Ni la pata, ni la mano
Es la hora de que el PSOE e IU demuestren que hay otra salida a la crisis distinta de la que dictan los mercados y ejecuta la derecha
El pueblo ha hablado. Y ha decidido por mayor¨ªa absoluta que gobierne la izquierda en esta tierra. Esa es la primera conclusi¨®n que se extrae de los resultados de las elecciones del pasado domingo en Andaluc¨ªa: m¨¢s del 50% de los andaluces han entregado su voto al PSOE y a IU. Y han dejado en la cuneta, una vez m¨¢s, al PP que solo alcanz¨® el 40% de los votos.
Los ciudadanos han impedido que la avalancha azul que amenazaba con sepultar sus derechos sociales traspasara Despe?aperros. Los andaluces rechazan as¨ª el modelo propuesto por Mariano Rajoy y defendido aqu¨ª por Javier Arenas. Ese es el contundente mandato de las urnas.
Descartado el brindis al sol de Arenas ¡ªotro m¨¢s, en su largu¨ªsima e interrumpida carrera pol¨ªtica¡ª del perdedor de estos comicios a efectos pr¨¢cticos, que ofrece un pacto de gobernabilidad a los socialistas, no hay m¨¢s salida que un acuerdo PSOE-IU. Lo certifica el l¨ªder de la coalici¨®n, Diego Valderas, al afirmar que IU y PP son como el agua y el aceite. No hacen ensalada.
Por tanto, es la hora de que el PSOE e IU demuestren que hay otra salida a la crisis distinta de la que dictan los mercados y ejecuta la derecha. De hecho, el Gobierno socialista andaluz ha mantenido a salvo, hasta ahora, sanidad, educaci¨®n y dependencia y ha obteniendo recursos de quienes m¨¢s tienen: los bancos, los que cobran grandes sueldos o la poderosa industria farmac¨¦utica.
El previsible y deseado mayoritariamente Gobierno de la izquierda tiene pues la oportunidad hist¨®rica de probar que se puede superar esta crisis sin desmantelar los pilares del Estado del bienestar y de adelgazar el Estado auton¨®mico.
Para ello, las dos formaciones necesitan pactar un programa de Gobierno. Podr¨¢n impulsarlo desde un Ejecutivo compartido o mediante el apoyo parlamentario. Por ahora, la f¨®rmula es lo de menos. No se trata tanto de repartir sillones en el Consejo de Gobierno como de compartir ideas y saber aplicarlas.
Lo primero que habr¨¢n de descartar los dirigentes de ambas formaciones son los recelos mutuos. Los socialistas deber¨¢n olvidar la actitud prepotente con que en algunas ocasiones han tratado a los izquierdistas. Estos, a su vez, tendr¨¢n que enterrar el antisocialismo activo de algunos de sus l¨ªderes.
En ese sentido, si el presidente en funciones Jos¨¦ Gri?¨¢n hablaba en campa?a de que Andaluc¨ªa era un "testigo inc¨®modo" para el Gobierno central, IU deber¨¢ ser el testigo inc¨®modo del futuro Gobierno andaluz. Un testigo que recuerde permanentemente al PSOE que la ciudadan¨ªa espera soluciones de izquierda para una crisis que machaca a los m¨¢s d¨¦biles. Eso s¨ª, sin pedir imposibles. Por esta vez, olvidemos el 68: seamos realistas y pidamos lo posible.
De momento, el PSOE marca la l¨ªnea roja de no superar el d¨¦ficit fijado por el Gobierno central a las CC. AA.: el 1,5%. Por su parte, IU plantea un tema asumible, como la creaci¨®n de una comisi¨®n de investigaci¨®n en el Parlamento sobre la ERE. Gri?¨¢n la acepta en principio. Buena cosa. Desaparecida la tensi¨®n preelectoral, podr¨¢ demostrar que no ha ocultado nada y que todo lo que la Junta ha descubierto lo ha pasado a la juez Alaya.
Ambas partes deber¨¢n flexibilizar sus programas si quieren llegar a un acuerdo de Gobierno. Deber¨¢n hacerlo con rapidez y sentido com¨²n. Ser¨ªa imperdonable que, por puro machismo pol¨ªtico, a ver qui¨¦n es m¨¢s duro, la ilusi¨®n con la que amplios sectores de la ciudadan¨ªa acogi¨® los resultados del domingo se transforme en un amargo desencanto. El fantasma del tripartito catal¨¢n planea estos d¨ªas sobre la tierra andaluza.
Torpezas y desencuentros, los m¨ªnimos. Control de los fondos p¨²blicos, el m¨¢ximo.
Deber¨¢n gobernar bajo la consigna sagrada de no meter ni la pata ni la mano. Deber¨¢n demostrar que otra izquierda es posible. Y que, adem¨¢s, su Gobierno funciona.
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