Nadie gemir¨¢ nunca bastante
"La distinci¨®n entre derecha e izquierda ya no existe, pero haberla, hayla. Y lo veremos todav¨ªa con mayor claridad en cuanto se alcen con el triunfo electoral en Andaluc¨ªa"
Ignoro a santo de qu¨¦ la historia del mundo se ha convertido en una cr¨®nica interminable de sus innumerables desdichas. Se dir¨¢ que siempre ha sido as¨ª, pero tambi¨¦n que a medida que vamos siendo muchos m¨¢s los habitantes del planeta va resultado cada vez peor. Uno puede tener un pasar en su vida a costa de mucho esfuerzo continuado, de un golpe de suerte o de ser lo bastante h¨¢bil para manejar en su provecho las desgracias ajenas, pero en general el resumen resulta bastante insatisfactorio para esos millones de personas que, seg¨²n las cada vez m¨¢s calientes estad¨ªsticas, se encuentran siempre y desde hace mucho tiempo en las tinieblas de los umbrales de la miseria estricta, lo que basta para no comprender nada en absoluto de los pensadores que se entretienen perorando sobre no se sabe bien qu¨¦ condici¨®n humana, algo para mi del todo incomprensible si no se define previamente qu¨¦ es lo que convierte en persona a un ser humano.
M¨¢s all¨¢ del repertorio habitual de antropolog¨ªas, optimistas o no, sucede que Dios y sus ep¨ªgonos y sus int¨¦rpretes han dejado de andar tambi¨¦n entre los pucheros, con lo que no ocurrir¨ªa absolutamente nada de no ser porque se empe?an todav¨ªa en hacernos la pu?eta en casi todos los frentes, que son muchos. Sin ir m¨¢s lejos, hasta hace unos cuantos d¨ªas no han tenido ocasi¨®n las v¨ªctimas del franquismo de contar ante un tribunal algunos detalles entrecortados del sufrimiento con el que fueron graciosamente obsequiados, mientras que las ideolog¨ªas, tantas veces dadas por finiquitadas, son como esa hidra de mil cabezas de las que al menos la mitad siempre est¨¢ en activo, como muestra la actitud del nuevo Gobierno ante el aborto, la educaci¨®n escolar por la ciudadan¨ªa, los recortes y otros desastres para este desdichado pa¨ªs. La distinci¨®n entre derecha e izquierda ya no existe, pero haberla, hayla. Y lo veremos todav¨ªa con mayor claridad en cuanto se alcen con el triunfo electoral en Andaluc¨ªa.
No enga?an a nadie estos derechistas que rechazan para s¨ª tal etiqueta, cuando deber¨ªan de estar agradecidos porque en su nombre obtienen los mayores triunfos, tanto en este mundo como en el otro, y tambi¨¦n los mayores beneficios en ambos mundos. Ni siquiera se enga?an a s¨ª mismos, y har¨ªan bien en reconocer entre la eternidad confusa de sus atributos la importancia de una herencia recibida que no es la de los socialistas, sino la de un franquismo que alberg¨® en sus buenos tiempos cualquier clase de tropel¨ªa en nombre de la Iglesia y de su Espa?a. Tal vez si estuvieran m¨¢s atentos a lo que se dice en los bares humildes cada vez que aparecen en la tele la Cospedal, la Mato o el Gallard¨®n sabr¨ªan mejor a qu¨¦ atenerse. Pero a¨²n as¨ª. Es de temer que de verdad echen de menos a Fraga Iribarne, en un interminable juego de espejos en el que parece tratarse de ver qui¨¦n la hace m¨¢s gorda.
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