Toda la riqueza, para los ricos
El dramaturgo alem¨¢n Falk Richter compone algunos cuadros de gran belleza donde los actores est¨¢n al otro lado del cristal en habitaciones urna
Dec¨ªa King Gillette, socialista ut¨®pico, inventor de la maquinilla de afeitar desechable y fundador de un emporio industrial, que el capital tiende a juntarse, por lo que todo ¨¦l acabar¨¢ pronto en manos de muy pocos, como en un campo magn¨¦tico todo el hierro acaba pegado al im¨¢n. ¡°Al que tiene se le dar¨¢, pero al que no tiene a¨²n se le quitar¨¢ lo que tenga¡±, advert¨ªa Cristo, dos mil a?os antes. ¡°Estamos ante la redistribuci¨®n de la riqueza entre las ¨¦lites¡±, observa el anciano padre del protagonista de Protect me, espect¨¢culo de la Schaubh¨¹ne cuyo tel¨®n de fondo es el recorte salarial y social europeo emprendido para devolver la deuda de particulares que compraron inmuebles a precios inflados y de gobiernos que construyeron infraestructuras de dudosa utilidad p¨²blica.
Protect me
Creaci¨®n: Falk Richter y Anouk van Dick. Int¨¦rpretes: Erhard Marggraf, Judith Rosmair, Kay Bartholom?us Schulze¡ Matadero. Del 22 al 25 de febrero.
¡°El tema no es c¨®mo integrar a los inmigrantes, sino c¨®mo integrar a los hijos de los ricos, que viven en un mundo aparte. Esa ser¨ªa la verdadera revoluci¨®n¡±, prosigue el viejo durante una escena reveladora, porque gira sobre las causas un metaf¨®rico ca?¨®n de luz enfocado permanentemente sobre los efectos. Como en Trust, primera colaboraci¨®n entre el director Falk Richter y la core¨®grafa Anouk van Dijk en el seno de la compa?¨ªa berlinesa, Protect me habla de c¨®mo la crisis econ¨®mica se solapa con una crisis de las relaciones personales, aunque Richter no se ocupa de establecer relaciones de causa efecto entre una y otra, como tampoco cose con hilo dram¨¢tico los mon¨®logos en primera persona y los sucesivos cuadros pl¨¢sticos, puntuados por momentos coreogr¨¢ficos vibrantes. ¡°?Podr¨ªas ir a yoga por mi, que yo no llego? ?Podr¨ªas acostarte con mi marido, que estoy ocupada? ?Podr¨ªas visitar a mi madre antes de que se muera?¡±, desgrana una joven sin tiempo libre, agobiada por un trabajo basura que no puede permitirse el lujo de perder.
Aunque Richter abusa imp¨ªamente del soliloquio dicho a p¨²blico, micro en mano, e introduce autorreferencias un tanto narcisistas (el protagonista es un autor joven en crisis), se atreve con un tema angular, compone algunos cuadros de gran belleza donde los actores est¨¢n al otro lado del cristal en habitaciones urna (que evocan la urna de K?rper y la pecera radiof¨®nica de Artaud recuerda a Hitler y al Romanisches Caf¨¦) y, li¨¢ndose el pa?uelo palestino a la cabeza, suelta humor¨ªsticamente un par de ideas malvadas que en el caso no del todo improbable de que haya entre el p¨²blico alg¨²n director de sucursal bancaria de los que intentan colocar participaciones preferentes (o similares) a jubilados en busca de un dep¨®sito seguro para sus ahorros, se lo piensen dos veces antes de repetir la jugada.
El venerable actor Erhard Marggraf (Berl¨ªn, 1925) simboliza la generaci¨®n de los padres de los otros ocho int¨¦rpretes, todos ellos j¨®venes y atl¨¦ticos, y una tradici¨®n teatral de la que Richter lucha por zafarse como autor y director: la hipn¨®tica escena entre padre e hijo, resuelta c¨¢lidamente, sin esa cierta distancia entre lo dicho y qui¨¦n lo dice que impregna el espect¨¢culo, supera en vigor intelectual y humano por goleada al repetitivo aluvi¨®n de mon¨®logos. Otro motivo para pensar.
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