Jurados impopulares
Hay cosas de la Administraci¨®n que no entender¨¦ nunca. Deben ser las contradicciones del sistema que se dec¨ªa en los tiempos de Lenin. Parece que estamos todos de acuerdo ¡ªaunque ninguno lo cumplamos¡ª en que la automedicaci¨®n es mala consejera y peor soluci¨®n. Que una cosa son los remedios de la abuela y otra muy distinta la administraci¨®n de antibi¨®ticos o sustancias farmac¨¦uticas. Que eso corresponde a los m¨¦dicos, que para eso han estudiado una carrera, han sido MIR, han puesto una consulta privada y han metido m¨¢s horas que un comercial a comisi¨®n. Del mismo modo, a nadie en su sano juicio se le ocurrir¨ªa incluir a una comisi¨®n ciudadana en el Departamento de Oncolog¨ªa de cualquier hospital para decidir qu¨¦ tratamiento seguir con este o aquel paciente. Asambleas, las justas.
Tampoco se me ocurre pensar que la asamblea de padres de un colegio se ponga por montera la libertad de c¨¢tedra y decida el contenido del plan de estudios, o que sean ellos los que establezcan los turnos y los horarios de los profesores.
Por eso jam¨¢s he estado de acuerdo con los jurados populares, que tanto juego dieron en el cine americano y parecieron en un momento de la joven democracia espa?ola un acto de progresismo sin parang¨®n. No, absolutamente no. Los ciudadanos no tenemos la obligaci¨®n de juzgar a nuestros conciudadanos. Para eso inventamos la Administraci¨®n de justicia y preparamos a los expertos que deben aplicar la ley que se aprueba en los Parlamentos, como inventamos la sanidad para que la apliquen los m¨¦dicos e investigadores, o el sistema educativo para que lo ejerciten los educadores.
No. Yo no me siento capacitado para juzgar a nadie, ni aunque le hayan encontrado con las manos en la masa y se declare culpable, que cosas m¨¢s raras han pasado cuando lo que parec¨ªa blanco era negro y viceversa. No, no estoy pensado en Camps, aunque lo parezca. Estoy pensando en que, si no es bueno que nos automediquemos antibi¨®ticos, no es bueno que nos autoadministremos justicia. El jurado popular no implica a los ciudadanos en la justicia, sino que los complica en la justicia y, por lo tanto, deviene la justicia en una suerte incalculable.
Bastante es que se sepa que en funci¨®n de qu¨¦ juez te toque puedes tener una sentencia favorable o contraria por el mismo caso como para que tu suerte dependa de unos ciudadanos que jam¨¢s se vieron en una igual y probablemente jam¨¢s se vuelvan a ver en otra. Definitivamente, no. El jurado popular es lo m¨¢s antipopular que existe. ?Cu¨¢ntas sentencias de los jurados populares hubieran variado sin los jurados populares? Ya, ya s¨¦ que hay factores correctores para casos extremos. Pero yo prefiero que me juzgue un juez que no mis vecinos. Salvo que sea Calamita. O el Supremo.
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