Noche transfigurada
El ciclo Musicadhoy presenta en una sola sesi¨®n los cuatro cuartetos de Arnold Sch?nberg
Suelen comentar jocosamente algunos int¨¦rpretes extranjeros la peculiaridad que se produce en algunos conciertos madrile?os -los de las 22.30- que empiezan un d¨ªa y acaban el siguiente. El del pasado s¨¢bado del excelente ciclo Musicadhoy termin¨® a la 1.30, con lo cual se reparti¨® a partes iguales entre el s¨¢bado y domingo.
La ocasi¨®n merec¨ªa este esfuerzo de resistencia, pues se trataba nada menos que de juntar en una misma sesi¨®n, y en orden cronol¨®gico, los cuatro cuartetos de Arnold Sch?nberg, compuestos en 1904-1905, 1907-1908, 1927 y 1936. Culturalmente era una apuesta de primer¨ªsima magnitud, entre otras razones para apreciar la evoluci¨®n ling¨¹¨ªstica de uno de los grandes creadores del siglo XX. El inter¨¦s aumentaba adem¨¢s al tener la posibilidad de escuchar a uno de los grandes cuartetos de cuerda de la actualidad, el Diotima, que nos obsequi¨®, dig¨¢moslo de entrada, con una interpretaci¨®n excepcional, ¨²nicamente atenuada en el segundo cuarteto con la incorporaci¨®n de la voluntariosa soprano Salom¨¦ Haller, de timbre poco atractivo y sentido distante de la comunicaci¨®n.
En la ola de pesimismo que nos invade, los agoreros de turno pronosticaban que ¨ªbamos a estar cuatro gatos en la sala. Se equivocaron. La ocupaci¨®n fue m¨¢s que notable, con lo que Madrid parec¨ªa, por unas horas, Berl¨ªn o Viena. Ni una tos, ni un m¨®vil, ni un sonido de envoltorio de caramelo, ni espantadas masivas como en algunas ¨®peras. Hac¨ªa mucho tiempo que no ve¨ªa a un p¨²blico tan concentrado y respetuoso, un p¨²blico que estall¨® al final, puesto en pie, en ovaciones y aclamaciones cerradas y c¨¢lidas.
Los organizadores se pueden sentir orgullosos de su atrevimiento. Y el cuarteto vio recompensado su agotador esfuerzo. La experiencia vali¨® la pena. Escuchar a Sch?nberg en estas condiciones es como asistir a una exposici¨®n de las diferentes etapas de Picasso. Todas las matizaciones de su m¨²sica, desde un expresionismo temprano hasta un dodecafonismo de madurez, quedaban de manifiesto con naturalidad. Fue, de alguna manera, una noche transfigurada. Y aunque estemos todav¨ªa en enero se puede hablar ya de uno de los conciertos del a?o.
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