Las complicidades del Liceo
La orquesta y el coro del teatro protagonizaron un concierto de festiva autoafirmaci¨®n, m¨¢s que de reivindicaci¨®n ante la situaci¨®n de la crisis
Un concierto popular como el que ayer ofrecieron la Orquesta y el Coro del Gran Teatro del Liceo desde luego no resuelve el d¨¦ficit del teatro y ni siquiera despeja la amenaza de un expediente de regulaci¨®n de empleo, anunciado y poco despu¨¦s retirado por la direcci¨®n sin mayores explicaciones, pero desde luego sirve. Sirve para que las plantillas estables de la empresa sientan su pertenencia a un proyecto art¨ªstico. Sirve para tejer complicidades con numerosos solistas, empezando por los tres directores musicales que ha tenido la casa desde su reapertura tras el incendio en 1999 y con el que ser¨¢ titular a partir de la temporada que viene Josep Pons. Y sirve para establecer una sinton¨ªa con el p¨²blico que en momentos de zozobra viene a constituir el mejor bal¨®n de ox¨ªgeno. El hecho de que las entradas ¡ªa 15 euros, precio ¨²nico para todas las localidades¡ª se agotaran a las pocas horas de ponerse a la venta es, sin duda, el mejor testimonio de esa sinton¨ªa.
Dicho esto, sobrar¨ªa cualquier otra valoraci¨®n de car¨¢cter est¨¦tico. Y, sin embargo, la oferta fue de muy apreciable nivel, s¨ªntoma de que el teatro sigue siendo valorado por los artistas llamados a colaborar con ¨¦l. Abri¨® la matin¨¦e, bautizada con acierto L¡¯¨¤nima del Liceu y convocada, con menor acierto, a mediod¨ªa ¡ªacab¨® pasadas las tres de la tarde, con los est¨®magos reclamando lo suyo¡ª, un v¨ªdeo en el que el teatro hablaba en primera persona y soslayaba cualquier aspecto reivindicativo para centrarse en los momentos sentimentalmente m¨¢s intensos de sus 165 a?os de existencia. Sigui¨® el franc¨¦s Bertrand de Billy, que, tras la obertura de La forza del destino ¡ª?hab¨ªa que leer ese t¨ªtulo en clave metaf¨®rica?¡ª, acompa?¨® a Ainhoa Arteta en una aquilatada versi¨®n de Sola, ¡®Perduta, abbandonata¡¯, de la Manon Lescaut de Puccini, a Roberto Alagna en una poco frecuentada aria de La reina de Saba de Karl Goldmark (1830-1915) y a Karine Deshayes en una espectacular lectura de Una voce poco fa, del Barbiere rossiniano.
Fue la vez de Sebastian Weigle que, como cab¨ªa esperar, se lanz¨® sobre repertorio wagneriano, con la obertura de Los maestros cantores y el famoso coro Wach auf de la misma ¨®pera. Y ah¨ª s¨ª cab¨ªa interpretar las palabras de esa pieza ¡ª¡°?Despertad! Ya despunta el d¨ªa¡¡±¡ª como un velado acto de autoafirmaci¨®n del colectivo de voces que constituye la base del teatro. Cerr¨® la primera parte oficial una extravertida versi¨®n de la habanera de Carmen, interpretada con notable desparpajo por la mezzo h¨²ngara Ildiko Koml¨®si. La parte oficial, decimos, porque en ese punto aguardaba una de las primeras sorpresas del concierto, la participaci¨®n del pianista chino Lang Lang, con el estudio La campanella, de Franz Liszt, en un derroche de virtuosismo.
La segunda parte se abri¨® con Michael Boder, el director titular actual, con m¨¢s repertorio alem¨¢n: el lied de la Lulu de Alban Berg cantado por Cristina Obreg¨®n ¡ªun toque de repertorio dif¨ªcil en un concierto innegablemente popular¡ª, el Liebestod de la Isolda wagneriana, muy bien entendido por Linda Watson, y el Salve Regina para coro del Mefistofele de Arrigo Boito, el cual, aun no siendo alem¨¢n, cabe considerar uno de los m¨¢s germ¨¢nicos compositores italianos. Algunos v¨ªdeos m¨¢s all¨¢, presentados por Ramon Gen¨¦, que se encant¨® a s¨ª mismo ejerciendo de speaker, le toc¨® el turno a Josep Pons, quien acompa?¨® a Joan Pons en ¡®L¡¯onore! Ladri!¡¯ del Falstaff verdiano y a Carlos ?lvarez en ¡®La canci¨®n de Manacor¡¯ de la zarzuela El ni?o jud¨ªo de Palo Luna, para acabar con la exaltante danza final de El sobrero de tres picos de Falla.
Pero un concierto de alta intensidad emotiva como este no pod¨ªa concluir sin varias propinas fuera de programa, y ah¨ª estuvo Albert Guinovart interpretando su popurr¨ª para orquesta y piano Tango, la obertura de El murci¨¦lago concertada por Boder y el Aleluya de Haendel, dirigido por el titular del coro, Jos¨¦ Luis Basso, y en el que colaboraron todos los solistas, incluidos los directores. Semejante colof¨®n pareci¨® m¨¢s propio de un concierto navide?o que de un acto autoafirmativo. Curiosamente, el Va¡¯ pensiero no apareci¨® por ning¨²n lado. El tono revindicativo qued¨® definitivamente aparcado en favor del festivo.
Banda sonora oper¨ªstica en La Rambla
La banda sonora de La Rambla de Barcelona ayer al mediod¨ªa era oper¨ªstica. Arias y oberturas de ¨®peras de Verdi, Wagner, Rossini, Puccini, Bizet... hicieron enmudecer el ruidismo del tr¨¢fico, cortado por la Guardia Urbana durante casi tres horas, en la popular avenida barcelonesa para convertirla en una improvisada platea l¨ªrica en la que cientos de transe¨²ntes pudieron seguir, a pie de calle, a trav¨¦s de una pantalla gigante y un sofisticado equipo de sonido el concierto extraodinario que se estaba celebrando en el interior del Liceo y con el que los trabajadores del coliseo l¨ªrico barcelon¨¦s han querido agradecer las muestras de apoyo y afecto expresadas por la gente en el conflicto laboral que les enfrenta a la direcci¨®n del teatro.
Ha sido un gesto de complicidad de la plantilla del Liceo con la ciudad de Barcelona despu¨¦s de que en solo tres horas se agotaran las m¨¢s de 2.000 localidades puestas a la venta el pasado 10 de abril al precio ¨²nico de 15 euros. Y los barceloneses y muchos turistas lo han agradecido e inmortalizado con sus c¨¢maras de fotos.
Los negros nubarrones que durante toda la ma?ana amenazaron lluvia m¨¢s que espantar acabaron jugado a favor de una buena visi¨®n de la pantalla, instalada de cara al sol en pleno mediod¨ªa a escasos metros del teatro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.