Mara?a Ca?ada
Hoy hace un a?o que el Gobierno regional aprob¨® la ley que debe dar soluci¨®n al conglomerado de problemas que perdura en la v¨ªa pecuaria El Ayuntamiento y la Comunidad, enfrentados por el destino de 662 habitantes de los aleda?os
La Ca?ada Real dej¨® de ser hace un a?o un problema social, uno de los m¨¢s graves de la regi¨®n, para convertirse adem¨¢s, tras d¨¦cadas de abandono, en un problema pol¨ªtico. La primera vertiente sigue estancada (derribos, ni?os conviviendo junto a ratas en chabolas inmundas, el gran mercado regional de la droga), pero la negociaci¨®n de Ayuntamientos, Comunidad de Madrid y Delegaci¨®n del Gobierno ya ha comenzado.
El consejero de Asuntos Sociales, Salvador Victoria (PP), se ha reunido por separado con los alcaldes de Rivas, Jos¨¦ Masa (IU), y Coslada, Ra¨²l L¨®pez (PP); y con la concejal de Urbanismo de la capital, Paz Gonz¨¢lez (PP). En unos d¨ªas los juntar¨¢ a todos, incluida la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes (PP). El pacto podr¨ªa estar cerrado antes del verano, seg¨²n Masa. La soluci¨®n ser¨ªa progresiva, dilat¨¢ndose entre siete y 10 a?os.
La ley aprobada por el Gobierno regional de Esperanza Aguirre el 15 de marzo de 2011 fijaba un plazo de dos a?os. A partir de entonces, si no hay acuerdo, la Comunidad dispondr¨¢ de los terrenos a su albur. La norma sac¨® del limbo a la antigua v¨ªa pecuaria, trufada en un tramo de 14,4 kil¨®metros a trav¨¦s de esos tres municipios de viviendas irregulares (desde chal¨¦s a chabolas). Para empezar, dio seis meses a los Ayuntamientos para elaborar un censo, que ya est¨¢ casi listo: solo falta Coslada, que ha avanzado unas cifras casi definitivas. En su t¨¦rmino municipal hay 517 construcciones y 1.924 habitantes. En su mayor¨ªa, son edificios f¨¢cilmente regularizables, que podr¨ªan incorporarse sin problemas al resto de la ciudad. Quedar¨ªa por arreglar el problema de un centenar de personas que viven en infraviviendas y deber¨ªan ser realojadas.
8.628 habitantes, 2.466 edificaciones
En el tramo de Rivas hay 246 viviendas, entre ellas 185 casas bajas. Viven 1.038 personas (59% magreb¨ªes; 40% espa?oles). En el de Madrid, el mayor de los tres, 5.666 personas (64% espa?oles; 27% magreb¨ªes). Hay 1.427 casas bajas y 107 chabolas. En total, 8.628 habitantes y 2.466 edificaciones, y un enorme problema vecinal, social y pol¨ªtico al que EL PA?S ha puesto caras. Bienvenidos a la mara?a Ca?ada.?
Rosario y Mari se instalaron hace cuatro d¨¦cadas en un secarral apartado de la civilizaci¨®n. Llegaron con un rollo de cuerda, cercaron una parcela y comenzaron a cultivarla. A?os despu¨¦s levantaron una vivienda y otra para su hijo. Tanto esta como todas las que la rodean son irregulares. No pagan ni la luz ni el agua, ni tienen servicio de recogida de basuras o alumbrado p¨²blico.
El Ayuntamiento de Rivas, donde se ubican, ha iniciado los tr¨¢mites judiciales para acabar con ese barrio al margen de la ley, y est¨¢ dispuesto a llegar hasta el final si no se alcanza un acuerdo pol¨ªtico. La Comunidad le ha instado a evitar derribos como gesto de buena voluntad de cara a la negociaci¨®n. Pero el alcalde se resiste.
La Ca?ada es un problema rodeado de problemas y envuelto en problemas. Y uno de los m¨¢s graves a¨²n est¨¢ por aflorar. El Ayuntamiento de Madrid, presidido por Ana Botella, ha entregado al Gobierno regional, y este lo ha dado por bueno, un censo de 5.666 habitantes en su tramo, que atraviesa los distritos de Vic¨¢lvaro y Puente de Vallecas. En este c¨¢lculo ha incluido a los pobladores de los ¡°espacios lim¨ªtrofes¡± a los que se ha ¡°extendido¡± el asentamiento irregular en la ¨²ltima d¨¦cada. Esas construcciones son ¡°consecuencia directa¡± de la Ca?ada. Son muy recientes (posteriores al a?o 2000), se encuentran m¨¢s deterioradas y se levantan ¡°en lugares muy problem¨¢ticos, como por ejemplo encima del t¨²nel de las v¨ªas del AVE¡±, asegura el informe municipal. Madrid ha censado 350 edificios (casi todos, casas bajas) que alojan a 662 personas (la mitad, extranjeros, magreb¨ªes en su mayor¨ªa). Son el ¨¢rea m¨¢s degradada de la zona m¨¢s degradada de Madrid, una extensi¨®n natural de la Ca?ada Real¡ pero no incluida en la ley regional.
La Comunidad considera que la norma tiene ¡°un ¨¢mbito de aplicaci¨®n muy concreto¡±, la antigua v¨ªa pecuaria. El censo, por tanto, solo deber¨ªa incluir a las personas que viven all¨ª. En el caso del tramo madrile?o, 5.004 personas. En el caso de Rivas, aproximadamente un 10% menos (un centenar de personas)que en el censo entregado a la Comunidad. En conjunto, entre 700 y 800 de las 8.628 personas censadas. ?Qu¨¦ pasar¨¢ con ellos? Seg¨²n la Comunidad, ¡°el problema social no acaba en la frontera de la Ca?ada, pero el ¨¢mbito de aplicaci¨®n de la ley s¨ª¡±. Es decir, esas 700 u 800 personas entran para los Ayuntamientos de Rivas y Madrid dentro del pacto social (que, entre otros mecanismos, definir¨¢ qui¨¦n tiene derecho a ser realojado y en qu¨¦ condiciones). Para la Comunidad est¨¢n fuera.
Asociaciones de vecinos enfrentadas, derribos, familias que piden un nuevo hogar y otras que quieren quedarse donde llevan ya toda su vida... Estos son los problemas y los rostros de la mara?a Ca?ada.
Primeros colonos
En el principio fue la cuerda
El marido, Rosario Rold¨¢n, dice que es ¡°m¨¢s de campo que los tomillos¡±. En 1972 lleg¨® a la Ca?ada con una cuerda, como otros, y cerc¨® su parcela. Quer¨ªa hacer un huerto. Ahora hay dos chalets sobre ese terreno y el armaz¨®n de un tercero, el de su hija, que dejaron de construir en 2005, cuando llegaron las ¨®rdenes de derribo. ¡°Quiero pagar la luz, el agua, lo que haga falta¡±, pide la mujer, Mari Arcos. Asegura que han invertido los ahorros de toda una vida en levantar la casa. Sacrificaron las vacaciones. ¡°Vi por primera vez la playa con 60 a?os, en un viaje del IMSERSO¡±, dice ¨¦l.
Los derribados
Una casa tirada dos veces.
La familia se ha acomodado en una casa prefabricada, como funambulistas de circo. Abdul Ghailan, de 35 a?os, ha sufrido dos veces un derribo. En 2007, una colecta sirvi¨® para volver a poner su casa en pie. Empez¨® por la puerta. Hace seis meses, la segunda demolici¨®n le dej¨® sin fondos. Una vecina le cedi¨® una parcela situada junto a los escombros de su hogar. Ghailan es miembro de una de las nuevas asociaciones a las que las Administraciones a¨²n no escuchan. Pide igual rasero para todos: ¡°No pueden arreglarle el problema a unos s¨ª y a otros no. Todos hemos construido ilegalmente¡±.
Junto al infierno
Con la vista puesta en otro lado
Una chimenea acogedora, azulejos brillantes, fotos de familia. El sal¨®n de la casa de Pura podr¨ªa estar en cualquier rinc¨®n del mapa, pero est¨¢ a dos pasos de la zona m¨¢s desgraciada de la v¨ªa pecuaria. Seis familias viven en una misma parcela, con patio amplio, en el sector VI. Al salir a la calle, hay dos alternativas. A la izquierda, el mayor
supermercado de la droga de Madrid. A la derecha, una autov¨ªa hacia la ciudad. Pura siempre mira hacia la autov¨ªa. Sus nueras y sus nietos tambi¨¦n. "Cogemos la carretera y nos vamos", dice una de ellas. Construyeron las casas "poco a poco", con el dinero de la chatarra, cuenta la vecina. En mitad del camino plagado de hogueras, el mismo que copa las fotos de los peri¨®dicos cuando se habla de la Ca?ada, hay un bar con una terraza que parece tranquila tras los muros, como el sal¨®n de Pura. Su due?a rememora la ¨¦poca en la que a¨²n no hab¨ªa droga: "Esto era el para¨ªso, ahora es el infierno".
Los olvidados
Vida de chabola en tierra de nadie
Les tiraron la chabola y levantaron otra. Lucilia do Carmo, su marido y sus hijos son una de las 662 familias con el futuro m¨¢s incierto por las discrepancias entre los Ayuntamientos de Madrid y Rivas y la Comunidad. Su casa est¨¢ encima de un t¨²nel del AVE, propiedad de Adif. Es de las pocas habitantes que aceptar¨ªa una casa tambi¨¦n fuera de la Ca?ada. Como Pilar Vargas (54), que vive a pocos metros, ya en terreno oficial. A¨²n se emociona al recordar el derribo. ¡°?ramos felices, ten¨ªamos dos casitas bien guapas¡±, cuenta junto a los escombros de su vivienda y la de su hijo. Retirarlos, dice, ¡°cuesta mucho dinero¡±. Se acomod¨® con su marido y una nieta en el antiguo garaje, que mantiene limpio como una patena.
Un crisol cultural
La mezquita amenazada del ¡®peque?o Marruecos¡¯
Miguel Mart¨ªn y Abdesalam El Abdelaaui son vecinos del sector V, en el que viven sobre todo marroqu¨ªes. El camino de casas, en el que pasean j¨®venes con velo ajenas a la tormenta de arena de la ma?ana, parece la callejuela de un pueblo de Marruecos. Mart¨ªn lleva m¨¢s de 30 a?os residiendo en la Ca?ada, dedicado a una casa llena de obras que ¨¦l mismo pinta y esculpe y de plantas que cuida Pilar, su mujer. Ense?a con gusto su casa pero pide que no se fotograf¨ªe. La parcela contigua, que tiene un familiar, sigue siendo un huerto como los antiguos. Mart¨ªn asegura que tienen ¡°la mano tendida¡± al Ayuntamiento de Rivas, en cuyo t¨¦rmino municipal est¨¢n sus casas, para buscar una soluci¨®n. En mitad del sector hay un local que utilizan para las reuniones de vecinos y tambi¨¦n como asociaci¨®n cultural. All¨ª, los ni?os y las ni?as marroqu¨ªes aprenden ¨¢rabe por separado. Hay una mezquita, a la que tambi¨¦n lleg¨® una orden de derribo.
Los autogestionados
Un barrio ¡®sin papeles¡¯ hecho a s¨ª mismo
Soledad Pascual (50) es la tesorera de una de las agrupaciones veteranas, la asociaci¨®n de vecinos Ca?ada Real Merinas. Lleg¨® hace 12 a?os. El sector II, donde vive con su familia, tiene el suelo asfaltado, un detalle que no se da en otros tramos. ¡°Nosotros hemos hecho las calles y las alcantarillas¡±, explica. Su vivienda est¨¢ situada en el distrito madrile?o de Vic¨¢lvaro. All¨ª los vecinos pagan tributos municipales. En la zona que corresponde a Rivas, el Ayuntamiento los rechaza. No hay recogida regular de basuras, aunque s¨ª se retira. La barrendera de Coslada se para justo en el l¨ªmite del inicio de la Ca?ada, que se bifurca en dos calles. ¡°Hasta aqu¨ª puedo llegar¡±, dice. El resto es cosa de los vecinos.
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