Dal¨ª, emperador del surrealismo
Una exposici¨®n recorre la controvertida visita del pintor ampurdan¨¦s a Tarragona en 1973 En su discurso mostr¨® su lealtad ¡°incondicional al invicto Caudillo¡±
Salvador Dal¨ª lleg¨® a ser comparado con el emperador Octavio Augusto. Fue en 1973, cuando el Ayuntamiento de Tarragona lo invit¨® para conmemorar los 2.000 a?os de la llegada del c¨¦sar romano a la ciudad. El pintor, lleno de gloria por la designaci¨®n, prometi¨® visitar Tarragona a lomos de un elefante. Sin embargo, sus intenciones se truncaron y los vecinos del municipio no entendieron la surrealista performance que realiz¨® por las calles. Ocurri¨® el 17 de agosto, durante una calurosa tarde de verano. La velada qued¨® inmortalizada en multitud de fotograf¨ªas y hasta el NO-DO de la ¨¦poca hizo una cr¨®nica sarc¨¢stica del momento. Cuarenta a?os despu¨¦s, la exposici¨®n Experi¨¨ncies amb Dal¨ª recoge estos documentos y testimonios individuales de la visita del pintor. Puede visitarse hasta el 28 de abril en la sala de exposiciones de la Fundaci¨® Caixa Tarragona, de Catalunya Caixa.
Dal¨ª aterriz¨® en la ciudad a bordo del yate Royal Eagle. Lo recibi¨® una multitud de autoridades de la ¨¦poca, ni?os y vecinos de Tarragona. El genio ampurdan¨¦s hab¨ªa prometido pasear encaramado a cuatro elefantes aut¨¦nticos, como en su d¨ªa lo hizo el emperador romano a lomos de un caballo. Sin embargo, los animales, propiedad del circo Jean Richard de Francia, quedaron incautados en la frontera y no se les permiti¨® la entrada a la ciudad. Entonces, el Consistorio tuvo que improvisar a toda prisa y ofreci¨® a Dal¨ª una alternativa: Una carroza de cart¨®n piedra en forma de elefante, utilizada, en realidad, durante la cabalgada de Reyes. El pintor, ajeno a la pol¨¦mica, se subi¨® al paquidermo falso y pase¨® por Tarragona con pose solemne, acompa?ado por su caracter¨ªstico bast¨®n. Desde el puerto, recorri¨® la Rambla Nova hasta llegar al Ayuntamiento. Incluso hizo un par¨®n frente al Balc¨®n del Mediterr¨¢neo. All¨ª brind¨® una reverencia al mar, en se?al de gratitud, porque fue el oleaje el que gui¨® hasta la ciudad a Augusto. Por si fuera poco, como detallan las cr¨®nicas period¨ªsticas de la ¨¦poca, recogidas en la exposici¨®n, la performance urbana fue seguida por gigantes, cabezudos, sardanas y una orquesta que toc¨® sin parar el pasodoble Que viva Espa?a.
Los vecinos, que no estaban acostumbrados a las provocaciones de Dal¨ª, no entendieron la amalgama de gestos. Las fotograf¨ªas los inmortalizan con las manos en la barbilla, intentando descifrar cada paso del pintor. Cuando lleg¨® la noche, con la luz de la Luna llena, Dal¨ª ofreci¨® un discurso, del que se puede escuchar alg¨²n fragmento entrecortado en la exposici¨®n. El Ayuntamiento lo hab¨ªa publicitado como una disertaci¨®n ¡°solemne¡±, pero el pintor cit¨® a su eterno amor, Gala, se declar¨® ¡°cat¨®lico, apost¨®lico, romano y rumano¡±, y mostr¨® su lealtad ¡°incondicional a los Pr¨ªncipes de Espa?a y al invicto Caudillo¡±. A¨²n hubo m¨¢s: ¡°Si los romanos vinieran dir¨ªan que lo m¨¢s bonito son las cabinas telef¨®nicas, el pl¨¢stico y el progreso formidable en el cord¨®n industrial y comercial, que es romano por excelencia¡±, afirm¨® Dal¨ª para homenajear la ciudad frente a una multitud, ya desquiciada por completo.
El pintor fue recibido en el puerto con una carroza en forma de elefante
A continuaci¨®n, en el Campo de Marte y a la luz de la Luna, pint¨® un lienzo en directo, del que se acierta a ver un hombre con un caballo, en clara alusi¨®n a Augusto. Meses despu¨¦s el cuadro fue completado por dos pintores de la ciudad, y est¨¢ expuesto en la exposici¨®n Experi¨¨ncies amb Dal¨ª. El genio tambi¨¦n fue agasajado con unas tartaletas del pastelero Salvador Arimany, ideadas para la ocasi¨®n. Entre la nata se distingue la forma de un bigote de chocolate y una barretina roja. ¡°Yo me asusto¡±, confes¨® Arimany a un periodista cuando tuvo que ofrecer su postre a Dal¨ª, mientras este posaba para un fot¨®grafo. ¡°Es parte del trabajo¡±, le aclar¨®.
En la exposici¨®n, comisariada por Jos¨¦ Carlos Su¨¢rez, ha colaborado el Aula de Cine de la Universidad Rovira y Virgili, adem¨¢s del Ayuntamiento de Tarragona. La forman medio centenar de fotograf¨ªas y se recogen en un documental algunas im¨¢genes en movimiento, explicadas a trav¨¦s de los recuerdos de los vecinos. Algunos dicen que sobreactuaba, otros alaban la visita y unos pocos confiesan que ni siquiera se enteraron del l¨ªo que mont¨® Dal¨ª en Tarragona. Tambi¨¦n preside la exhibici¨®n el sill¨®n rojo y dorado de la carroza en la que se pase¨® el pintor. La silla, que pertenece al almac¨¦n de la brigada municipal, sigue recorriendo las calles de Tarragona cada a?o cuando llegan unos visitantes menos surrealistas; los Reyes Magos.
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