El ocaso del bingo
Tres salas cierran en un mes en un sector en crisis, a¨²n m¨¢s amenazado por el megacasino

Lo macro y lo micro. Sheldon Adelson es el magnate estadounidense que desde hace semanas tiene a medio Madrid debatiendo si permitirle instalar una ciudad del juego como las que ya tiene en Las Vegas y Macao. Por argumento trae en la maleta la promesa de 164.000 empleos. Mientras, en el lado oscuro del glamour, los bingos madrile?os, instituciones de juego tradicionales en la regi¨®n, viven su ocaso. En enero cerraron tres, con una p¨¦rdida de 100 empleos, y para finales de a?o se prev¨¦ la clausura de 10 m¨¢s.
Bingo Parquesur de Legan¨¦s, Copacabana de M¨®stoles, sala Gran V¨ªa. La capacidad de estos nombres para suscitar titulares y disputas pol¨ªticas es nula a pesar de que dos de ellas eran salas de primera clase. No pudieron luchar contra el efecto de cuatro tsunamis: la alta fiscalidad sobre el juego, la ley antitabaco, la crisis, y el envejecimiento y muerte de la clientela. El antiguo jefe de sala de uno de ellos recibe a las visitas en casa, vestido con la camiseta de un club de f¨²tbol mientras ve la televisi¨®n. Saca una revista del sector del juego y encuentra una foto suya en traje y sonriente. ¡°Era un trabajo de muchas relaciones p¨²blicas¡±, cuenta. No quiere dar su nombre porque duda de si seguir buscando de lo suyo o reciclarse. ¡°El sector lo veo muerto, pero es lo que s¨¦ hacer. He estado m¨¢s de 20 a?os trabajando 12 horas, saliendo despu¨¦s de las tres de la ma?ana¡±.
Su diagn¨®stico es negativo porque sabe que las empresas han intentado todo: recortar personal a m¨ªnimos, guerras de ofertas, bebidas baratas¡ Ante las malas perspectivas, en 2011 la Comunidad redujo la imposici¨®n fiscal al sector desde el 70% hasta el 50%, pero este exige que se le equipare al juego online, que tributa el 25%. Y aun as¨ª saben que la losa es pesada: los bingos languidecen con un gran porcentaje de lud¨®patas (seg¨²n los empresarios, solo un 20% de su clientela), premios no muy atractivos y una imagen asociada al jubilado solitario que se deja la pensi¨®n en cartones. ¡°No nos enga?emos. Hace unas d¨¦cadas las parejas sal¨ªan a cenar y se iban al bingo, pero hoy nuestro objetivo es sobrevivir¡±, se lamenta Manuel Matamoros, secretario general de la Organizaci¨®n Empresarial Madrile?a de Establecimientos de Juego (Omega).
Aqu¨ª solo vienen se?oras mayorcitas, y a las nueve se van a la cama¡±, dice una empleada¡±
Seg¨²n Omega, en Madrid quedan 49 bingos (con unos 1.600 empleados), cuando en 1995 hab¨ªa 106. Y pese al s¨®rdido panorama, Juan Jos¨¦ S¨¢nchez, gerente de la Confederaci¨®n Espa?ola de Organizaciones del Juego del Bingo (CEJBingo), asegura que la situaci¨®n en el resto del pa¨ªs es peor. ¡°Las relaciones con la Comunidad son fluidas. En 2011 tambi¨¦n permitieron los anuncios¡±. El problema es, en opini¨®n de S¨¢nchez, que las comunidades aut¨®nomas (due?as de las competencias de juego desde 1995) no est¨¢n para renunciar a ninguna tributaci¨®n. Por no hablar del problema del tabaco. Matamoros asegura que apoya la supresi¨®n de humos, pero que en su negocio es imposible: ¡°Muchos jugadores son m¨¢s ansiosos que la media. Si no les dejas fumar cuando juegan, lo hacen desde casa¡±.
Para los trabajadores despedidos de un bingo, las perspectivas de emplearse en otro casi no existen. Las esperanzas puestas en el megacasino de Mr. Adelson tambi¨¦n son remotas. Por las exigencias del millonario de saltarse la normativa de Trabajo e Inmigraci¨®n, las condiciones no parecen muy atractivas. Y en la CEJBingo vaticinar que si se cumplen las peticiones estadounidenses -incluidas las exenciones fiscales solicitadas- ir¨¢n a la ruina. ¡°Pagamos 30.000 millones de euros en impuestos, y este se?or que no quiere pagar parece que llega aqu¨ª como la Cruz Roja¡±, dice S¨¢nchez, que recomienda ser prudente hasta que el plan del casino solidifique.
Cuatro personas en una sala
Un paseo por un par de salas muy diferentes deja una impresi¨®n de las perspectivas del sector. En el bingo Prima quedan exactamente cuatro personas, y una es la encargada. ¡°Aqu¨ª solo vienen se?oras mayorcitas, y a las nueve se van a la cama¡±, cuenta para explicar por qu¨¦ la sala est¨¢ cerrada y solo se puede jugar a las m¨¢quinas. Dirige a los jugadores a otro sal¨®n cercano, el Universal, uno de los pocos que a¨²n funciona a buen rendimiento al arranque de la noche.
El sector, que tributa el 50%, exige que se le equipare al 25% del juego 'online'
La sala, presidida por un enorme marcador en el que se ven los premios en euros y pesetas, est¨¢ de bote en bote a las once de la noche. ¡°Siempre es as¨ª¡±, asegura el jefe de sala, un hombre de mediana edad con un traje demasiado grande. Seis empleados de sala y tres camareros corren con cartones y bandejas. Sin embargo, a las once y media casi la mitad de las mesas est¨¢n ya vac¨ªas.
Dos euros el cart¨®n; y por cuatro euros y medio, men¨² con cocido. La mayor¨ªa de jugadores tiene una edad respetable. En una mesa un joven con pelo de punta gesticula ansioso. Mientras leen los n¨²meros solo se oye su rotulador tachando una y otra vez la misma casilla. A medida que se cantan bingos, lanza al suelo los cartones que pierde.
Los jugadores no se muestran muy dispuestos a la charla. Despu¨¦s de no llevarse el premio de la noche (1.500 euros, a partir de los cuales las siguientes partidas descienden: 480, 351¡) una pareja de sesentones se escabulle al preguntarles si van por all¨ª a menudo: ¡°A este no. Una vez, nos toc¨® y por eso hemos vuelto¡±. Mientras, en la puerta un empleado hace una encuesta corporativa a un jugador. El chico escribe las respuestas apoyado en el lateral de una m¨¢quina y el hombre contesta sin mirarle, pulsando el bot¨®n para que las frutitas bailen.
- ?En este bingo se siente como en casa?
- Como en casa.
- ?En este bingo le saludan por su nombre?
- Claro: llevo viniendo 28 a?os.
- ?Qu¨¦ considera que le falta a este bingo?
- M¨¢s premios.
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