De los pinchazos a un escenario sin ETA
La Ertzaintza encara su futuro como una polic¨ªa integral con 8.000 agentes Protagonistas de sus tres d¨¦cadas de historia repasan la evoluci¨®n del cuerpo
Hace tres d¨¦cadas, las antiguas instalaciones de un colegio de educaci¨®n especial sito en las inmediaciones de Vitoria y ya abandonado se poblaron nuevamente de j¨®venes dispuestos a estudiar y prepararse, pero en este caso para ser polic¨ªas. En febrero de 1982 ingresaba en la Academia de Arkaute la primera promoci¨®n de la Ertzaintza, integrada por 600 agentes. Hoy el cuerpo suma ya 8.000.
Aquellos seis centenares fueron los encargados de suceder a la fugaz Ertza?a de 1936 como la polic¨ªa propia de Euskadi, convirti¨¦ndose en el mayor icono del nuevo autogobierno vasco que emanaba del Estatuto de Gernika. Aquellos precursores son hoy los veteranos referentes de un cuerpo muy profesionalizado que en poco se parece al de sus or¨ªgenes.
En el camino se han ido combinando la ilusi¨®n de aquellos primeros agentes con las an¨¦cdotas propias de la inexperiencia. Los grandes y numerosos ¨¦xitos policiales con m¨¢s de una tragedia tambi¨¦n, la m¨¢s profunda el asesinato de una quincena de ertzainas a manos de ETA.
La organizaci¨®n terrorista demostr¨® desde bien temprano que no iba a hacer distinciones entre el color de los uniformes de unos y otros cuerpos de seguridad, que trataban, unos y otros, exactamente de la misma forma a la organizaci¨®n criminal. Su implicaci¨®n en la lucha contra el terrorismo ha sido uno de los principales retos de la polic¨ªa vasca y una de las cuestiones que, tambi¨¦n, m¨¢s debates ha levantado.
JES?S URIBE
Primera promoci¨®n (1982)
No era ETA lo que m¨¢s preocupaba en sus albores a la Ertzaintza, sino la pretensi¨®n, que se demostr¨® excesivamente rom¨¢ntica con el tiempo, de configurar una verdadera ¡°polic¨ªa del pueblo¡± y al servicio de los ciudadanos, casi en sentido literal. ¡°Pinchazos, juntas de culata¡ Par¨¢bamos en las cunetas para arreglar las aver¨ªas de los coches. Hasta cuatro horas nos lleg¨¢bamos a tirar con algunas de ellas¡±, recuerda Jes¨²s Uribe, agente de la primera promoci¨®n y uno de los actuales portavoces de Erne, el sindicato mayoritario en el cuerpo. ¡°Despu¨¦s se demostr¨® que aquello no era efectivo y se redujo la caja de herramientas de las patrullas a la m¨ªnima expresi¨®n¡± para evitar que se repitieran casos similares, apostilla.
Atutxa: ¡°La amenaza de ETA precisaba de una extrema especializaci¨®n¡±
El ¨ªmpetu se fund¨ªa con la incertidumbre de unos j¨®venes e inexpertos agentes que se vieron obligados a ser autodidactos en sus primeros a?os de ejercicio, fruto de una puesta de largo un tanto precipitada, derivada quiz¨¢ del complejo escenario pol¨ªtico de la todav¨ªa joven democracia.
Los ertzainas que el 1 de febrero de aquel 1982 ingresaron en la Academia de Arkaute degustaron un sencillo aperitivo como bienvenida y, sin previo aviso, regresaron ese mismo d¨ªa a sus casas para su propia sorpresa. ¡°Problemas de log¨ªstica, nos dijeron¡±, rememora Uribe. Una semana m¨¢s tarde volvieron a las instalaciones, pero tuvieron que soportar a¨²n varias jornadas sin calefacci¨®n ni agua corriente, en pleno invierno alav¨¦s, bebiendo botellines de agua.
En una Euskadi marcada por la recesi¨®n industrial y el desempleo, muchos se jugaron el tipo incluso antes de llegar a ejercer como agentes de la autoridad. Renunciar a sus respectivos trabajos para formarse en Arkaute implicaba sus riesgos. ¡°En una charla inicial nos advirtieron de que no ¨ªbamos a tener salario ni Seguridad Social durante los meses de formaci¨®n¡±, asevera Uribe. ¡°La gente comenz¨® a protestar de forma airada y nos amenazaron con echarnos a la calle, pero hubo tanta gente que tom¨® la puerta de salida por su propia voluntad que se vieron obligados a rectificar y negociar¡±, a?ade, para rematar: ¡°En ese momento naci¨® el sindicalismo¡± tan arraigado en estos momentos en la Ertzaintza.
En octubre de aquel mismo 1982 salieron los primeros agentes a la calle. Primero ten¨ªan la ¨²nica misi¨®n de vigilar ¡°piedras¡±, como ellos mismos dec¨ªan, para referirse de forma ir¨®nica a la tarea de custodiar dependencias administrativas que ten¨ªan encomendada. Despu¨¦s asumieron competencias en Seguridad Ciudadana y Tr¨¢fico, aunque todav¨ªa no estaban del todo claras. ¡°?bamos a la carrera, porque compet¨ªamos con los agentes de otros cuerpos para ver qui¨¦n llegaba antes a los accidentes y los asum¨ªa. A veces lo hac¨ªamos al mismo tiempo y se daba la circunstancia de que ellos tomaban las declaraciones a parte de los afectados y nosotros al resto¡±, relata este agente de la primera promoci¨®n. ¡°Cosas impensables hoy en d¨ªa¡±.
JUAN MAR?A ATUTXA
Exconsejero (1991-1998)
Pese a colmar los deseos de una polic¨ªa propia, ajena a la imagen represiva que a¨²n manten¨ªan por entonces las Fuerzas de Seguridad del Estado tras la dictadura, la Ertzaintza tard¨® varios a?os en completar su despliegue en Euskadi.
Cuando Juan Mar¨ªa Atutxa se hizo cargo del Departamento de Interior en febrero de 1991, los agentes no hab¨ªan llegado todav¨ªa a la Margen Izquierda vizca¨ªna ni a las tres capitales. ¡°Quedaba lo m¨¢s importante¡±, recuerda el exconsejero, bajo cuyo mandato se llev¨® a cabo el m¨¢s decidido impulso a la polic¨ªa vasca. El reparto de los agentes a lo largo y ancho de la comunidad aut¨®noma se complet¨® mediada esa d¨¦cada, tres a?os despu¨¦s de que la Ley de Polic¨ªa fijara los marcos de organizaci¨®n por los que todav¨ªa se sigue rigiendo el cuerpo.
¡°Me motiv¨® poder ayudar a la gente¡±, dice un ¡®ertzaina¡¯ de la pasada promoci¨®n
En sus primeros a?os, la Ertzaintza hab¨ªa funcionado poco menos que a golpe de prueba y error. No exist¨ªa un referente claro. ¡°No val¨ªa incorporar el modelo completo de polic¨ªas como la b¨¢vara o la israel¨ª, de las que s¨ª que importamos bastantes cosas. Ni siquiera el de Espa?a era v¨¢lido, por nuestra idiosincrasia particular y porque entre nosotros lat¨ªa la amenaza del terrorismo, que precisaba de una especializaci¨®n extrema¡±, sostiene Atutxa.
?l fue quien abander¨® la defensa p¨²blica y a ultranza de los agentes y su imagen desde el poder pol¨ªtico, principalmente en lo que a la lucha contra ETA se refer¨ªa.
La banda situ¨® en esos a?os a la Ertzaintza en su punto de mira y como uno de los objetivos prioritarios. Asesinatos como los del sargento mayor Joseba Goikoetxea, en 1993, a ra¨ªz del cual se decidi¨® encender el pebetero de homenaje que el pasado d¨ªa 1 se apag¨® en Arkaute, o el de Montxo Doral tres a?os despu¨¦s, incidieron de lleno en la l¨ªnea de flotaci¨®n de la investigaci¨®n antiterrorista.
Los etarras ¡°no entend¨ªan que con ellos se iba a respetar tambi¨¦n el cumplimiento estricto de la responsabilidad de perseguir el delito¡±, considera el exconsejero, quien no oculta la dureza de toda aquella etapa, en la que, adem¨¢s, ETA planific¨® varias veces su asesinato.
M¨¢s all¨¢ de la propia banda, y como parte de una compartida estrategia, la Ertzaintza se convirti¨® tambi¨¦n en blanco de algunos de los principales ataques de los radicales independentistas, que elevaron la violencia callejera casi hasta niveles de algarada diaria.
Las claves de 30 a?os
- Consejeros. El Departamento de Interior ha tenido seis responsables desde que naci¨® la Ertzaintza. Los cinco primeros fueron peneuvistas: Luis Mar¨ªa Retolaza (1982-1988), Juan Lasa (1988-1991), Juan Mar¨ªa Atutxa (1991-1998), Jos¨¦ Manuel Martiarena (1998-1999) y Javier Balza (1999-2009). Desde mayo de 2009 ocupa la cartera el socialista Rodolfo Ares.
- ETA. La banda ha acabado con la vida de una quincena de ertzainas, entre mandos y agentes rasos: Juan Carlos D¨ªaz Arcocha (1985), Genaro Garc¨ªa de Andoain (1986), Juan Jos¨¦ Pacheco (1988), Luis Hortelano (1989), Alfonso Mentxaka (1991), Joseba Goikoetxea (1993), I?aki Mendiluce y Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez (1995), Ram¨®n Doral (1996), Txema Agirre (1997), Jorge D¨ªez (2000), e I?aki Totorika, Mikel Uribe, Ana Isabel Arostegi y Javier Mijangos (2001).
- Or¨ªgenes. Heredera de la Ertza?a, nacida con el Estatuto de 1936 y disuelta al acabar la Guerra Civil, el 1 de febrero de 1982 ingresaba en Arkaute la primera promoci¨®n de la Ertzaintza: 600 agentes que no salieron a la calle hasta el 27 de octubre siguiente. Primero, se limitaron a custodiar edificios p¨²blicos. Luego llegaron las competencias sobre Seguridad Ciudadana y Tr¨¢fico.
- Actualidad. La polic¨ªa vasca alcanz¨® en 2011 la cifra de 8.000 agentes con su 23? promoci¨®n. Desde el a?o pasado, colabora con otros cuerpos en el centro de cooperaci¨®n policial de Hendaya. El pasado d¨ªa 1, coincidiendo con su trig¨¦simo aniversario y tras el cese definitivo de ETA, se apag¨® el pebetero que recordaba en Arkaute a los agentes asesinados por la banda.
La represi¨®n de la kale borroka y los grupos que la practicaban y deriv¨® en una intensa campa?a de desgaste de la imagen policial orquestada desde sectores de la izquierda abertzale, que se empe?aron en alejar a los agentes de esa id¨ªlica imagen inicial de servidores de los ciudadanos.
El distanciamiento, con ese colectivo al menos, fue tan patente como continuado ha sido hasta que la kale borroka ha desaparecido de Euskadi con el ocaso del terrorismo.
JON GARC?A
22? promoci¨®n (2010)
¡°Qu¨¦ duda cabe de que la situaci¨®n es ahora mucho m¨¢s f¨¢cil, pero yo me hubiera metido en esto de todos modos¡±. Lo confiesa Jon Garc¨ªa, un integrante de la pen¨²ltima promoci¨®n de la Ertzaintza, que lleva lo de ser agente en la sangre, casi en sentido literal. Su padre forma parte de aquella generaci¨®n que abri¨® el camino en 1982. Otros familiares cercanos tambi¨¦n trabajan en el cuerpo.
¡°En casa siempre me dijeron que me dedicara a otra cosa, pero empec¨¦ a estudiar Empresariales y vi que aquello no era lo m¨ªo. Me enter¨¦ por amigos que iba a salir una convocatoria, me apunt¨¦ con ellos a una academia y logramos plaza en Arkaute¡±, detalla.
Su caso no es extraordinario, pero s¨ª poco frecuente. Las viejas generaciones son las que mantienen mayor ilusi¨®n por su trabajo, seg¨²n reconocen el grueso de los agentes e incluso la mayor¨ªa de los m¨¢s j¨®venes, y pocos de los nuevos integrantes que llegan a Arkaute lo hacen por verdadera vocaci¨®n. Muchos buscan solo tener un trabajo y otros, labrarse unas buenas condiciones laborales en el actual escenario de crisis. ¡°A m¨ª me motiv¨® la posibilidad de ayudar a la gente, aunque a veces eso pasa por aparentar lo contrario¡±, dice Garc¨ªa.
En activo desde diciembre de 2010, este ertzaina suma poco m¨¢s de un a?o de experiencia en las calles y apenas 22 de edad, pero le ha bastado para comprobar que ¡°est¨¢ cambiando la cosa¡± tras el cese de ETA y la consecuente reorientaci¨®n de la labor policial hacia otras formas de delito, como la violencia machista o las mafias organizadas. Por eso conf¨ªa en que la Ertzaintza pueda ¡°cambiar el chip¡± para volver a ser la polic¨ªa cercana que pretend¨ªa ser en su momento, al servicio de todos los ciudadanos, pero con la experiencia y los medios materiales y tecnol¨®gicos de la actualidad como principal aval.
Pese a las activas reivindicaciones que impulsan los sindicatos, Garc¨ªa reconoce que en el fondo se trabaja ¡°bien¡±. Quiz¨¢ de ello deriva, en su opini¨®n, la ¡°buena imagen¡± que tiene la Polic¨ªa vasca entre las plantillas de otros cuerpos de seguridad. ¡°A veces es mejor la consideraci¨®n que nos tienen que la que nos tenemos¡±, enfatiza. Lejos quedan, desde luego, aquellos tiempos en los que los ertzainas de la primera promoci¨®n, como su padre, se perd¨ªan por las carreteras de Euskadi en los d¨ªas de intensa niebla y no sab¨ªan regresar a la comisar¨ªa.
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