Catarsis o jaqueca
?xtasis y desconcierto en el concierto de Thurston Moore en la Sala Arena
Thurston Moore se ha convertido en el ap¨®stol del desconcierto. Los admiradores de su trabajo al frente de Sonic Youth aceptan a rega?adientes el aire contemplativo y sosegado de su obra solista, en particular el reciente Demolished thoughts. Y a quienes disfrutan de esta faceta m¨¢s ac¨²stica les aterra que el guitarrista de Florida destape la caja de los truenos, que en su caso atesora un aparato el¨¦ctrico aterrador. Indecisos unos y otros, el concierto de anoche en la Sala Arena se sald¨® con una entrada discreta (menos de 400 personas) y tantas sensaciones de ¨¦xtasis como de desconcierto. Aunque si se dirim¨ªa una disputa entre el Moore col¨¦rico y el buc¨®lico, el primero arras¨®.
El arranque (Mina Loy) fue m¨¢s cauto, con Thurston, sard¨®nico y envidiablemente juvenil a sus 53 a?os, rasgueando su guitarra de 12 cuerdas. Pero ni siquiera en esa primera fase encontramos margen para la placidez: el repertorio suena ¨¢spero y disonante, la bater¨ªa pugna por estallar y a la violinista le han ecualizado el instrumento para que parezca un gato iracundo. Por eso a nadie puede extra?ar que, a los 15 minutos, el cuarteto afile el instrumental el¨¦ctrico, se coloque de espaldas y ejecute un nada piadoso monumento al ruidismo.
¡°Ya no m¨¢s, disculpen. Hay un momento y lugar para todo¡±, brome¨® Moore mientras algunos a¨²n comprobaban la operatividad de sus t¨ªmpanos. No era cierto. Todo el tramo central del concierto (Staring statues, Hang out) fue arisco, furioso, de finales bruscos, cuerdas intencionadamente desafinadas, c¨¢nticos a la congoja y el desasosiego. Hasta que lleg¨® Ono soul y nos pareci¨® escuchar el inapelable crujido de un choque m¨²ltiple de locomotoras.
Al final, piezas como In silver rain with a paper key encarnaban una cierta reconciliaci¨®n con la melod¨ªa. Pero queda claro que a Moore no le interesan las experiencias confortables. Hubo p¨²blico que desert¨® antes de tiempo; el resto se debat¨ªa entre la catarsis y la sospecha de que un poco de paracetamol no vendr¨ªa mal para mantener la jaqueca a raya.
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