Recetas millonarias ante el juez

La Audiencia Provincial de Bizkaia conden¨® el pasado 27 de enero a J.L.E.G., titular de una farmacia del barrio bilba¨ªno de Indautxu, a dos a?os de prisi¨®n y una multa de unos 2.000 euros por un delito de estafa y otro de falsedad de documento p¨²blico. El fallo considera como hecho probado que J.L.E.G., de 35 a?os, modific¨® manualmente, entre agosto de 2009 y junio de 2011, un total de 816 recetas m¨¦dicas ¡ªuna media de m¨¢s de una al d¨ªa¡ª y que ello le gener¨® un beneficio neto de 410.504 euros. La sentencia es firme al haber manifestado las partes que no tienen intenci¨®n de recurrirla.

Todas las recetas manipuladas correspond¨ªan a medicamentos con restricci¨®n en su dispensaci¨®n, seg¨²n el fallo. En estos casos, antes de canjear la receta en la farmacia, el paciente debe acudir al Servicio de Inspecci¨®n M¨¦dica, que ya hay en bastantes ambulatorios, para que le pongan un sello. En t¨¦rminos sencillos, es un mecanismo de control de Sanidad sobre determinados f¨¢rmacos: los alimentos especiales o dietas para, por ejemplo, personas que han sufrido c¨¢ncer, medicinas para trasplantados, los pa?ales para personas mayores¡­ Algunos de estos medicamentos pueden resultar bastante caros.

Cuando un paciente acud¨ªa a la farmacia de J.L.E.G. con una de estas recetas, ¨¦ste le facilitaba el f¨¢rmaco y, a continuaci¨®n, pon¨ªa en marcha la maquinar¨ªa de su il¨ªcito negocio. La trampa consist¨ªa en ¡°incrementar manualmente¡± el n¨²mero de envases o unidades que aparec¨ªan escritos tanto en el sello de Inspecci¨®n como en la casilla rellenada por el m¨¦dico. Seg¨²n ha podido comprobar EL PA?S, en estas recetas la cifra del sello est¨¢ anotada a bol¨ªgrafo, mientras que el n¨²mero de envases que ha prescrito el m¨¦dico est¨¢ impreso. Ambos deben coincidir. En caso contrario, el farmac¨¦utico est¨¢ obligado a llamar a Sanidad e incluso a enviar un fax de la receta para aclarar la duda.

El condenado evita su ingreso en prisi¨®n al carecer de antecedentes

La sentencia no especifica c¨®mo se las ingeniaba J.L.E.G. para realizar la manipulaci¨®n. Algunas fuentes consultadas no descartan incluso que tuviera en su poder recetas blancas, sin utilizar, y un sello de Inspecci¨®n. Una vez cambiados los n¨²meros de envases o unidades, remit¨ªa las nuevas recetas a la Direcci¨®n de Farmacia del Departamento de Sanidad y facturaba por ellas mucho m¨¢s dinero del que se hab¨ªa gastado. As¨ª tim¨® 410.504 euros en 22 meses. El negocio era redondo y, aparentemente, sencillo.

Facturar m¨¢s medicamentos de los que se vende provoca un stock extra de f¨¢rmacos en el almac¨¦n de la farmacia. Las mismas fuentes consultadas imaginan tres modos de deshacerse de este excedente: tirarlo directamente a un contenedor de la basura, depositarlo en los puntos Sigre ¡ªrecipientes que hay en los establecimientos para echar en ellos las medicinas caducadas¡ª o venderlo a personas que acudan a la farmacia con recetas privadas, emitidas por m¨¦dicos que no trabajan en la sanidad p¨²blica, lo que aportar¨ªa otro beneficio extra.

Cuando fue descubierto, J.L.E.G. reconoci¨® su culpabilidad y devolvi¨® todo el dinero robado. Estas dos circunstancias fueron tenidas en cuenta por el tribunal como atenuantes. Dado que la condena impuesta fue de dos a?os y el acusado no ten¨ªa antecedentes penales, no ingres¨® en prisi¨®n. El fallo tampoco le inhabilita para el ejercicio de su profesi¨®n, por lo que puede seguir, si as¨ª lo desea, regentando su negocio.