Pachi V¨¢zquez, subir con decisi¨®n

Pachi tiene una casa en Montes (San Amaro - Ourense), que estuvo a punto de hacerse famosa en el mundo entero. A m¨ª lo que m¨¢s me gusta de ella es una ventana en formato cinemascope, que permite ver desde el sal¨®n de la misma un ejemplo casi can¨®nico de vegetaci¨®n aut¨®ctona gallega, que llega a emocionar. En medio de esa arboleda, como ¨²nica construcci¨®n visible, la torre de la Veracruz que levantara Antonio Palacios en Carballi?o avisa de que el hombre anduvo y anda por all¨ª, casi siempre de forma inquietante. Tras la casa de Pachi y su indescriptible lujo ¡ªa punto estaban de caerse varios techos cuando se inicio la reforma¡ª se atrincheraron sus enemigos no hace mucho hasta extremos tan rid¨ªculos como el de afirmar que, en el colmo de los colmos, semejante propiedad ten¨ªa ¡°piscina propia¡±. Es verdad, yo la conozco. La ¡°piscina propia¡± mide unos 12 metros por cuatro y la usan en verano Pachi y su familia, sus amigos y gentes de paso a quienes, por ser propia de los V¨¢zquez y no p¨²blica o de alg¨²n negocio, el chapuz¨®n les sale gratis.

Valga el ejemplo, inflado en tiempo y forma por los medios de comunicaci¨®n hasta la n¨¢usea, para calibrar los extremos de rid¨ªculo que se prodigan en los rifirrafes partidarios.

Cabe concluir, sobre este asunto, que en la famosa ¡ªa su pesar¡ª casa de Pachi hemos cabido siempre y tant¨ªsimas veces, los buenos ¡ªmuy abundantes¡ª, los que parec¨ªan buenos y no lo eran o terminaron no si¨¦ndolo, algunos malos de toda la vida y no pocos de los que no saben / no contestan hasta encontrar la respuesta m¨¢s halag¨¹e?a y el momento mas provechoso para su coleto. Alguno lleg¨® a decirle aquello de: ¡°Pachi [ahora que eres conselleiro] mol¨¦stame para lo que quieras¡±. Y que, con semejante gazpacho, disfrutamos horas y horas. Nunca he asistido a la menor bronca. Y no es raro que empiecen tales asambleas en un aperitivo, se prolonguen en una comida, resbalen sobre una prolongad¨ªsima y atenuada sobremesa, que lleva a improvisar cena, y se desvanezcan de madrugada cuando ni el cuerpo ni las meninges pueden ya con su alma.

Yo he visto a Pachi alcalde, a solicitud de partes, dictaminar juicio sobre asunto irreconciliable y marchar todos tan contentos. A Pachi m¨¦dico, con ojo cl¨ªnico ultras¨®nico, poner en pie a mucho ca¨ªdo. A Pachi conselleiro, que empolla asignaturas a contrarreloj para atinar en lo m¨¢s posible cara a haza?as imposibles. Y a Pachi, secretario general del PSdeG, sin perder el paso cuando los que parec¨ªa que s¨ª, resultaba ser que no, los que tampoco tanto y luego fuera tanto y a los mediopensionistas tumbados al sol y a verlas venir.

En esa escalera de pelda?os m¨¦dicos ¡ªsiempre quiso serlo desde cr¨ªo¡ª, de alcalde de pueblo, de conselleiro de Medio Ambiente ¡ªqu¨¦ hacer con el otro medio¡ª y de secretario general ¡ªrural, de Montes¡ª del Partido Socialista de Galicia, yo solo lo he visto subir. Y de lo que no tengo duda alguna es que si alg¨²n d¨ªa le toca bajarla, la bajar¨¢ con decisi¨®n, sin dudas y por su propio pie. Tambien conviene saber que la famosa casa de Pachi tiene dos escaleras y yo aconsejar¨ªa en cualquier caso que, para subir o bajar cualquiera de ellas, se eviten empujones, zancadillas y aglomeraciones por aluvi¨®n.