Cante puro y con duende

Noche de cante con duendes flamencos de gran calidad. El portador principal fue Rancapino, ese cantaor de voz siempre insuficiente, pero que la utiliza con todas las fatiguitas del alma, para transmitir el m¨¢s puro arte jondo.

Arte enduendado el suyo, constantemente, aunque a veces parezca que la voz le va a fallar estrepitosamente. Anoche no lleg¨® a ser ese el caso, pues se encontraba bien, dentro de lo que cabe, y ello le permiti¨® regalarnos cinco cantes, entre los que hubo un par de perlas dignas de todos los honores: las soleares y las siguiriyas.

Y a¨²n estoy por decir que fue en las siguiriyas donde brill¨® a mayor altura, con un acompa?amiento de la guitarra de Moreno, siempre extraordinaria, que fue excepcional. Lleno de magisterio, con matices de una delicadeza incre¨ªble.

Gran cante tambi¨¦n el de Manuel Moneo, ese raro cantaor de Jerez, al que hac¨ªa tiempo no ve¨ªamos por aqu¨ª, quiz¨¢ debido a su resistencia a cantar para grandes p¨²blicos, lo que le hace restringir habitualmente su radio de acci¨®n, m¨¢s o menos a zonas pr¨®ximas a su domicilio. Acompa?ado por la guitarra extensa de su hijo Manuel El Barullo, Moneo no alcanz¨® el grado de duende que lograra anteriormente Rancapino, pero hizo un cante serio, denso, de enorme grandeza flamenca.

Termin¨® la jornada el baile de Manolete, quien realiz¨® una vez m¨¢s su larga secuencia por canti?as, en la que aborda todas las variedades ¡ªo poco menos¡ª del g¨¦nero, que desde luego domina con la autoridad de muchos a?os ejecut¨¢ndolo.