La ¨²ltima lucha de Robin Hood
Jos¨¦ Moreno, el ¡®Pocero bueno¡¯, lleva 15 d¨ªas en huelga de hambre por el dinero de su cooperativa
La historia de Jos¨¦ Moreno empieza y acaba por ahora en un cuchitril. El llamado Pocero bueno (por oposici¨®n al Pocero malo, el constructor Francisco Hernando, s¨ªmbolo de la especulaci¨®n inmobiliaria) cogi¨® el tifus con seis a?os en la chabola en la que viv¨ªa en Vallecas. Perdi¨® el pelo y cuenta que se acomplej¨®, que se enfureci¨®, que ah¨ª empez¨® su carrera de rebelde. Ahora, con 62, duerme en una caseta de madera frente a una sucursal de La Caixa en su ciudad, Fuenlabrada. Lleva dos semanas en huelga de hambre para que el banco le pague los 1,6 millones de euros que la cooperativa que fund¨® debe a 56 de sus miembros.
Las aventuras de Moreno vienen de antiguo, de cuando se erigi¨® en l¨ªder vecinal, primero en Vallecas, luego en Pan Bendito y Fuenlabrada, tres universidades de la pobreza y la izquierda madrile?a. Moreno fue uno de los l¨ªderes del cintur¨®n rojo de Madrid. Pas¨® por las c¨¢rceles franquistas, organiz¨® protestas por el precio del pan y luchas a brazo partido con la Guardia Civil. Sin embargo, la pelea que puede tumbarle arranca hace poco, en 2008, el d¨ªa que lanz¨® una campa?a para construir viviendas a un precio muy por debajo del mercado. En pleno boom del ladrillo la convocatoria se convirti¨® en un ¨¦xito y 2.000 personas durmieron a la intemperie durante d¨ªas para apuntarse a ella. Moreno, que contaba con el cr¨¦dito de haber dirigido varias promociones de vivienda p¨²blica muy baratas, fue elevado a los altares por vecinos y medios de comunicaci¨®n. El Pocero bueno, lo presentaban cuando entraba en los plat¨®s de televisi¨®n. Pero tras la euforia lleg¨® el pulso con los propietarios de los terrenos y, luego, la crisis. Unos 300 cooperativistas consiguieron vivienda, y la mayor¨ªa de los restantes dej¨® el barco; pero otros 56 quedaron a la espera de una promoci¨®n para la que hac¨ªa falta financiaci¨®n. Entonces arranc¨® una serie de trifulcas entre Moreno y los bancos que le negaban la liquidez. Moreno incluso acus¨® a Caja Madrid de haberse gastado en el fichaje de Cristiano Ronaldo el dinero que deber¨ªa haber invertido en su proyecto. La Caixa, la ¨²ltima entidad que le quedaba, le pidi¨® que hiciera unos estudios t¨¦cnicos antes de decidir si le financiar¨ªa. ?l pag¨® 1,6 millones por los tr¨¢mites y, tras analizar los resultados, el banco le dio un no que son¨® a bofetada.
Moreno asegura que encarg¨® los estudios porque los banqueros ya se hab¨ªan comprometido pero, m¨¢s all¨¢ de algunos mails zalameros al cliente, no hay pruebas escritas. Los cooperativistas, que hab¨ªan invertido 20.000 euros por barba, empezaron a desesperarse, sin ahorros en medio de la crisis. Algunas voces se levantaron contra el Pocero bueno, el h¨¦roe de los sin vivienda. Entonces ¨¦l decidi¨® que m¨¢s val¨ªa morir que aceptar la derrota.
De l¨ªder vecinal a estrella inmobiliaria
Jos¨¦ Moreno pas¨® su infancia en un poblado de chabolas y empez¨® a trabajar con 14 a?os.
Tras una trayectoria de l¨ªder vecinal, en 2008 alcanz¨® gran popularidad por proponer viviendas baratas en Fuenlabrada. Hoy, 56 de los cooperativistas a los que representa han perdido 1,6 millones de euros
¡°Rendirme ser¨ªa renunciar a mi vida¡±, explica Moreno, ya muy debilitado en su choza tras 15 d¨ªas sin comer. La dictadura y la miseria: el enemigo antes estaba claro, ahora aparece difuso entre instancias y razones demasiado complejas. El dinero de las personas a las que representaba ha desaparecido por un sumidero y no sabe c¨®mo recuperarlo. ?l atribuye su desgracia a un complot de todos los agentes del sector inmobiliario: un cuerpo gaseoso contra el que solo sabe pelear no comiendo. Muchos opinan que Moreno esperaba que su convocatoria de huelga fuera a suscitar la misma atenci¨®n que en 2008 su milagrosa promoci¨®n inmobiliaria, pero despu¨¦s de dos semanas en su caseta, los apoyos escasean. Las televisiones no viajan hasta Fuenlabrada por minucias, los pol¨ªticos se desmarcan del asunto y ¡ªlo que m¨¢s le duele a Moreno¡ª muchos de sus cooperativistas est¨¢n indignados con ¨¦l y no con los bancos. Solo contin¨²an fieles los vecinos del barrio, que ven en ¨¦l al l¨ªder de mil luchas, al hombre que en las primeras elecciones democr¨¢ticas fue concejal del Partido de los Trabajadores ocultando con una peluca la calva que le hab¨ªa dejado la miseria.
Ahora en el Ayuntamiento no quieren o¨ªr hablar de ¨¦l. Hasta el ¨²ltimo bedel tuerce el gesto al escuchar su nombre y recuerda que cuando Moreno lanz¨® su ¨²ltima campa?a inmobiliaria el Consistorio ya se desmarc¨® de la aventura. Entonces el alcalde, Manuel Robles, no quiso criticarla con mucha dureza para no parecer un cenizo en medio de la fiesta, pero dej¨® una idea clara: sin el suelo p¨²blico sobre el que hab¨ªa podido construir a bajo precio otras veces, la aventura del Pocero pod¨ªa acabar en tragedia.
Nadie duda de la honradez de Moreno. Pero tampoco abundan quienes consideren que obr¨® con habilidad. ¡°Algo de imprudencia s¨ª que hubo¡±, reconoce un amigo que no quiere identificarse, pero que enseguida puntualiza: ¡°Sea como sea, hay que dar la cara por ¨¦l porque se ha desvivido por esta ciudad¡±. Hasta a sus detractores les desasosiegan las posibles salidas al conflicto. El banco insiste en que no va a ceder, y Moreno repite que se dejar¨¢ morir antes que claudicar. Despu¨¦s de a?os de brega, el viejo p¨²gil no quiere retirarse con una derrota sonada. Los d¨ªas van pasando y merman las fuerzas. Otro l¨ªder vecinal de la ciudad sigue con tristeza la que todos esperan que no sea la ¨²ltima batalla de Moreno. Acabe como acabe, su juicio ya tiene cierto aire de derrota: ¡°Quiso ser Robin Hood. Se creci¨®, la gente lo jale¨®¡ Pero hoy ya nadie puede ser Robin Hood¡±.
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