y museos que abren sin nada en su interior. Y una monarqu¨ªa parlamentaria, donde el principal problema es el yerno del Rey. Hay m¨¢s de cinco millones de personas sin empleo y otro buen n¨²mero de ciudadanos a punto de perderlo, pero las medidas impulsadas por todos los gobiernos van dirigidas a recortar las inversiones p¨²blicas, lo que dificulta la creaci¨®n de empleo.
Estamos viviendo frente a un juego de espejos en el que la ficci¨®n se ve superada cada d¨ªa por la realidad m¨¢s absurda. Ojal¨¢ nos levantemos una ma?ana y todo vuelva a ser normal. Una normalidad que no sea un gui?o constante al esperpento.
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