Algunas consecuencias del 29-M
Muchos hemos sido cr¨ªticos con los sindicatos, pero el ataque atroz contra ¨¦stos por parte de los medios de comunicaci¨®n de la derecha nos ha hecho cerrar filas con ellos
Esta semana que termina nos ha ofrecido muchas cuestiones sobre las que reflexionar; sirva como ejemplo, el anteproyecto de ley de Presupuestos que present¨® el viernes el Gobierno. Cada vez m¨¢s se habla y se pone en discusi¨®n el modelo de salida de la crisis por la v¨ªa de contenci¨®n a ultranza del d¨¦ficit, a trav¨¦s de la reducci¨®n del gasto o por la consideraci¨®n de la imposibilidad de reducir el mencionado d¨¦ficit sin crecimiento. Pero creo que toca hablar de la huelga, aunque s¨®lo sea porque las otras cuestiones tendr¨¢n un recorrido m¨¢s largo. Ante una reforma del mercado laboral enormemente agresiva, como la defini¨® el ministro De Guindos, los sindicatos se han visto obligados a convocar una huelga general. No pod¨ªa ser de otra manera. Razones sobran: el contenido de la reforma y su agresi¨®n ¡ªinsisto, son los t¨¦rminos del ministro¡ª a los trabajadores han sido de sobra expuestos en prensa. Yo ¨²nicamente me quiero referir a una cuesti¨®n que para m¨ª tiene un componente sentimental, sin perjuicio de la gravedad de la misma.
Hace veintitantos a?os estudi¨¢bamos en las facultades que el Derecho del Trabajo era una especialidad del Derecho Civil que hab¨ªa ganado su autonom¨ªa y entidad propia no s¨®lo por una regulaci¨®n espec¨ªfica del contrato del trabajo, sino por tener sus fuentes propias y una de ellas especialmente particular: el convenio colectivo que ten¨ªa fuerza de ley y estaba sujeto al principio iura novit curia; esto es, deb¨ªa ser conocido por los jueces y no era preciso alegarlo para su aplicaci¨®n por los jueces y tribunales. Pues bien, hoy ya no existe esta fuente y, por tanto, adem¨¢s de otras cuestiones como la carga de la prueba y el principio in dubio pro operario, nos puede hacer pensar que el Derecho del Trabajo vuelve al seno del Derecho com¨²n. Se acaba la juventud, y aquellas cosas que uno aprendi¨® entonces tambi¨¦n desaparecen.
Dejando cuestiones personales al margen, lo cierto es que esta huelga destinada al fracaso, porque no va a conseguir acabar con la reforma, s¨ª ha tenido consecuencias que permiten que no todo sea malo y un fracaso.
Los medios de derecha han perdido la batalla de la deslegitimaci¨®n de los sindicatos de clase
Muchos hemos sido cr¨ªticos con los sindicatos, o mejor dicho, con la pol¨ªtica de estos ¨²ltimos a?os, pero el ataque salvaje, desmesurado y atroz contra ¨¦stos por parte de los medios de comunicaci¨®n de la derecha nos ha hecho cerrar filas con ellos. Se ha pretendido deslegitimar la huelga, no discutiendo las razones de la misma, su oportunidad o su adecuaci¨®n a la normativa reguladora. No, al contrario, desde la derecha ni se han planteado ninguna de estas cuestiones; s¨®lo se han limitado a argumentos ad h¨®minem, en muchas ocasiones falsos y en todas fuera de lugar. El ¨ªndice de afiliaci¨®n se ha utilizado como arma arrojadiza contra los sindicatos, olvidando los resultados de las elecciones sindicales y exigiendo a los sindicatos lo que no se exige a los partidos. Pero el ¨¦xito de esta huelga, su seguimiento y, sobre todo, la afluencia a las manifestaciones de las tardes, donde no llega la coacci¨®n de la empresa, el miedo a perder el puesto de trabajo y el costo en t¨¦rminos de salario que supone un d¨ªa de huelga, tiene una consecuencia directa: la legitimaci¨®n social del sindicato; la institucional es indiscutible. La sociedad ha seguido los sindicatos y toda la artiller¨ªa de la derecha ¡ªcruceros, ¨¢ticos, liberados, incluidos insultos¡ª se ha quedado en nada. La sociedad ha seguido a sus sindicatos y adem¨¢s a los sindicatos de clase, no a los amarillos que no han convocado la huelga.
La ¨²ltima descarga consiste en centrar la informaci¨®n y los comentarios ¨²nicamente en alg¨²n episodio de violencia o coacci¨®n para nada significativos, olvidando que tambi¨¦n existen casos de coacci¨®n por parte de empresarios. No s¨¦ si los sindicatos han ganado la batalla contra la reforma, no lo creo, pero s¨ª estoy seguro de que los medios de extrema derecha y los de derecha han perdido la batalla de la deslegitimaci¨®n de los sindicatos de clase.
Otra consecuencia de la huelga, aunque viene arrastrada ya desde los ¨²ltimos a?os por la crisis, es el despertar a una realidad distinta de la que en los a?os anteriores se ha querido transmitir. Me explico. Durante los a?os de bonanza, a la pregunta formulada por los encuestadores, la absoluta mayor¨ªa de la gente se encuadraba en la clase media. Si hac¨ªamos caso a las encuestas, s¨®lo exist¨ªan ricos y clase media. Pero la crisis y, ahora la agresi¨®n de la reforma laboral, ha hecho que mucha gente descubra que debe renunciar a esa mentalidad peque?oburguesa y que pertenece a la clase trabajadora, a aquellos que pueden ver su salario reducido, su jornada aumentada o alteradas otras condiciones de trabajo por una decisi¨®n unilateral del empresario. Aquellos que pueden verse despedidos sin indemnizaci¨®n o aquellos que ven imposible acceder a un puesto de trabajo vuelven a poner de relieve la existencia de un proletariado ¡ªpor no hablar de un lumpenpropletariado¡ª cuya existencia era negada por los poderes econ¨®micos y por la ideolog¨ªa liberal. Unido lo anterior a los recortes del gasto social y a la progresiva privatizaci¨®n de los servicios dar¨¢ lugar en los pr¨®ximos a?os a un empeoramiento de las condiciones de vida, depauperaci¨®n progresiva del proletariado que puede suponer un cambio en las condiciones objetivas y de la realidad que nos lleve a situaciones hoy impensables.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.