So?aban despiertos
Durante la concentraci¨®n de protesta, Jaime y Miguel, todav¨ªa sin conocerse, exigieron a voz en grito el final de los recortes en Educaci¨®n, el mantenimiento de la esperanza, las posibilidades de futuro
En un pacto invisible los ciudadanos pagar¨ªamos impuestos a cambio del derecho a una educaci¨®n, sanidad y vejez dignas. Pero las pensiones peligran en el horizonte, la sanidad ha sido privatizada y carece de suministros, y la educaci¨®n consume sus recursos en colegios concertados, disminuye sus becas y muestra carencias en condiciones b¨¢sicas como la luz y la calefacci¨®n.
Por eso protestaban el mi¨¦rcoles decenas de estudiantes frente al Instituto Llu¨ªs Vives de Valencia. Entonces se produjo la detenci¨®n de uno de ellos por la polic¨ªa.
Varios miles de alumnos valencianos han concluido ya toda su ense?anza obligatoria sin conocer otras aulas que las prefabricadas. Mientras esto ocurr¨ªa en algunos colegios, los dirigentes pol¨ªticos inauguraban auditorios fara¨®nicos en los que ya trepa la hiedra, otorgaban contratos multimillonarios para circos y carreras y derrochaban el dinero de todos en bocetos, monumentos y aeropuertos carcomidos.
Jaime y Miguel lo sab¨ªan. Jaime, licenciado sin trabajo, prepara su salida de Espa?a en busca de las oportunidades que aqu¨ª no tiene. Miguel, bachiller en v¨ªas de paro, ayuda de d¨ªa a sus padres en un local de Russafa y estudia durante las noches sin calefacci¨®n en el Instituto Llu¨ªs Vives. Y encima, la polic¨ªa detiene a un compa?ero. No se conoc¨ªan, pero ambos ten¨ªan claro que en la ma?ana del jueves acudir¨ªan a la protesta por esta detenci¨®n.
Mientras los bancos insisten en sus balances de beneficios, ejecutan las sentencias de desahucio, reciben dinero p¨²blico avalado por el Estado y reparten millones entre sus directivos, una generaci¨®n de universitarios espa?oles emigra como hicieron algunos de sus abuelos en los a?os sesenta. Este ¨¦xodo, este retroceso, que amenaza con dejar a cero las posibilidades de investigaci¨®n en Espa?a, es ya una se?al de alarma para padres y educadores.
En la ma?ana del jueves, durante la concentraci¨®n de protesta, Jaime y Miguel, todav¨ªa sin conocerse, exigieron a voz en grito el final de los recortes en Educaci¨®n, el mantenimiento de la esperanza, las posibilidades de futuro, so?aron despiertos.
Los polic¨ªas disolvieron
Los polic¨ªas disolvieron la concentraci¨®n de estudiantes, muchos de ellos menores, como si se tratara de peligrosos activistas. En un momento dado fueron a por Jaime, Miguel acudi¨® en su defensa. Ellos dos y cuatro m¨¢s, casi unos ni?os, fueron introducidos en un furg¨®n y conducidos a comisar¨ªa. Otros detenidos fueron llegando durante la tarde, desde la delegaci¨®n del Gobierno, desde la propia puerta de Jefatura. Valencia volvi¨® a llenar los titulares del pa¨ªs.
Ahora Jaime y Miguel ya se conocen. Han pasado la noche en una celda, se han contado sus vidas. El atestado dir¨¢ cosas inveros¨ªmiles sobre ellos y su actuaci¨®n en la calle. Compa?eros, vecinos, padres, profesores y ciudadanos no deben tener dudas: por encima del lenguaje ocioso de las diligencias, Jaime, Miguel y los dem¨¢s, en nombre de todos, so?aban despiertos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.