Fabi¨¢n Estap¨¦, un maestro m¨¢s all¨¢ de las aulas
Fue uno de los economistas m¨¢s influyentes de la historia reciente de Espa?a


¡°De todas formas, sin que tenga ninguna bola de vidrio, me atrever¨ªa a decir que entraremos en el siglo XXI sin la coyuntura econ¨®mica favorable que ahora tenemos. (¡). No es un falso conservadurismo lo que me lleva a tener poqu¨ªsimas esperanzas en esta nueva moneda [el euro] (¡). De los resultados de esta fant¨¢stica operaci¨®n monetaria podremos hablar dentro de unos a?os. Si ya no estoy, enviadme una nota, porque me sabr¨ªa fatal haber errado en mis pron¨®sticos¡± (Fabi¨¢n Estap¨¦, 1999).
L¨²cido e ir¨®nico. As¨ª era el profesor Fabi¨¢n Estap¨¦ (Portbou, Girona, 1923), fallecido ayer. Una mezcla siempre brillante y entra?able, pero en ocasiones tambi¨¦n peligrosa para todo aquel que ten¨ªa la desgracia de convertirse en blanco de su aguda y acerada inteligencia.
Al recordarle, sin embargo, el riesgo es caer en el anecdotario. Sin duda, fue muy prol¨ªfico en este g¨¦nero. Se podr¨ªa escribir un libro con sus an¨¦cdotas. Muchas son ciertas, algunas son ap¨®crifas, aunque podr¨ªan pasar por aut¨¦nticas.
Si se me permite la referencia personal, en una ocasi¨®n, a finales de los setenta, le acompa?¨¦ a un acto Instituto de Cr¨¦dito Oficial en Madrid. Hablaba un exministro que ten¨ªa un acentuado estrabismo. Estap¨¦ se permiti¨® hacer un comentario agudo y acerado sobre las opiniones del ministro y su estrabismo que fue escuchado en toda la sala. El p¨²blico ri¨®. Naturalmente, al ministro no le gust¨®. Mientras camin¨¢bamos por la acera hacia el viejo hotel Suecia, donde siempre se aloj¨® cuando estaba en Madrid, me atrev¨ª a reconvenirle: ¡°Profesor Estap¨¦, por qu¨¦ dice esas cosas. A la gente le gusta, pero le perjudica porque los afectados no se lo perdonan y le acaban pasando factura¡±. No dijo nada. Seguimos caminando. Al rato, sin volverse hacia m¨ª, o¨ª que me dec¨ªa: ¡°S¨ª, pero si esas cosas se te ocurriesen a ti, tampoco te las callar¨ªas¡±.
Pero ser¨ªa un mal favor a su figura, trayectoria y personalidad recrearse en esa capacidad, que sin duda ten¨ªa y practic¨®. Quiz¨¢ la mejor forma de acercarse hoy a su trayectoria humana, acad¨¦mica, intelectual y tambi¨¦n pol¨ªtica sea leer alguno de los libros que m¨¢s se acercan al g¨¦nero memorialista. Para toda aquel que quiera conocerle mejor, es indispensable la lectura de sus memorias, que public¨® con el t¨ªtulo tan estapetiano De todos los colores, publicadas por Edicions 62 y cuya cuidada edici¨®n estuvo a cargo de la periodista M¨°nica Terribas.
Fue una persona compleja, en el sentido rico y noble de la palabra. Se podr¨ªa decir que algunas de sus decisiones eran contradictorias y lleg¨® en alguna ocasi¨®n a desconcertar tanto a los amigos como a los enemigos. Una de esas ocasiones fue su aceptaci¨®n de la oferta que le hizo Laureano L¨®pez Rod¨®, a la saz¨®n comisario del Plan de Desarrollo, para hacerse cargo de la subcomisar¨ªa del plan a principios de los a?os setenta. Sin renunciar nunca a sus valores de libertad y a su querencia hacia el socialismo democr¨¢tico, le animaba un deseo irrefrenable de ser ¨²til y contribuir a la modernizaci¨®n de la econom¨ªa y la sociedad espa?ola, a trav¨¦s de la colaboraci¨®n y la amistad con pol¨ªticos que desde el r¨¦gimen de Franco trabajaban por lo que despu¨¦s se llam¨® la Transici¨®n. Sin duda, con uno de ellos, Rodolfo Mart¨ªn Villa, mantuvo la amistad hasta el final.
Pero era dif¨ªcil que esa y otras colaboraciones, tanto en la fase del r¨¦gimen como en la de la Transici¨®n, as¨ª como su afiliaci¨®n ocasional a Comisiones Obreras, permaneciesen mucho tiempo. Como dec¨ªa, citando a Groucho Marx, no pod¨ªa permanecer ligado a ning¨²n club, asociaci¨®n o partido que le admitiese como socio, porque acababa parti¨¦ndolo.
Este rasgo de libertad intelectual absoluta, que no admite condicionamientos ni trabas de ning¨²n tipo, es a mi juicio el rasgo que mejor define la vida y trayectoria acad¨¦mica e intelectual del profesor Estap¨¦. Es su mejor herencia intelectual, que busc¨® siempre transmitir a sus alumnos y disc¨ªpulos. Fue de los pocos economistas espa?oles que han creado escuela. Pero fue un maestro que entendi¨® su magisterio como una labor de abrir ventanas al pensamiento, no de cerrarlas de forma dogm¨¢tica. Todo aquel que pas¨® por sus clases no le olvida nunca.
Su obra publicada no es muy extensa. Como hacen los pioneros, en cuanto descubr¨ªa o entend¨ªa algo, dejaba de interesarse por ello para que otros lo hiciesen. Pero, sin ser amplia, todo lo que escribi¨® es absolutamente relevante para comprender la historia de las ideas econ¨®micas y su influencia en la pol¨ªtica econ¨®mica, y tambi¨¦n para comprender la historia econ¨®mica y pol¨ªtica de Espa?a de los siglos XVIII, XIX y XX. Le gustaba especialmente descubrir y divulgar a los heterodoxos que hab¨ªan quedado olvidados. Lo hizo con Idelfonso Cerd¨¢ y con Laureano Figuerola, dos catalanes que tuvieron una influencia determinante en la configuraci¨®n de la Barcelona y la Espa?a modernas.
En la Academia de Ciencias Morales y Pol¨ªticas, su ¨²ltimo refugio acad¨¦mico e intelectual, continu¨® esa labor de recuperaci¨®n de catalanes olvidados. Su discurso de ingreso vers¨® sobre tres grandes economistas catalanes y la Real Academia. Eran Laureano Figuerola, Joan Sard¨¤ y Enest Lluch, el disc¨ªpulo que habr¨ªa de relevarle. Ahora est¨¢ de viaje para reunirse con ¨¦l y disfrutar con lo que a ambos le gustaba: conversar sobre todo lo humano y lo divino. Descanse en paz.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de Barcelona.
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