?Ni de derechas ni de izquierdas?
?Qu¨¦ ocurre con la primavera ¨¢rabe, con el 15-M, con los Occupy, con los partidos piratas? ?D¨®nde los situamos?
Hace tiempo le¨ª que al escritor franc¨¦s Serge Quadrappani le preguntaron sobre si ten¨ªa a¨²n sentido la cl¨¢sica distinci¨®n pol¨ªtica entre derecha e izquierda, y respondi¨®: ¡°Hay dos maneras de no ser ni de derechas ni de izquierdas; una es una manera de derechas y la otra es una manera de izquierdas¡±. Esa paradoja espacial nos puede ayudar a entender por qu¨¦ mucha gente que no ha vivido la transici¨®n pol¨ªtica evita definirse en ese esquema binario tan asentado en el panorama ideol¨®gico y pol¨ªtico. Son gentes que no aceptan un dilema que conduce inevitablemente al voto ¨²til, al bipartidismo que solo permite escoger entre los polos de ese conglomerado que algunos denominan como ¡°PPPSOE¡±. No es sorprendente que ello sea as¨ª, viendo la creciente dificultad de unos (populares) y otros (socialdem¨®cratas) para presentar perfiles pol¨ªticos diferenciados en los temas centrales de la econom¨ªa, el trabajo o la pol¨ªtica fiscal con que sustentar las pol¨ªticas sociales. Y ese rechazo a situarse en los dos cl¨¢sicos polos no creo que tenga nada que ver con la ambig¨¹edad con la que los populismos hist¨®ricos trataban de recoger votos y apoyos de todos los sectores sociales, poni¨¦ndolos finalmente al servicio de pol¨ªticas claramente conservadoras y autoritarias.
En el famoso libro en el que Norberto Bobbio defend¨ªa la vigencia de la polaridad izquierda-derecha, se dec¨ªa que quien se negaba a definirse como de derechas o de izquierdas en el fondo quer¨ªa ocultar de qu¨¦ lado estaba. En efecto, resulta imposible no afrontar los dilemas de valores que surgen inevitablemente frente a cada decisi¨®n. Decir que eres ni-ni conduce a un espacio prepol¨ªtico, de grandes valores aceptados por todos, pero ello no evita que ante cada decisi¨®n concreta debas elegir c¨®mo distribuir costes y beneficios, el aceptar m¨¢s o menos niveles de desigualdad o el primar intereses individuales o corporativos en vez de tratar de favorecer lo com¨²n.
?Qu¨¦ ocurre con la primavera ¨¢rabe, con el 15-M, con los Occupy, con la creciente presencia de partidos piratas? ?D¨®nde los situamos? Ha pasado la ¨¦poca de las coherencias y consistencias ideol¨®gicas que hac¨ªan que ante cualquier situaci¨®n supieras de antemano cu¨¢l ser¨ªa la reacci¨®n de quien se situaba en un espacio pol¨ªtico determinado. Hay ahora mucho conservadurismo disfrazado de izquierdas. En cada caso deber¨ªamos ver c¨®mo se sit¨²an esos movimientos en dilemas concretos, el papel de la mujer, las opciones ecologistas, el futuro del trabajo, la independencia de la red y el mantenimiento de las pol¨ªticas de bienestar, por citar solo algunos elementos. Pero lo que parece claro es que muchos de los integrantes de esas movilizaciones no aceptan que ser de izquierdas consista en votar y reforzar a pol¨ªticos que dicen representar esas opciones en sede institucional.
La realidad es cada vez m¨¢s multidimensional, y ante esa realidad la visi¨®n cl¨¢sica bidimensional, con un ¨²nico continuum entre derecha e izquierda ya no funciona. La gente del 15-M expresaba con el ¡°no nos representan¡± la sensaci¨®n de traici¨®n o de constante incumplimiento de contrato que los representantes pol¨ªticos exhib¨ªan ante la perpleja ciudadan¨ªa, y el rechazo a situarse en los polos cl¨¢sicos con la frase ¡°somos los de abajo¡±. As¨ª, ser de izquierdas no se reduce a votar a partidos que proclaman serlo, es reconocerse en una trayectoria hist¨®rica hecha de avances y retrocesos, en la que lo determinante es la lucha por la igualdad, por la consecuci¨®n de condiciones de vida justas para todos. Y ello pasa ahora por sacarnos de encima esa losa irracional del nuevo capitalismo global que acaba por convertir en irracional la propia vida. Y es indudable que en esa trayectoria hist¨®rica quedan englobadas tradiciones muy diversas, y tambi¨¦n alternativas de respuesta y de reorganizaci¨®n social que ya no pasan ni por la pura estatalidad como respuesta al capitalismo corporativo, ni por las recetas moderadoras de una socialdemocracia que part¨ªa de premisas hoy superadas y que ha acabado atrapada en la gesti¨®n de la irracionalidad econ¨®mica que vivimos. No hay tercera v¨ªa, pero tampoco una ¨²nica manera de ser de izquierdas.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de ciencia pol¨ªtica de la UAB.
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