Autoestima
Siempre me sorprendi¨® el fervor que mis amigos vizca¨ªnos, y sobre todo bilba¨ªnos, profesaban por el Athletic. Aun a riesgo de repetirme, dir¨¦ que no soy vizca¨ªno ni futbolero, pero tambi¨¦n confieso no sentir ninguna animadversi¨®n hacia el m¨¢s popular de los deportes. El f¨²tbol fue el juego, y digo bien, de mi adolescencia, en una ¨¦poca en la que los pap¨¢s no se pegaban ni se insultaban para que no se rompiera su sue?o de que su hijo fuera el Messi del futuro. No so?¨¢bamos con ser futbolistas profesionales. Luego el f¨²tbol se nos convirti¨® en el opio del pueblo, una estrategia de diversi¨®n del franquismo para ocultar sus miserias, teor¨ªa falaz donde las hubo, como se ha podido comprobar con su hipertr¨®fica visibilidad en el postfranquismo y en todos los pa¨ªses de nuestro entorno que no tuvieron la desgracia de sufrir una dictadura.
Y bien, pese a no ser vizca¨ªno ni futbolero, el Athletic, ya entonces, era el Athletic. Nosotros, aqu¨ª, ten¨ªamos un club, la Real Sociedad, que sub¨ªa y bajaba y que a veces se estancaba demasiados a?os en la bajada. Tengo mis dudas de que, por aquel entonces, la Real fuera el equipo de Gipuzkoa, pues conoc¨ªa a muchos guipuzcoanos que eran seguidores del Athletic. Despu¨¦s las cosas cambiaron, la Real tuvo sus a?os de gloria, se gan¨® una afici¨®n fervorosa y las relaciones entre las aficiones de ambos equipos se convirtieron en lo que se suele denominar una ¡°sana rivalidad¡± o ¡°una fraternal rivalidad¡±. Cuando mis alumnos me preguntan cu¨¢l es mi equipo, les suelo responder que el Athletic, lo que los deja perplejos, pues no son las victorias de ese equipo las que suelen celebrar, sino, como si del mayor enemigo se tratara, sus derrotas, ya sean contra la Real o contra el Alcoyano. Debe de ser el odio entre hermanos para conseguir la supremac¨ªa ante el padre, esto es, la representatividad de la patria vasca.
Aunque ni vizca¨ªno ni futbolero, algunos conocidos se sorprenden de mi informaci¨®n al respecto, dada mi escasa afici¨®n. Y es que suelo leer a los buenos cronistas de f¨²tbol, aqu¨ª mismo Eduardo Rodrig¨¢lvarez o Patxo Unzueta, a quien le leo escriba sobre lo que escriba. En un reciente art¨ªculo, ¡°El derecho a la gloria¡±, Unzueta expresaba su deseo de que la coincidencia entre el fin de ETA y la doble victoria del Athletic sobre el Manchester contribuyera a devolver a los vascos la autoestima que casi d¨¢bamos por irrecuperable. Y me pregunt¨¦ si no estaba haciendo extensiva su propia desaz¨®n a los vascos en general. ?Falta de autoestima los vascos, tan conscientes de su superioridad que incluso la utilizan para matar? ?O es toda esa manifestaci¨®n de soberbia una simple fachada ilusoria que oculta la menesterosa insuficiencia de cada cual? No s¨¦ si, como dijo Samuel Johnson, el patriotismo es el ¨²ltimo refugio de los canallas, pero tendr¨¦ que revisar mi idea de que el hiperb¨®lico patrioterismo que padecemos se deba a una hinchaz¨®n de soberbia. ?Es quiz¨¢ la contrafaz de una real falta de autoestima?
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