Fern¨¢ndez Curr¨¢s, el arte de la voluntad

Cualquiera que pregunte a Marta sobre su ocupaci¨®n profesional o pol¨ªtica se encontrar¨¢, probablemente y bajo una apariencia de distante proximidad, con la respuesta en ella habitual: ¡°Solo s¨¦ que trabajo mucho y que trato de hacerlo bien, otra cosa es que lo consiga¡±. Pero lo dice sin pizca de falsa modestia, como traduciendo al lenguaje coloquial aquel poema de Concepci¨®n Arenal, una hoja ca¨ªda que un d¨ªa barrer¨¢ el hurac¨¢n¡­ Acostumbrada a subrayar su car¨¢cter en un universo laboral mayoritariamente masculino, ajena al t¨®pico de la lucha feminista convencional, partidaria del m¨¦rito como medida, forma parte por derecho propio de la creciente n¨®mina de mujeres que llegan adonde se proponen.

?F¨¦mina de su tiempo, lejos de la impostura social que arrastra prejuicios desde la Revoluci¨®n de 1789, cuando a ellas se las dejaba participar en los acontecimientos solo por el gesto y la palabra, esforzada a edad temprana, dispuesta a revalidar conocimientos en oposiciones rigurosas ¡ªcon matrimonio intercalado¡ª, batiendo el cobre como funcionaria de raza y convicci¨®n, meticulosa y perseverante, apasionada del servicio p¨²blico.

En esa combinaci¨®n de elecci¨®n y destino que es la vida, y la suya tambi¨¦n, nunca se ha enfrentado al gobierno de cosas f¨¢ciles y, ahora, menos todav¨ªa. Y si el precio del hombre es su voluntad, que aseveraba un santo tan humano como Agust¨ªn, esta mujer bate r¨¦cord, pues no se arredra ante sus obligaciones, sino que trabaja, resiste y soporta, en una correosa s¨ªntesis de viga y dique.

Algunos se quejan de que en los aleda?os del poder ¡ªy en sus calderas¡ª la amistad sufre, no en vano ¡ªcomo escribi¨® Colette¡ª ¡°es recomendable tratar la amistad como los vinos y desconfiar de las mixturas¡±, tan habituales en la corte. El tiempo dir¨¢ si Marta se deja expropiar los afectos por espejismos madrile?os, aunque parece dif¨ªcil que la venza el v¨¦rtigo de una altura tan contingente. Corre otros riesgos, sin embargo, ya que llega al ministerio con dos almas, pues saliendo de la Hacienda central, pas¨® por la auton¨®mica y ha vuelto a la matriz.

No son muchos los que acumulan tanto conocimiento sobre una realidad pol¨ªtica y econ¨®mica que se sit¨²a en un plano as¨ª de dial¨¦ctico, por lo que esta gallega se incorpora con un equipaje repleto de ecuanimidad.

Pero el ocio tambi¨¦n existe para esta inspectora e interventora de Hacienda, profesora asociada en la Universidad de Santiago, nacida en Vigo, con querencia natural por Pontevedra, enamorada de Compostela y complacida de vivir en A Coru?a. En el gimnasio se emplea a fondo, alimentando su equilibrio, mientras ejercita los m¨²sculos, hechos ya madera de sierra, listos para entarimar, apasion¨¢ndose en la competici¨®n contra s¨ª misma. Eso y m¨¢s le har¨¢ falta para decidir en medio de una econom¨ªa deteriorada, agujereada de incertidumbre, de luz incierta al final de un t¨²nel de longitud desconocida. Los que le deseamos suerte, esperaremos a que florezcan los cerezos, mientras ella dosifica el presupuesto. Dec¨ªa Garc¨ªa M¨¢rquez que, en las tinieblas, las mujeres se orientan mejor con menos luces y quiz¨¢ ya Marta intuya los pelda?os de la escalera que habr¨¢ de construir.