Bernardo Leighton y las mayor¨ªas absolutas
Mas y Rajoy han sido moderados al escoger a sus colaboradores; Rubalcaba ha recurrido al b¨²nker de sus incondicionales
Comentaba recientemente Javier Mar¨ªas, con su habitual lucidez, que la que ¨¦l llama ¡°mayor¨ªa absolut¨ªsima¡± del PP ha dado lugar a una especie de fatalismo entre la poblaci¨®n (EL PA?S Dominical, 22 de enero de 2012). A sus reflexiones a?adir¨ªa yo lo que hace a?os o¨ª decir a Bernardo Leighton (1909-1995), uno de los fundadores de la Falange Nacional, que no ten¨ªa nada que ver con Falange Espa?ola, sino que fue el antecesor de la Democracia Cristiana de Chile. Era el n¨²mero dos de la democracia cristiana chilena y abanderaba el sector m¨¢s abierto y dialogante de su partido. Hab¨ªa propiciado la votaci¨®n a favor de Salvador Allende como presidente de la rep¨²blica, contra el parecer del sector m¨¢s conservador de su partido, que prefer¨ªa al candidato derechista. Tras el golpe de Pinochet, Leigthon tuvo que exiliarse. En noviembre de 1973 viaj¨® a Europa invitado por la Democracia Cristiana italiana para explicar lo que ocurr¨ªa en Chile. Estaba en Roma cuando el 6 de octubre de 1975 ¨¦l y su esposa fueron v¨ªctimas de un atentado, obra material de neofascistas italianos, pero cuya autor¨ªa intelectual se atribuy¨® fundadamente a la DINA, la polic¨ªa pol¨ªtica de la dictadura militar, en combinaci¨®n con la Operaci¨®n C¨®ndor y la doctrina de la seguridad nacional, que desde Estados Unidos persegu¨ªa a todo lo que oliera, aunque fuera de lejos, a comunismo en Am¨¦rica Latina. Una bala caus¨® a Leighton una fisura en la parte superior del cr¨¢neo que lo dej¨® en un delicado estado de salud, mientras que su esposa qued¨® parapl¨¦jica por otra bala en la columna vertebral. El brazo largo de Pinochet ya hab¨ªa sido parecidamente el responsable, en 1974, del asesinato de Carlos Prats Gonz¨¢lez, comandante en jefe del ej¨¦rcito de Chile cuando el golpe, y en 1976 lo ser¨ªa del de Orlando Letelier, que era ministro de Defensa el aciago 11 de septiembre de 1973, ambos muertos por una bomba bajo el coche activada por control remoto.
En el curso de aquel viaje por Europa para denunciar la criminal dictadura del general Pinochet, pas¨® Leighton por Barcelona y sus correligionarios de Uni¨® Democr¨¤tica de Catalunya lo acompa?aron a Montserrat y me lo presentaron, por haber escrito yo la historia de la democracia cristiana en Catalu?a desde 1931 hasta 1939. No recuerdo la fecha exacta de la visita, pero debi¨® de ser poco antes del golpe de Augusto Pinochet. Comentando la tensa situaci¨®n pol¨ªtica de su pa¨ªs y los rumores que ya circulaban de insurrecci¨®n militar, asegur¨® enf¨¢ticamente que en Chile era totalmente impensable una sublevaci¨®n del ej¨¦rcito, que siempre hab¨ªa sido muy disciplinado y totalmente sometido al poder civil. Me pregunto si realmente lo cre¨ªa as¨ª, o estimaba que era su deber desmentir los rumores, o tal vez hac¨ªa como el director de la orquesta del Titanic, que mientras se hund¨ªa el barco hac¨ªa sonar la m¨²sica para que no cundiera el p¨¢nico. Me permit¨ª, con todo, observarle que, seg¨²n mis informaciones, ciertamente escasas y fragmentarias, cre¨ªa notar algo muy peligroso, que hab¨ªa jugado en la Espa?a de 1936: el temor de que ¡°los otros¡± se anticipen (la extrema derecha hac¨ªa mucha propaganda de la revoluci¨®n que aseguraba que los comunistas preparaban, y ya estallado el alzamiento se publicaron unos documentos que posteriormente se demostraron falsos, del supuesto complot comunista). Pero lo que ahora m¨¢s me viene a la mente de aquel encuentro es otra cosa. Se avecinaban unas elecciones en Chile, y Leighton coment¨® que confiaba en el triunfo de la democracia cristiana, pero a?adi¨® que no deseaba que la victoria de los suyos fuera abrumadora, porque en estos casos tienden a acceder al poder los elementos m¨¢s extremistas de aquel partido, y esto no ser¨ªa bueno para su pa¨ªs. Y no es bueno para ning¨²n pa¨ªs, apostillo yo.
Me he acordado ahora de aquellas palabras de Bernardo Leighton sobre las mayor¨ªas pensando en nuestra actual situaci¨®n pol¨ªtica, desde luego mucho menos dram¨¢tica que la de Espa?a en 1936 o la de Chile en 1973. No tengo contactos con el aparato de ning¨²n partido pol¨ªtico, pero por lo que leo en la prensa, tengo la impresi¨®n de que Artur Mas, que gan¨® por mayor¨ªa relativa, fue moderado al escoger a sus colaboradores, y Mariano Rajoy lo ha sido m¨¢s a¨²n a pesar de haber alcanzado la ¡°mayor¨ªa absolut¨ªsima¡± de que hablaba Javier Mar¨ªas, mientras que Rubalcaba, que ha ganado por los pelos el cetro del PSOE, ha entonado el ¡°prietas las filas¡± con el b¨²nker de sus incondicionales.
Hilari Raguer es historiador y monje de Montserrat
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