El giro social de la ¡®kale borroka¡¯
Polic¨ªas y soci¨®logos coinciden en desligar el rebrote de la violencia callejera de cualquier estrategia pol¨ªtica La herencia radical y la crisis resultan claves
La huelga general de anteayer y los incidentes que le acompa?aron, que se saldaron con 13 detendios, otros tantos imputados, y nueve heridos, entre ellos cuatro ertzainas, no solo han evidenciado el profundo malestar de los ciudadanos por la situaci¨®n econ¨®mica. M¨¢s all¨¢ de simples protestas laborales, el ataque a dos ertzainas en Bilbao, la quema de contenedores e incluso el lanzamiento de c¨®cteles molotov contra una subestaci¨®n el¨¦ctrica de Berango han reavivado el recuerdo de una kale borroka organizada que parec¨ªa ya de otro tiempo. No han sido los ¨²nicos acontecimientos de las ¨²ltimas semanas cortados por el mismo patr¨®n. El manual de violencia callejera sigue vigente, aunque polic¨ªas y soci¨®logos coinciden al apuntar su progresiva desvinculaci¨®n de cualquier estrategia pol¨ªtica.
La madrugada de ayer prosiguieron los incidentes con la quema de un cajero en Bilbao y de ocho contenedores en Vitoria y un sabotaje a la l¨ªnea de Renfe en la localidad alavesa de Iruraiz-Gauna.
El propio consejero de Interior, Rodolfo Ares, reconoci¨® a mediados de mes, en el Parlamento, la existencia de ¡°nost¨¢lgicos¡± de la kale borroka, si bien matiz¨® que sus ¨²ltimas acciones estaban m¨¢s vinculadas a conflictos laborales o protestas anticapitalistas que a represalias por la detenci¨®n de miembros de ETA. Las algaradas derivadas de la huelga general parecen confirmar esta tesis, as¨ª como el giro social de una violencia callejera que se mantiene en sus formas, pero que no persigue los mismos objetivos. Los expertos dudan incluso de que estos ¨²ltimos est¨¦n claramente definidos y atribuyen las acciones a la ¡°herencia de una concepci¨®n radical de las protestas¡±, motivadas en el contexto actual por la dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica.
Los sabotajes han rebrotado en los ¨²ltimos d¨ªas, pero carecen de altavoz
Aunque sin obviar que algunos detenidos por los ¨²ltimos sabotajes ten¨ªan antecedentes por otros episodios de aquella kale borroka asociada a la antigua Batasuna, no es menos cierto que la violencia callejera no encaja a d¨ªa de hoy con la apuesta pol¨ªtica de la izquierda abertzale y sus buenos resultados en las elecciones. Quiz¨¢ por este motivo, la desvinculaci¨®n ha sido inmediata, incluso por parte del Gobierno vasco, que en ning¨²n momento ha acusado a la formaci¨®n soberanista de alentar los ataques. El portavoz de Amaiur en el Congreso, Xabier Mikel Errekondo, relacion¨® la pasada semana las ¨²ltimas algaradas con un fen¨®meno de nuevo cu?o que achac¨® al malestar ciudadano derivado de la crisis econ¨®mica. A¨²n as¨ª, recalc¨® que ¡°cualquier expresi¨®n de violencia¡± est¨¢ ¡°fuera de lugar¡±, con independencia de su motivaci¨®n.
Desde el marco policial se investigan ahora las posibles causas de la nueva violencia callejera y su grado de organizaci¨®n, as¨ª como el porqu¨¦ de su rebrote en las ¨²ltimas semanas, cuando a fines de 2011 casi se hab¨ªa dado por desaparecida. Es este ¨²ltimo aspecto el que m¨¢s incertidumbre genera, pese a que los incidentes siguen siendo puntuales y no parecen de entidad como para motivar una profunda investigaci¨®n por la Ertzaintza u otras fuerzas de seguridad. Se da por hecho que su recorrido es escaso. De hecho, Euskadi no muestra una tasa de sabotajes callejeros superior a la de otras muchas comunidades. La principal diferencia, en realidad, radica en la interpretaci¨®n que de los mismos se hace.
Coincide en este extremo el soci¨®logo Ander Gurrutxaga, quien vincula los incidentes con ¡°fen¨®menos urbanos¡± similares a los registrados recientemente en Madrid, Barcelona o Par¨ªs. ¡°Los estallidos de los fines de semana son propios de las sociedades modernas¡±, asegura el experto, quien considera: ¡°No se puede hablar de kale borroka como la hemos entendido hasta la fecha, sino de rescoldos derivados de la tensi¨®n social y econ¨®mica, m¨¢s que de una motivaci¨®n pol¨ªtica¡±.
Gurrutxaga recalca que este tipo de actitudes violentas ¡°no tienen anclaje sobre ninguna realidad social¡± y que suponen un fen¨®meno ¡°bastante controlado¡±, ya que, a diferencia de ¨¦pocas pasadas, no goza de ning¨²n altavoz pol¨ªtico. Ese es, a su juicio, el gran cambio. Seg¨²n ratifica, ¡°la izquierda abertzale ya ha dado el paso definitivo con su apuesta por las v¨ªas democr¨¢ticas. No hay marcha atr¨¢s¡±.
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