Madrid, capital del arte de fundir
Un pasado centenario avala con su esplendor un sector que hoy sufre la crisis La capital est¨¢ p¨®blada de inolvidables hitos en bronce surgidos de estos hornos
Muy pocas personas saben que la estatua de Crist¨®bal Col¨®n que el escultor Jer¨®nimo Su?ol realiz¨® para el Central Park de Nueva York, en 1894, sali¨® del taller de una fundici¨®n espa?ola. Al igual que la del h¨¦roe independentistas cubano, Antonio Maceo, esculpida en 1916 por el italiano Domenico Boni y que constituye una de las m¨¢s importantes de cuantas decoran la ciudad de La Habana. O la dedicada al libertador general Jos¨¦ San Mart¨ªn, que desde su caballo se eleva vigilante sobre una plaza de la capital peruana, Lima.
Ello se debe a que Madrid ha sido, desde fines del siglo XIX, uno de los emporios de las fundiciones de arte escult¨®rico. Su febril actividad pobl¨® gran parte de la ciudad, la regi¨®n, ciudades de Espa?a y de Am¨¦rica de numerosos hitos art¨ªsticos que han dado noticia de personajes principales y de episodios memorables.
Hoy, menos de media docena de fundiciones subsiste en la comunidad madrile?a. En su mayor¨ªa afrontan una situaci¨®n adversa en la cual estas factor¨ªas, donde se funden en bronce y otras aleaciones moldes escult¨®ricos de grandes proporciones y pesos, se han visto transformadas de manera dr¨¢stica. Y ello, en primer lugar, porque los encargos que reciben, por mor de le evoluci¨®n de los gustos est¨¦ticos, dejaron de ser de estilos figurativos ¡ªgeneralmente demandan mayor volumen¡ª para verse convertidos ahora en dise?os abstractos, m¨¢s exiguos en sus significaciones, dimensiones y hechuras.
Por otra parte, la demanda de estatuaria por parte de ministerios, ayuntamientos o instituciones p¨²blicas ha deca¨ªdo hasta extremos sin precedentes, se?alan fuentes del sector, que recibe asimismo muy pocos encargos del ¨¢rea privada.
Sin embargo, la cultura acu?ada por los fundidores forma parte de un patrimonio artesanal ¨²nico, cuyos frutos han trascendido las fronteras espa?olas y ha ornamentado calles y plazas de lugares tan distante como Ciudad de M¨¦xico ¡ªdonde existe una r¨¦plica exacta, pero en bronce, de la Cibeles madrile?a¡ª o la frontera entre Bolivia y Chile, por mencionar tan solo un par de enclaves en los que se yerguen sendos grupos escult¨®ricos originarios de una fundici¨®n de Madrid.
Es el caso de la instalada desde hace un lustro en el pueblo madrile?o de Paracuellos el Jarama, si bien estuvo tiempo atr¨¢s en la calle de Juli¨¢n Camarillo, en San Blas, despu¨¦s de haber permanecido durante d¨¦cadas en la calle de Cartagena y, previamente, en la de Ferrocarril, no lejos del paseo de las Delicias. Es la decana de las fundiciones locales y una de las m¨¢s veteranas del mundo. Hoy rige la fundici¨®n Mar¨ªa Luisa Codina, cuyo hijo Julio Sanz Codina pertenece a la quinta generaci¨®n de la saga de fundidores iniciada por el bisabuelo de su madre, Benito de Codina.
?ste hab¨ªa emparentado con Antoni Campins, sobrino y un socio de Federico Mas Riera, miembro de una saga de joyeros que se hab¨ªa asociado a un excelso mueblista de nombre Francesc Vidal. Con ¨¦l hab¨ªa fundado en Barcelona, en 1888, un negocio de decoraci¨®n pionero del estilo modernista. Mas Riera, hombre inquieto y emprendedor, fabricaba apliques del mobiliario de aquel negocio y, poco a poco, su artesan¨ªa fue evolucionando. En 1891 monta una fundici¨®n art¨ªstica con un socio, al cual el primer Codina se unir¨ªa posteriormente por parentesco pol¨ªtico para acabar por asumir ¨¦l la direcci¨®n del negocio. Viajaron a Italia y de all¨ª importaron el procedimiento de la fundici¨®n a la cera perdida ¡ªel preferido de impar escultor renacentista Benvenuto Cellini¡ª, abandonando el m¨¦todo a la tierra, hasta entonces el m¨¢s empleado en Barcelona, pero demasiado costoso y muy laborioso de ejecutar: los encargos fluyeron desde el primer d¨ªa. La estatua de Col¨®n que domina el Puerto de Barcelona fue una de sus primeras recreaciones.
Una fundici¨®n madrile?a decor¨® Nueva York, Lima y La Habana
Al alborear el siglo XX, Benito de Codina, hab¨ªa hecho una considerable fortuna en la Compa?¨ªa de Tabacos de Filipinas. A?os despu¨¦s, asociado con su cu?ado Campins, decide trasladar la fundici¨®n a Madrid. Comienza entonces una incesante senda art¨ªstica, en la que escultores de la importancia de Mariano Benlliure, Jer¨®nimo Su?ol o Aniceto Marinas convierten esta fundici¨®n en su taller favorito. ¡°De aqu¨ª salieron los grupos escult¨®ricos que coronan el mausoleo del estanque del Retiro dedicado a la pacificaci¨®n atribuida a Alfonso XII; tambi¨¦n la estatua ecuestre del general Arsenio Mart¨ªnez Campos, junto al Paseo de Coches, en el mismo parque; la excelsa obra que Marinas dedic¨® a Diego Vel¨¢zquez en la fachada oriental del museo del Prado¡±, dice Mar¨ªa Luisa Codina con orgullo; tambi¨¦n surgieron de sus hornos la estatua en bronce del h¨¦roe del Cascorro, Eloy Gonzalo, en El Rastro, de 1902; las cu¨¢drigas de Higinio Basterra, encaramadas en la cubierta de un banco de la calle de Alcal¨¢, que fueron fundidas en 1923; el grupo escult¨®rico de Lorenzo Coullaut-Valera del monumento a Cervantes, en la plaza de Espa?a, de 1930; la victoria alada del edificio Metr¨®polis, de su hermano Federico, en el cruce de Alcal¨¢ y Gran V¨ªa, de 1975 y de 1984, el dedicado a Indalecio Prieto en los Nuevos Ministerios o la de Carlos III en la Puerta del Sol, obra de Juan Pascual de Mena, reproducida en bronce por Miguel ?ngel Rodr¨ªguez y Eduardo Zancada...¡±
Codina evoca a sus antecesores y sus socios, gracias a los cuales la fundici¨®n cumpli¨® en 2011, unos 120 a?os de actividad. ¡°Tengo el proyecto de crear una exposici¨®n para celebrar el 120? aniversario: si consigo financiaci¨®n, reunir¨ªa obras, bocetos, dibujos y documentaci¨®n de las mejores labores surgidas de nuestros talleres¡±, explica.
Su tarea de digitalizar los archivos ya ha comenzado. ¡°Por s¨ª solos, los archivos constituyen un verdadero tratado del arte escult¨®rica¡±, subraya. ¡°Estos proyectos quiero dinamizarlos desde una fundaci¨®n de nuevo cu?o, que podr¨ªa impartir, adem¨¢s, cursos para ense?ar todo lo que hemos llegado a conocer y a experimentar de esta excelsa artesan¨ªa¡±, concluye Mar¨ªa Luisa Codina. M¨¢s de 12.000 toneladas de bronce fundido y 750 escultores de nombrad¨ªa avalan sus palabras y sus anhelos.
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