Gri?¨¢n, otra vez l¨ªder
Sus primeros pasos deber¨ªan ser f¨¢ciles: poner en marcha las reformas en la administraci¨®n y la reducci¨®n del organigrama pol¨ªtico que prometi¨® hace justo tres a?os
La primera vez que fue l¨ªder Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n, tras sustituir a Manuel Chaves en la presidencia de la Junta en 2009, les hizo dos encargos a los consejeros de su primer ejecutivo. Uno fue el de reducir el n¨²mero de altos cargos de la administraci¨®n. El otro, que a la hora de formar equipo primasen el m¨¦rito, la capacidad y la profesionalidad sin pensar si ten¨ªan o no el carn¨¦ del PSOE. Gri?¨¢n pidi¨® a los suyos rodearse de los mejores, sin fijarse en si la elecci¨®n le iba a gustar o no al partido. Aseguran que aquellas palabras no se hab¨ªan escuchado nunca antes en un Consejo de Gobierno y que, adem¨¢s, estuvieron precedidas de otras, igual de novedosas, proclamadas en su sesi¨®n de investidura: el compromiso de que determinados puestos pol¨ªticos que hasta entonces eran nombrados por el Gobierno fueran ocupados por funcionarios de carrera. La propuesta se encontr¨® con el rechazo frontal de las poderosas agrupaciones del PSOE en cada provincia y esa fue una de las principales razones que esgrimi¨® Gri?¨¢n para reclamar el poder en el PSOE: un cambio de ese calado en la administraci¨®n era inviable sin tener el control del partido.
La segunda vez que fue l¨ªder Gri?¨¢n, tras ser elegido secretario general del PSOE-A con el respaldo del 99,8% de los delegados, plante¨® a su nueva ejecutiva un encargo similar al que hab¨ªa hecho a los miembros de su primer Gobierno. Pidi¨® un partido donde primara el m¨¦rito y la capacidad para poder "contar con los mejores" y poder acercarse a una Andaluc¨ªa m¨¢s "formada", "urbana" y "cosmopolita" que se estaba alejando de esta formaci¨®n pol¨ªtica. Hizo, adem¨¢s, una advertencia sobre el tradicional modelo territorial del PSOE andaluz: "Equilibrio s¨ª, que no quiere decir un mero reparto".
En el PSOE, los liderazgos no se ganan en los congresos, sino en las urnas. As¨ª iniciaba Lourdes Lucio el perfil de Gri?¨¢n la noche que logr¨® mantener el basti¨®n socialista en Andaluc¨ªa a pesar de la p¨¦rdida de nueve diputados. El titular de la cr¨®nica no pod¨ªa ser m¨¢s contundente: "Grin¨¢n ya es l¨ªder del PSOE". O lo que es lo mismo, a partir de este momento no hay excusas para acometer lo que prometi¨® en su primera sesi¨®n de investidura como presidente hace tres a?os y en su elecci¨®n como secretario general del PSOE-A, hace dos. En el caso de la Junta, su compromiso de premiar los m¨¦ritos sobre el carn¨¦ en la designaci¨®n de los cargos p¨²blicos y su promesa de adelgazar una administraci¨®n excesiva, obsoleta y costosa cuyo organigrama en cada provincia Grin¨¢n anunci¨® que reducir¨ªa a la mitad.
En el caso del partido, abrir las ventanas de una organizaci¨®n donde la desafecci¨®n alcanza ya a su propia militancia, harta de una c¨²pula dirigente cosida al sill¨®n de su ejecutiva y donde la lealtad partidista est¨¢ por encima del compromiso con las ideas. El PSOE andaluz que va a mantener el Gobierno en la Junta es el mismo partido socialista que, cinco minutos antes del recuento en la noche electoral, estaba al borde del precipicio y preparado para la demolici¨®n interna. Esta organizaci¨®n no ha mejorado en nada tras los comicios. Lo ¨²nico que ha mejorado es la situaci¨®n de sus principales dirigentes.
Gri?¨¢n, cuando sea investido de nuevo presidente, se enfrentar¨¢ a una legislatura complicada en lo econ¨®mico, dif¨ªcil en lo social y endiablada en lo pol¨ªtico, pero sus primeros pasos deber¨ªan ser f¨¢ciles: poner en marcha las reformas en la administraci¨®n y la reducci¨®n del organigrama pol¨ªtico que prometi¨® hace justo tres a?os. Ser¨ªa inadmisible que la excusa para no hacerlo, la tercera vez que es l¨ªder, fuese ahora los compromisos que tenga que asumir en un pacto con Izquierda Unida. En cuanto a su responsabilidad al frente del PSOE-A, la soluci¨®n la dijo ¨¦l mismo hace dos a?os: contar siempre con los mejores, que no tienen porqu¨¦ coincidir con lo m¨¢s leales. En definitiva, hacer coincidir las palabras con los hechos.
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