Tres deudas pol¨ªticas

Nadie debe lloriquear de manera hip¨®crita o rasgarse las vestiduras ante la aparici¨®n de nuevos partidos u organizaciones pol¨ªticas, y ante la modificaci¨®n, por tanto, del campo representativo e ideol¨®gico, porque en Galicia hay, al menos, tres deudas con la realidad, y esas deudas corresponden a los tres partidos/coaliciones realmente existentes en los t¨¦rminos de tener representaci¨®n en el parlamento local: BNG, PSdG y PPdeG.

Ni el BNG representa al conjunto del nacionalismo gallego, que se expande m¨¢s hacia el centro y algo hacia la izquierda, con criterios, en general, m¨¢s modernos que el n¨²cleo fuerte de la coalici¨®n, ni el PSdG tiene suficiente independencia estrat¨¦gica como para dise?ar actividades realmente aut¨®nomas y agrupar a toda la socialdemocracia gallega, ni el PP es esa derecha con la que uno puede estar seguro de que se cubrir¨¢n m¨ªnimos en terrenos tan conflictivos como la conservaci¨®n del patrimonio territorial, destruy¨¦ndose a fuerte ritmo, o cultural, con la lengua, des-normalizada, desprestigiada, deslegitimada y perdi¨¦ndose a igual ritmo, o tambi¨¦n econ¨®mico, con las cajas como ejemplo de una mentalidad imposible y la reforma laboral como horizonte temible de futuro.

As¨ª las cosas, no es raro que haya movimientos en las tres organizaciones y que algunos de esos movimientos hayan acabado o vayan a acabar en una marcha de la organizaci¨®n nuclear. Deben entender tambi¨¦n esos partidos a sus votantes cuando piden cambios y movimientos, pues eso quiere decir que alguna forma de representaci¨®n hacia ellos est¨¢ caduca y necesitan otras cosas, y si necesitan otras cosas van a dejar de votarlos y, probablemente, van a irse de ese entorno ideol¨®gico o van a darse de baja si son militantes.

Si Galicia fuese bien, dentro de un orden, y estuviese vadeando la crisis como el Pa¨ªs Vasco, por ejemplo, estas cosas apenas ocurrir¨ªan, pero no es as¨ª. Las cosas van mal y, sobre todo, van de mal en peor, montadas sobre una estrategia de salida de la crisis que nos har¨¢ m¨¢s pobres, menos eficientes (a¨²n!) y m¨¢s dependientes, con el territorio semidestruido para el turismo y otras cosas necesarias y con una emigraci¨®n renovada, repitiendo un maldito ciclo hist¨®rico que los conservadores, que son los que, esencialmente, han gobernado, no han sido quien de modificar, al contrario de otros territorios con una derecha m¨¢s activa y atenta a los intereses de su pa¨ªs.

En los ¨²ltimos meses hemos perdido el liderazgo de la construcci¨®n naval, hemos constatado que nuestros recursos marinos disminuyen, sabemos que la marca Galicia va unida, en el conjunto del Estado, a un cierto desastre en la conservaci¨®n del territorio, y no tenemos consuelo en ning¨²n frente anticrisis, con un paro creciente y la desmoralizaci¨®n que todo ello produce en una poblaci¨®n que a veces da la impresi¨®n de haber perdido toda esperanza.

Las tres deudas est¨¢n pidiendo acci¨®n en las tres fuerzas propias que deber¨ªan ser m¨¢s propias, m¨¢s modernas y m¨¢s eficientes, a¨²n a costa de perder alg¨²n que otro voto en las auton¨®micas que se acercan. O de ganarlos. Los partidos son m¨¢quinas lent¨ªsimas o sistemas escasamente abiertos, con escaso feed-back o retroalimentaci¨®n casi nula del exterior, con ciclos largos y pesados, y es esa lentitud la que les produce sorpresas inesperadas, cambios, movimientos forzosos, todo ello obligado y duro, en lugar de someterse por s¨ª mismos a un proceso evolutivo racional.

Que la proximidad de las elecciones provoque situaciones de esta clase es l¨®gico y, en general, positivo. Hemos visto m¨¢s movimiento en el lado izquierdo de la pol¨ªtica, pero pronto lo veremos en el lado derecho, no menos necesitado de una transformaci¨®n profunda que vaya acabando con la idea de que la derecha, en Galicia, es necesariamente gallegof¨¢gica, destructiva de la lengua y el territorio, econ¨®micamente corta y ego¨ªsta, adem¨¢s de intolerante y caciquil. ?Por qu¨¦ va a ser necesariamente as¨ª?