Quique Dacosta ahonda en su ra¨ªz
El cocinero desaf¨ªa a la crisis intensificando su apuesta por la vanguardia
Desde la terraza de su restaurante en D¨¦nia, en la que ha instalado un relajante pabell¨®n acristalado del que arranca el kil¨®metro cero del itinerario de sugerencias de su cosmos, se puede ver a Quique Dacosta (Jarandilla de la Vera, C¨¢ceres, 1972), trabajando en el estudio de creatividad. Tras el cristal, con la chaquetilla blanca, parece un cient¨ªfico a punto de secuenciar el genoma de un nuevo sabor para su ya amplio cat¨¢logo de creaciones sensitivas, que le ha valido dos estrellas en la galaxia Michelin y lo han convertido en el cocinero valenciano m¨¢s internacional.
Todo se puede ver tras los cristales, como si el primer mensaje fuera la transparencia con la que trata de impregnar todo lo que hace. Este mismo fundamento impera tambi¨¦n en el interior. La cocina es un espect¨¢culo visible, aunque ahora est¨¢ envuelta en una pantalla para amortiguar los ruidos que all¨ª se generan y no lleguen al comedor.
Hay 20 personas trabajando en la cocina, rodeadas de m¨¢quinas, aparatos y muebles de acero. ¡°Por aqu¨ª hay que moverse con naturalidad porque hay mucha gente. Lo malo es que llevan cuchillos¡±, previene el cocinero mientras penetramos en el coraz¨®n del restaurante. Varios jefes se encargan de que el tr¨¢fico fluya sin colapsos y que, adem¨¢s, haya sinton¨ªa, ¡°con tiempos medidos de ejecuci¨®n¡±. La cocina conecta con la sala de creatividad, donde trabajan cuatro personas. ¡°Es una cocina en la que no damos servicio: solo creatividad¡±, apunta. Aqu¨ª surge todo. Se trabaja para el a?o que viene. Hay tres ordenadores, ¡°ollas marcianas, alambiques gal¨¢cticos, cosas raras¡±.
Dacosta acepta como m¨¢ximo 10 mesas, unos 25 clientes por comida. ¡°Es por nuestra capacidad de desarrollo¡±, advierte. ¡°Doy cincuenta cosas en el men¨². Por 50 comensales, multiplica... Con esa cantidad, sus ritmos y temperaturas, todo se complicar¨ªa¡±. Esas mesas tienen siete patas y cada una de ellas es diferente. El dise?o es del propio cocinero y, pese a las apariencias, resulta muy funcional, ya que las patas no molestan a quienes se sientan a su alrededor. ¡°Vi patas que me gustaban, las copi¨¦ y le dije al carpintero que construyera las mesas, blancas, con siete capas de lacado. Es una mesa limpia, un ejercicio de esencialidad¡±. Sobre ellas no hay nada m¨¢s que la luz que se precipita desde la l¨¢mpara. ¡°Es la ideolog¨ªa de la casa: no tenemos mantel. En casa de nuestras madres no hab¨ªa mantel, es la esencialidad mediterr¨¢nea¡±, razona.
¡°Soy, sin duda, la relaci¨®n
Hubo varios ensayos antes de la apertura de la temporada, el pasado 29 de febrero, para corregir errores. ¡°Siempre hay fallos al principio, como por ejemplo c¨¢lculos de temperatura, que conviene detectar y corregir antes¡±.
Dacosta saca la nueva carta de un sobre: ¡°De aqu¨ª a aqu¨ª¡±, pone el dedo ¨ªndice sobre la catarata de su nuevo men¨² El sabor del Mediterr¨¢neo, ¡°son tres horas comiendo¡±. En paralelo hay otro men¨², Universo local, cuyo nombre tambi¨¦n apela a la ra¨ªz: ¡°Habla de lo que es mi cocina hist¨®ricamente, de que a partir de mi ecosistema, de estos 75 kil¨®metros a la redonda, yo he creado mi propio universo. Es mi lenguaje, con mi producto, con mi memoria, con lo que he aprendido. Y se recoge con platos de cl¨¢sicos a hist¨®ricos¡±.
El sabor del Mediterr¨¢neo es el resultado de la creatividad. Dacosta quer¨ªa contar que el Mediterr¨¢neo est¨¢ en el epicentro de su cocina y utilizarlo como met¨¢fora de que se volv¨ªa a mojar desafiando a la crisis y apostando por la cocina creativa, ¡°que en estos momentos est¨¢ en duda¡±. ¡°En las situaciones de crisis todo se tambalea, se duda del valor, del sistema¡ Sigo creyendo en la vanguardia, es mi manera de expresi¨®n, como entiendo la cocina, y me mojo¡±. ¡°El sabor del Mediterr¨¢neo es tambi¨¦n un homenaje a Ferran Adri¨¤, que ha cerrado el restaurante, y al primer libro que hizo El Bulli, que se llamaba as¨ª¡±, argumenta.
¡°En mi restaurante
Este men¨², que es el m¨¢s extenso, se compone en actos, como si fuera una ¨®pera. Y en escenarios diferentes. ¡°Pongo al cliente en el jard¨ªn, con el aperitivo, luego en la mesa y despu¨¦s en el sof¨¢ [en un sal¨®n de descompresi¨®n] para tomar La Caja M¨¢gica [el postre final]. Cada acto tiene principio y fin, y hay platos que se abren como acordeones y se fragmentan con estribillos, como Los Siete Servicios del Pich¨®n, en el que hacemos un desglose de elaboraciones a partir de un producto¡±. Este, seg¨²n reza la carta, es ¡°el men¨² de los valientes¡±. ¡°Hay que ser valiente porque es un men¨² de muchos platos. Tambi¨¦n porque, en una situaci¨®n socioecon¨®mica, compleja podr¨ªamos haber compuesto un men¨² fant¨¢stico con algunos de los mejores platos, y en cambio hemos optado por este¡±.
Dacosta se considera un radical en la cocina. Lo es tanto que lo que acaba de crear ya le parece cl¨¢sico, pero sin perder la perspectiva de la ra¨ªz. ¡°Es un men¨² en el que hay mucho compromiso con mi territorio¡±, manifiesta. En ese sentido, Dacosta ha querido dar a las salazones el valor que los franceses otorgan al carro de quesos. Este ¡°ejercicio de val¨ªa¡± tambi¨¦n ha querido trasladarlo a los postres, con tres platos en los que interpreta desde la vanguardia productos tan tradicionales como el fart¨®, la orxata, el pastisset de moniato o el bunyol de carabassa. Lo remata con un poderoso c¨®ctel de arrop i talladetes.
Desde que empez¨® la crisis, Dacosta ha defendido que ¨¦sta no pod¨ªa condicionar su cocina. ¡°Hago lo que hago porque lo entiendo as¨ª y no lo puedo parar. S¨¦ que asumo m¨¢s riesgo haciendo esto que haciendo otras cosas, poniendo un men¨² a un precio o poni¨¦ndolo a otro. Pero esto cuesta lo que cuesta. No he puesto ning¨²n precio aleatorio [los men¨²s cuestan 120 y 150 euros, bebida aparte]. En mi restaurante quiero beneficio cero: no ganar ni perder¡±, justifica. ¡°Los 8.000 clientes que tengo al a?o saben qu¨¦ cuesta y lo que quieren de m¨ª. Soy, sin duda, la relaci¨®n calidad-precio m¨¢s barata de Espa?a¡±, proclama. Para reforzar su defensa, asegura que no tiene ¡°vicios ni caprichos¡±, que conduce ¡°un coche de hace once a?os¡± y que las l¨¢mparas que tiene en el restaurante no se las puede permitir en su casa.
Con todo, admite que, aunque la crisis no ha condicionado su narrativa, s¨ª que ha tratado de ¡°conectar m¨¢s¡±. Es decir, ¡°humanizar el discurso desde el punto de vista gustativo¡±. Y lo aclara: ¡°Puedo hacer un plato igualmente vanguardista con un queso Cabrales o con un quesito de El Caser¨ªo. Con los dos puedo dar lo m¨¢ximo de m¨ª como cocinero de vanguardia. Si lo hago con El Caser¨ªo, gustar¨¢ al 95%, por la amabilidad del gusto, y el Cabrales al 5%¡±. Sin renunciar a su radicalidad, Dacosta se desvive por sintonizar, ser comprensible, seducir, pero no quiere ¡°clientes sumisos¡±.
¡°Aqu¨ª estamos otra vez con la que est¨¢ cayendo¡±
¡°Aqu¨ª estamos otra vez con la que est¨¢ cayendo¡±, se crece Quique Dacosta en el peor a?o de la crisis. Tiene un compromiso con la cocina de vanguardia, que define como el I+D+i que ha permitido que Espa?a sea un referente gastron¨®mico en el mundo, as¨ª como la mejora de la profesionalidad en toda la restauraci¨®n. Y alerta de una posible descapitalizaci¨®n de talentos de la gastronom¨ªa hacia otros pa¨ªses ante la complicaci¨®n de la econom¨ªa.
Dacosta tiene 8.000 clientes anuales, unos 40 diarios, y el 80% son extranjeros, de B¨¦lgica, de Francia, de Italia, de Estados Unidos... Pese a los demoledores efectos de la crisis, considera que no es dif¨ªcil mantenerlos tambi¨¦n este a?o. La ¡°ramificaci¨®n internacional¡± de su prestigio refuerza su confianza. ¡°Ahora est¨¢n creciendo los clientes extranjeros y disminuyendo los espa?oles¡±. La raz¨®n es que la crisis ¡°no se est¨¢ viviendo en el mundo como en Espa?a¡±.
En los dos ¨²ltimos a?os ha desarrollado nuevos conceptos empresariales, como MercatBar y Vuelve Carolina en Valencia, o Aire en el aeropuerto de L¡¯Altet, de los que se muestra muy satisfecho. ¡°?Por qu¨¦ no lo hice antes?¡±, se pregunta. ¡°La gente ha vivido de muy buen grado la democratizaci¨®n de mi manera de entender la cocina, con enfoques distintos y con espacios igualmente profesionales. Ah¨ª nos hemos acercado directamente a la sociedad valenciana¡±.
Esta estructura empresarial, que da empleo a unas 85 personas, le ha ofrecido la estabilidad para seguir ¡°moj¨¢ndose y apostando¡± por la cocina de vanguardia en D¨¦nia. El cocinero considera que estos proyectos son tan imprescindibles para el restaurante Quique Dacosta como lo es para ellos el nombre del establecimiento de vanguardia. ¡°Son el complemento necesario y se retroalimentan¡±, refiere. Debido a su ¨¦xito, en los ¨²ltimos meses ha tenido ofertas para exportar el modelo de MercatBar y Vuelve Carolina a otras ciudades, como Madrid. Sin embargo, prefiere consolidar los proyectos y recuperarse, ya que abrir cuatro establecimientos nuevos en una temporada y cambiar la l¨ªnea de negocio lo dej¨® ¡°absolutamente abrasado mental y f¨ªsicamente¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.