Confiteor
Los responsables de los recortes se preparan para asistir, serios y compungidos, a los desfiles procesionales de Semana Santa
La pel¨ªcula no estaba protagonizada por Francisco Camps ni por Carlos Fabra, ni por algunos destartalados responsables de entidades financieras valencianas que condujeron los negocios p¨²blicos, ni por los banqueros o pol¨ªticos en Madrid o Frankfort, ni por los grandes inversores de Wall Street; eran sus int¨¦rpretes principales dos monstruos de los escenarios y pantallas de la ¨¦poca: Peter O¡¯Toole y Katharine Hepburn y la genial banda musical de la cinta la hab¨ªa compuesto John Barry. De eso hace ya algunas d¨¦cadas. Y el argumento cinematogr¨¢fico giraba en torno a las ambiciones territoriales y a la aspiraci¨®n al poder de los posibles herederos de la corona inglesa.
Los di¨¢logos entre Enrique II Plantagenet y Leonor de Aquitania son una lecci¨®n hist¨®rica, o mejor de interpretaci¨®n de la historia, con la maestr¨ªa conocida en la materia que suelen tener los anglosajones. En un momento determinado de la pel¨ªcula El le¨®n en invierno, la reina Leonor, Katharine Hepburn, se dirige col¨¦rica a sus tres hijos y les confiesa la verdad del fil¨®sofo y del arriero: ¡°Nosotros somos el origen de la guerra; no es la fuerza de la historia, ni de los tiempos, ni la religi¨®n, ni las ideas, ni el tipo de gobierno ni ning¨²n otro motivo. Somos nosotros quienes engendramos la violencia, y nos hace falta el entendimiento o el aprecio que es la base de la paz¡±. Una confesi¨®n de culpabilidad, o reconocimiento de la responsabilidad de los poderosos en los avatares hist¨®ricos, referida a unos siglos medievales en que las posesiones territoriales y el poder regio ten¨ªan la palabra.
Hoy en Europa, y por ende en el Pa¨ªs Valenciano, las cabezas coronadas desempe?an un papel m¨¢s o menos representativo en nuestra sociedad. La ambici¨®n de poder y el poder de decisi¨®n andan por los andurriales de las grandes finanzas, los grandes consorcios econ¨®micos y, por supuesto, en los Gobiernos ejecutivos de nuestros Estados, territorios y regiones hist¨®ricas. Ellos deciden, mucho m¨¢s que la sensata Angela Merkel, el nivel de endeudamiento p¨²blico al que se llega, el tanto por cien en el inter¨¦s bancario de un pr¨¦stamo, o el ¨ªndice de aumento en el pago de la hipoteca. Como exigen, deciden y promueven l¨ªneas ferroviarias de alta velocidad que lleguen hasta la puerta del alcalde del Mas de les Oronetes o la construcci¨®n de instalaciones aeroportuarias sin demanda.
Claro que en esto ni Francisco Camps, ni los de la CAM, ni Carlos Fabra, ni Rita Barber¨¢, ni Jos¨¦ Blanco, entre otros, supieron una palabra. Aunque lo sabe el reba?o, sin gregarismo, que detiene unas horas su actividad laboral, o se planta en la calle para gritar que no es responsable de los recortes. Y es que los responsables se preparan para asistir, serios y compungidos, a los desfiles procesionales de Semana Santa. Unos desfiles tradicionales y antiguos como la historia. Y a fe que no veremos en ellos a un Francisco Camps o a cualquier otro Plantagenet contempor¨¢neo entonar un confiteor, como el que entona la sin par Hepburn en la pel¨ªcula de Anthony Harvey.
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