Una virgen que llora, bendice y se mueve
Jubrique y Genalguacil, dos peque?os pueblos de M¨¢laga, celebran una Semana Santa muy distinta a la de las grandes ciudades andaluzas
![Imagen de la virgen en el momento de 'El encuentro' en 2011.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/C47PMXQ7CHTGZGFUNQKA42SELU.jpg?auth=90a30301135e689628e5b60a14d362931dbc7783acec6a74490086b5e0079d13&width=414)
Las hermandades preparan a sus santos, invierten tanto dinero como tiempo en los pasos para que todo salga impecable. Cada procesi¨®n saca sus penitentes y sus nazarenos, y las mujeres se visten de mantilla en la Semana Santa. La tradici¨®n y el sentimiento son el alma que acompa?a estos d¨ªas, pero cada ciudad y pueblo tiene la suya, distinta a la del municipio vecino. Entre las pr¨¢cticas religiosas de este per¨ªodo, dos peque?os pueblos de M¨¢laga, Jubrique y Genalguacil, tienen su peculiar forma de sacar las procesiones, uno con la virgen articulada y otro con Jes¨²s resucitado en un huerto dentro del cuerpo de un ni?o.
![La virgen sec¨¢ndose las l¨¢grimas.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RWY2LRJWCAW5CDOYQMBXBTEWWM.jpg?auth=a696643afe19c3a48cee30c940569f611ef77f478ad704d88af86ccf7072f2a4&width=414)
En el Viernes Santo, Jes¨²s se dirige al calvario para ser crucificado y en la calle de la amargura se encuentra con la virgen Mar¨ªa que le da su bendici¨®n. Jubrique, uno de los peque?os pueblos de la Serran¨ªa de Ronda, en M¨¢laga, no tiene nazarenos, ni penitentes, ni un gran trono. Este municipio, de unos 650 habitantes, rinde su humildad a Jes¨²s en el Viernes Santo con El Encuentro, una procesi¨®n en la que el acercamiento y la bendici¨®n de la virgen a su hijo son los protagonistas.
La imagen de Mar¨ªa sale de la Iglesia de San Francisco de As¨ªs y va al encuentro de la de su hijo. El trono se lleva entre cuatro vecinos de Jubrique, y va avanzando hasta que est¨¢ frente a la figura de Jes¨²s. Son las 12 de la ma?ana y se produce un silencio absoluto en la plaza del pueblo. La virgen articulada, se mueve y llora, una labor que se realiza entre dos personas. Uno se encarga de los brazos y otro del cuerpo. El que se encarga de los brazos seca las l¨¢grimas de Mar¨ªa con un pa?uelo, tira un beso y hace la bendici¨®n para que Jes¨²s contin¨²e hacia el monte del calvario donde ser¨¢ crucificado.
Miguel Aguilar tiene 26 a?os y desde los 14 es uno de los encargados de articular los brazos de la imagen de Mar¨ªa. "La Semana Santa para m¨ª es lo m¨¢s grande que hay. Empec¨¦ a hacerlo por tradici¨®n, mi padre era el que mov¨ªa los brazos de la virgen y cuando muri¨® pase a hacerlo yo". Ahora, Miguel y su primo son los que cada Viernes Santo durante cinco minutos reproducen El encuentro, uno de los momentos m¨¢s esperados por los habitantes del municipio malague?o.
!['El ni?o el huerto' en la plaza.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PJNWGBF4XBPKNWZCV5LJ5SARG4.jpg?auth=b2c321befc7aaa916640cdac46a65261899dd5d8c6353c1c708dce5b7addfdaa&width=414)
Por otro lado, en el Domingo de Resurrecci¨®n, para algunos cristianos, el hijo de Dios volvi¨® a la vida en el cuerpo de un ni?o. En Genalguacil, otro de los pueblos de la Serran¨ªa de Ronda de unos 550 habitantes, la conmemoran con El ni?o el huerto, una peque?a procesi¨®n que se convierte en una puja constante a lo largo del recorrido para llevar los palos del trono. Una tradici¨®n que se celebra en otros municipios de la zona como Atajate, Algatoc¨ªn o Alpandeite pero que cada uno representa a su modo.
Sobre las cinco de la ma?ana, la gente del pueblo junto con el hortelano ¨Cun hombre o una mujer que cada a?o se encarga de organizar el Domingo de Resurrecci¨®n- salen por las calles y campos del municipio para recolectar frutas, verduras, hortalizas, animales e incluso macetas. Con todo lo que han sustra¨ªdo a sus vecinos montan un peque?o huerto a la entrada del pueblo y decoran el trono del ni?o Jes¨²s, que est¨¢ a la espera de su madre.
Cuando empieza a despuntar el sol del domingo, los habitantes de Genalguacil y los visitantes se acercan a dar donativos al huerto y, a cambio, sus encargados le van dando lo que han ido recopilando a lo largo de la noche. Mientras tanto, la imagen de la virgen sale de la Iglesia de San Pedro M¨¢rtir de Verona en busca de su hijo resucitado.
![La virgen y el ni?o por las calles del pueblo el a?o pasado.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/27LFQV5SQWSD7OIV3GICLEEH5E.jpg?auth=5f5533d7380c4f527caceff8096225fd0e8ec5c6da595d672f9fc2aae61e0ab6&width=414)
Se acerca el medio d¨ªa y tras el encuentro en el huerto las dos im¨¢genes se encaminan de retorno a la iglesia, siendo portadas por los vecinos de Genalguacil. Es entonces cuando la procesi¨®n se convierte en una puja por ver qui¨¦n porta el trono del ni?o Jes¨²s y donde la figura del hortelano cobra protagonismo.
"Quietos. ?El ni?o no pasa, es mio! ?Qui¨¦n quiere el ni?o?", va gritando el hortelano por las calles de Genalguacil. Antonia Moreno fue el a?o pasado hortelana, unas seis veces a lo largo de su vida, ella es la encargada de ir subastando a lo largo de toda la procesi¨®n los palos para llevar el trono del ni?o. "Se pone un precio de salida, dos o tres euros, y la gente va pujando. El que m¨¢s paga pues hace un rato el trayecto. Cuando ha andado mucho la procesi¨®n se para, incluso se vuelve atr¨¢s", relata Antonia. La procesi¨®n puede durar unas tres horas, todo el que paga tiene derecho a portar durante un rato la imagen del peque?o Jes¨²s, "lo llevan hasta los chiquillos del pueblo", sigue contando Antonia.
En el momento cumbre del sol en el cielo, la virgen y su hijo se disponen a bajar la ¨²ltima cuesta que les lleva a la plaza del pueblo. Es entonces cuando la devoci¨®n de los genalguacile?os se transforma en orgullo, el de ser uno de los elegidos que introducir¨¢ el trono de Mar¨ªa y el de Jes¨²s en el templo, donde aguardaran hasta el pr¨®ximo a?o.
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