"Estamos en la era de la vulnerabilidad digital de gobiernos y empresas"
El periodista Borja Bergareche presenta en Bilbao su libro 'Wikileaks confidencial'
El mundo hab¨ªa cambiado. Wikileaks simplemente lo constat¨®. Y ya no hay marcha atr¨¢s. No importa si la organizaci¨®n pro transparencia de Julian Assange acaba desapareciendo. En ese caso, otras tomar¨ªan el testigo. ¡°Estamos en la era de la vulnerabilidad digital de gobiernos, empresas y ciudadanos¡±, reflexiona el periodista Borja Bergareche en su libro Wikileaks confidencial (Anaya), que ayer present¨® en el Fnac de Bilbao.
Primero fueron 750.000 documentos clasificados muy comprometedores sobre las actividades del Gobierno de los Estados Unidos en las guerras de Irak y Afganist¨¢n. Dos a?os despu¨¦s, Wikileaks ha regresado con m¨¢s de cinco millones de correos electr¨®nicos vinculados a la compa?¨ªa privada de an¨¢lisis de inteligencia Stratfor, con sede en Tejas (EE UU). Uno de los nombres citados es el del ex presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, del que se dice que ¡°es m¨¢s extremista que los funcionarios israel¨ªes¡±. Otro e-mail asegura que los m¨¦dicos que tratan a Hugo Ch¨¢vez, presidente venezolano, de su c¨¢ncer le han dado dos a?os de vida.
¡°Hay una diferencia en el caso de Stratfor. Hablamos de un material obtenido mediante pirater¨ªa inform¨¢tica del grupo Anonymous, y no gracias a un garganta profunda como parece que ocurri¨® en 2010¡±, apunta Bergareche. A su juicio, ¡°llamar a Stratfor CIA en la sombra es exagerado¡±. ¡°Se ha magnificado todo un poco. Decir eso es desconocer que existe un negocio que son los servicios de inteligencia privados. Como Stratfor hay muchas empresas, tambi¨¦n en Espa?a¡±, indica.
El corresponsal del diario Abc en Londres cree que Wikileaks ha ense?ado una lecci¨®n a los gobiernos: la informaci¨®n confidencial no se puede guardar como se ven¨ªa haciendo desde la Guerra Fr¨ªa. ¡°No puede ser que EE UU sea un monstruo de los secretos que solo en 2010 puso el sello de clasificado a 75 millones de documentos. Lo que tienen que hacer los gobiernos es guardar menos secretos y hacerlo mejor¡±, opina.
En el caso de las revelaciones de 2010, el gran impacto inicial que causaron fue diluy¨¦ndose con el paso de los d¨ªas debido ¡°al gigantesco volumen de informaci¨®n¡±, considera Bergareche. ¡°Solo el material referente a Irak y Afganist¨¢n representaba una tabla de excel de m¨¢s de medio mill¨®n de l¨ªneas. Cierto cansancio en era inevitable¡±, apostilla.
Los gobernantes no fueron los ¨²nicos a los que Wikileaks ilustr¨® sobre los cambios que entra?a la nueva era digital. Los cuatro peri¨®dicos que colaboraron con la organizaci¨®n en la difusi¨®n de los datos ¡ªThe Guardian, EL PA?S, The New York Times y Der Spiegel¡ª se enfrentaron a modelos diferentes de gesti¨®n de la informaci¨®n. ¡°Por primera vez, la historia m¨¢s importante estaba escondida en una base de datos. Fue una buena ense?anza. Los periodistas de primer nivel, las grandes plumas, aprendieron a trabajar de otro modo, con un desarrollador y un inform¨¢tico al lado. El futuro ser¨¢ as¨ª¡±, asevera Bergareche.
Esto no significa que el oficio de contar est¨¦ en peligro, cree el autor de Wikileaks confidencial. En contra de la opini¨®n de Assange, quien sostiene que el periodismo debe regresar ¡°a lo m¨¢s elemental¡±, es decir, entregar a la audiencia la materia prima informativa bruta, Bergareche defiende la necesidad de pasar ese material ¡°por esa destiler¨ªa de historias con impacto humano que es una redacci¨®n¡±. ¡°Los peri¨®dicos siguen siendo un canal para contar cosas. Wikileaks est¨¢ aqu¨ª, s¨ª, pero como complemento. Todos formamos parte de la nueva ecuaci¨®n de la comunicaci¨®n¡±, zanja.
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