Economistas Superstar
El tiempo no pasa en vano y a los economistas les va a pasar lo que a la econom¨ªa en 2008: van a morir de ¨¦xito
?Le duele la cabeza? No vaya al m¨¦dico, acuda a un economista. ?El coche no funciona? ?Se le ha estropeado el ascensor? No se dirija al taller, no llame al t¨¦cnico, mejor un economista. Sirven para un roto, para un descosido y hasta para una sastrer¨ªa de americanas. ?Necesita encontrar su lugar en el mundo? ?El sentido de la vida? ?Qui¨¦n mejor que un economista? Puede que se sienta desgraciado, ?desea conocer su futuro? Nadie como un economista. ?Su hijo quiere ser m¨¦dico? Est¨¢ bien, pero primero que estudie econom¨ªa y luego medicina. Esos chicos, ?qu¨¦ sabr¨¢n ellos? Quieren estudiar cada cosa¡ ?Si en la d¨¦cada pasada todos anhelaban ser cocineros metaf¨ªsicos, cazadores de tendencias o documentalistas creativos! ?Nada! ?Estad¨ªstica, econometr¨ªa, contabilidad y macroeconom¨ªa! Se ha acabado jugar con la comida, basta de documentar nada que no sea tendencias econ¨®micas. S¨ª, s¨ª¡ Los cocineros cambiaron sus trapitos blancos por largas sotanas modelo Matrix pero su tiempo se acab¨®. La comida ya no es el v¨ªnculo entre el hombre y el mundo, al menos no en esta regi¨®n del planeta. Mercadona ha ganado al Bulli, todo es demasiado vulgar. Todo menos la econom¨ªa, claro est¨¢. El cocinero le ha cedido las gafas de pasta y el look contempor¨¢neo al economista y parece que el reinado de este como superh¨¦roe va a durar todav¨ªa algunos a?os.
Pero pocos, que si algo estamos aprendiendo los legos es que todo esto no es tan dif¨ªcil y que todo tiene una explicaci¨®n, si no sencilla, al menos comprensible. Puede que el diferencial de la prima de riesgo y otras variables tengan su complejidad, pero lo del debe y el haber y lo de estirar m¨¢s el brazo que la manga sigue siendo tan v¨¢lido como lo de los a?os de vacas gordas y de vacas flacas. Adem¨¢s, hace tres a?os que los escuchamos y nos damos cuenta de que los arcanos no son tan misteriosos como parec¨ªan.
Pronostican el desastre, salen tronando que todo va mal y que va a ir peor, como si nosotros no supi¨¦semos leer la gr¨¢fica del paro
Es lo que tiene la nueva religi¨®n: la explicaci¨®n del mundo ya solo puede ser econ¨®mica. Es m¨¢s, escuchando a algunos te¨®ricos puede que no exista ni el mundo: todo es dinero. S¨ª, vale, hay factores culturales y sociales, valga la redundancia, pero la econom¨ªa ya no est¨¢ incrustada en nosotros, como nos dec¨ªa Karl Polanyi, sino que somos nosotros los que nos hemos incrustado en ella. Por eso necesitamos un ej¨¦rcito de economistas, los m¨¦diums. Y son legi¨®n: los tenemos keynesianos y hayekianos, independentistas y jacobinos, del ramo de los aeropuertos o del urbanismo, con valores ¨¦ticos, esperanzados, realistas¡ ?Ah!, y freaks, por supuesto, a docenas. Los m¨¢s pesados son los pesimistas, que parece que jueguen con la econom¨ªa como algunos br¨®keres con las acciones en la Bolsa, apostando a la baja. Pronostican el desastre, salen tronando que todo va mal y que va a ir peor, como si nosotros no supi¨¦semos leer la gr¨¢fica del paro.
El tiempo no pasa en vano y a los economistas les va a pasar lo que a la econom¨ªa en 2008: van a morir de ¨¦xito. La semana pasada el taxista me instruy¨® sobre la liquidez, y la verdad es que en aquel momento hubiese preferido o¨ªr la COPE. El h¨¦roe que viene ser¨¢ el emprendedor. Los economistas no lo saben, pero tienen los d¨ªas contados. Le est¨¢n preparando el terreno a su pesar, nunca como ahora hab¨ªan tenido tanto p¨¢bulo. Pero ya se ve que la cosa falla. Nos dicen que tenemos que crear empleo y empresa, pero la mayor parte de ellos son funcionarios en la universidad. Vale, act¨²an como consultores de cajas y bancos, obras sociales y otros garitos similares, pero eso hace tiempo que lo pagamos tambi¨¦n entre todos. En la jerga habitual de la creaci¨®n se dice que quien sabe no ense?a y que quien ense?a es porque no sabe. Pasarse el d¨ªa mand¨¢ndonos a Alemania es como descubrir que era m¨¢s barato producir en China. La realidad es que en 2004 se pod¨ªan contar con las yemas de un dedo los que pronosticaban la crisis. Y me pregunto, si tanto saben lo que necesita el pa¨ªs, si tanto conocen las reglas de la econom¨ªa, si nos arengan y ri?en con semejante ah¨ªnco, ?por qu¨¦ no se hicieron empresarios, perd¨®n, emprendedores? ¡°Emprenda, emprenda¡±. ?Emprenda usted! Que pesados, ni siendo pobre lo dejan a uno en paz.
Francesc Ser¨¦s es escritor.
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